Capitulo 4

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Mientras caminaba hacia mi alcoba, la frustración burbujeaba en mi interior como un volcán a punto de estallar. Kael, con su actitud distante, siempre lograba sacarme de quicio. ¿Qué se creía? ¿Un rey en su castillo oscuro?

Al entrar en mi "calabozo", la fría brisa me envolvió, y el silencio era ensordecedor. Me dejé caer sobre la cama de paja, sintiendo cómo la incomodidad se adueñaba de mí. Mis pensamientos danzaban como sombras en la penumbra; no podía dejar de preguntarme a dónde iríamos mañana.

De repente, un leve ruido rompió el silencio. Miré hacia la puerta y vi una sombra deslizándose por el umbral. Era Kael. Su figura se recortó contra la luz tenue del pasillo, y aunque su rostro era impenetrable como siempre, había algo diferente en su postura.

- Olvide decirte algo ...Mañana... -comenzó a decir, pero se detuvo. Una lucha interna brillaba en sus ojos oscuros. -Mañana iremos a un lugar donde podrías... aprender algo.

Mis cejas se alzaron en sorpresa. ¿Aprender? ¿Qué podría enseñarme alguien tan cerrado como él? Pero había una chispa de curiosidad en mí.

-¿Aprender qué exactamente? -pregunté, intentando mantener el tono despreocupado.

Kael suspiró, como si llevara el peso del mundo sobre sus hombros. -Sobre ti misma... y sobre lo que realmente importa en este lugar.

Sus palabras resonaron en mi mente mientras él se giraba para marcharse. Antes de que desapareciera por completo, le lancé una última pregunta:

-¿Y si no me gusta lo que aprenda?

Se detuvo por un momento y miró atrás con una expresión que parecía casi... vulnerable.

-Entonces tendrás que decidir si quieres quedarte o luchar por salir.

Y con eso, se fue dejando detrás una estela de misterio y una inquietante sensación de expectativa en mi pecho.

El primer rayo de sol se filtra por la ventana, iluminando mi habitación con un cálido resplandor dorado. Me desperté con el canto de los pájaros afuera, pero mi mente está lejos de esa melodía matutina. Me envuelven un torbellino de emociones: nerviosismo, emoción y una pizca de miedo.

Me senté en la cama, sintiendo las sábanas frías contra mi piel. Recuerdo su mirada intensa, como si pudiera ver a través de mi , desnudando mis inseguridades y dudas. Con un suspiro profundo, me levanté y me acerque al espejo. Observando mi reflejo detenidamente.

Estoy pensando en que vestido ponerme , decidí revisar mis opciones y al final opte por un vestido oscuro que acentúa mi figura sin ser demasiado revelador.

Me recogí el cabello con un lazo gris dejándome un flequillo al roce de mis ojos . Finalmente lista,

El aire fresco de la mañana me saluda al salir del palacio aunque fuera más agradable sin dos guardias tras mío , la verdad no se que me espera pero tengo miedo y a la vez curiosidad.

Al llegar al claro del bosque, encontre a Kael esperando, apoyado contra un árbol con los brazos cruzados sobre su pecho musculoso. Su expresión es seria, casi amenazante.

-Llegas tarde -dice Kael sin apartar la vista del horizonte.

Siento un estremecimiento recorrer mi cuerpo. Su voz es como un trueno, potente y dominante.

-No sabía que teníamos un horario - respondo con tono desafiante, tratando de ocultar mi nerviosismo.

Kael gira lentamente la cabeza hacia mi . Sus ojos oscuros son como pozos profundos.

-La puntualidad es una muestra de respeto -dice él con frialdad-. Si quieres aprender sobre ti misma, debes empezar por respetarte a ti misma.

Sus palabras resuenan en mi como una campana. Tiene razón; siempre he dejado que los demás dictaran mis acciones y decisiones. Es hora de cambiar eso.

El reino de los espejos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora