Arthur x Abigail One-shot red dead redention

Lo logramos One-shot Abigail x Arthur

"Esto estaba mal. Él lo sabía y estaba bastante seguro de que ella también lo sabía, pero... se sentía demasiado bien. A veces así es como sucede. Las cosas más difíciles, las mejores decisiones, se dejan de lado en favor de lo que se siente bien. Las emociones humanas. Evelyn Miller escribiría que eran lo único que hacía imposible la verdadera utopía de la civilización. La influencia constante y siempre presente del capricho del deseo humano en los acontecimientos históricos.

Para Arthur Morgan y Abigail Roberts, esta se había convertido en la declaración más sincera de sus vidas sin siquiera saber quién era Evelyn Miller. La filosofía no les importaba a ninguno de los dos. La vida sí, y especialmente una vida que los uniría: la del pequeño Jack Marston.

Todo había comenzado aquel día soleado en Horseshoe Overlook. Arthur estaba de pie junto a unos árboles, fumando un cigarrillo mientras su mente vagaba. Más allá de los Grizzlies, en Colter, donde Davey Callander y, más lejos, Jenny Kirk yacían en sus tumbas. ¿Qué estaban haciendo? ¿Qué significaba todo aquello? Estas dudas le resultaban extrañas al hombre, que por lo general era confiado y confiado, pero Dutch, bueno, parecía diferente. Más propenso a correr riesgos y ¿aquel incidente con aquella chica en el ferry? El único pensamiento recurrente era que todo eso conducía de nuevo a Micah Bell.

Las cosas habían cambiado. Ese punto de inflexión estaba inextricablemente ligado a la rubia forajida de comportamiento temerario y actitud desagradable en general. Pero ¿qué podía hacer al respecto? Hosea incluso estaba siendo dejado de lado, sus consejos eran cada vez menos escuchados. Cuando Arthur y Hosea le habían contado a Dutch sobre una mina al oeste de Blackwater que supuestamente estaba rebosante de oro, de la que un minero borracho les había mostrado una muestra, él lo había ignorado sin decir palabra, y en su lugar había ido a por Micah y su plan de construir un ferry que podría tener algunas ganancias de póquer a bordo. Arthur se había quedado estupefacto en ese momento. Oro. Lingotes de oro. Valían más que cualquier cantidad de papel moneda encontrada en ese barco. Y, para colmo, eran mucho más difíciles de rastrear y mucho más fáciles de descargar. ¿Quién rechazaría el oro? Diablos, ¿quién preguntaría siquiera de dónde venía?

Además, existía el factor riesgo. La mina ni siquiera estaba vigilada después del anochecer, por miedo a llamar la atención. No habría sido necesario recurrir a la violencia. El oro ya estaba extraído en carros, no estaba vigilado y, básicamente, estaba dirigido a la banda de Van Der Linde con un lazo y una cinta.

No. Dutch optó por tomar el ferry fuertemente vigilado, que sería aún más difícil de robar por estar en medio de un lago, y se limitó a ofrecer la explicación de "confía en mí", como suele hacer estos días.

Arthur gruñe y decide no pensar demasiado en ello. Después de todo, Dutch había sido bueno con ellos y los había guiado hasta allí sin causarles demasiados daños. Sabía, simplemente sabía, que sin el liderazgo de Dutch habría más tumbas que las de Jenny y Davey, y más desaparecidos que los de Mac y Sean.

Sean. El nombre provocó otra cascada de pensamientos que se precipitaron por la pared rocosa del cerebro de Arthur Morgan. El molesto irlandés al que consideraba un hermano, pero que moriría antes de decírselo. Su falta de presencia se sentía sin duda dentro de la pandilla.

Antes de que Arthur pueda seguir cavilando, oye pasos que chocan contra la grava detrás de él y se da vuelta para ver a Abigail caminando hacia él. Sonríe, levemente, por supuesto, pero sonríe de todos modos. "Señorita Roberts", dice alegremente, contento por la distracción. "Señor Morgan", responde ella, con mucha más calidez y cuidado en su voz y sonrisa que en la de él. Es entonces cuando su sonrisa se desvanece ligeramente, su boca se abre mientras va a decir algo antes de cerrarla nerviosamente una vez más. Arthur suspira, ya viendo hacia dónde va esto.