Capitulo 3.

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Al despertarme me hizo ponerme aquella ropas, un pijama blanco de cuello alto que me llegaba hasta las rodillas, y obligándome a tener mi cabello suelto.
 
   Mi cuello aún tenía la marca de hace unos minutos cuando desperté y quize arrancarle su cuello con mis dientes, por lo que me estranguló.
   —Tu obligación a partir de hoy será complacerme a mi, Indio ignorante.
— Ignorante usted, no soy un indio.
—Callate insolente, todos los Alfas son iguales se la dan de superiores, pero no son más que basura que se jactan de ser la cima.

—La cima de los ABO, ignorante, si tú te sientes menos es problema tuyo. No tenemos la culpa de ser mejores .

—Callate, tu eres un sucio indio, un impuro.

—Aún así soy mejor que usted. Debería darle vergüenza.

  —Me cansaste.  —Me tironeo del pelo para colocarme en un enorme ropero. —¡No te sacaré de ahí ni aunque supliques! Ese, será tu castigo.
....

Me tuvo 6 horas allí en la oscuridad total, cada que intentaba salir me golpeaba y me volvia meter en ese mueble, era muy difícil defenderme con las manos atadas.
   Entonces escuché aquellos pasos ligeros, acercarse y abrir el ropero, mostrandose aquella niña. —¿Estás bien? —Estaba aterrado tenía frío, y me dolía todo del ultraje de la noche anterior, y la paliza del dia. —Sí, solo estoy jugando las escondidas. —Era muy pequeña para decirle lo que en realidad pasaba,  ella me extendió su mano para sacarme de ahí, y me llevo a su habitación, allí fue donde de la Vega llegó para golpearme y sujetandome de los pelos  me arrastró hacia la habitación donde me golpeó para luego dejarme tirado en el piso.
Luego de un rato traerme la comida y tirarmela en mis piernas. —Come come, maldito. —Tome el arroz como pude con mis manos nuevamente atadas para untarselo en la cara. — Recibiendo otra paliza, por mi atrevimiento.

(....)

Los dias en la hacienda de la Vega, no mejoraba, Maria era mi mejor compañía en ese terrible lugar. Ella era tan dulce que siempre me trataba con una dulzura, su corazón no hacia diferencias de clase, mientras aquel hacendado solo era la personificación del mal. Nada bueno podía venir de él.  "—Callate indio impuro deja de cantar" recordaba que noches anteriores le molestaba que cantará en mi lengua nativa para poder conciliar el sueño, así que decidi no dirigir más la palabra. No hablaría quechua, pero tampoco el español. No cedería ante sus intentos de controlarme.
 
   Maria se sentía sola, era pequeña apenas tenía 6 años y no tenia con quien jugar estaba sola, con un padre que la ignoraba.  —Cruz, podemos jugar. —Mi nombre en realidad era Llariku, pero Fernando decidió cambiarelo por Cruz, en otro intento más por dominarme.
  Asentí con mi cabeza, para empezar a danzar mientras aplaudiamos de un lado y luego de otro así sucesivamente, pero entonces aquel hombre apareció, con voz firme — ¡Maria! A tu habitación urgente.

Maria solo asintió y se retiró de alli para luego dirijirse hacia mi —¡Que bien que te lleves con María! Así habrá menos  problema cuando nazcan sus hermanos.

—¿Hermanos?

—Sí, los hijos que tu me darás. Pariras sin parar.

Como si yo no pesara nada me alzo para llevarme a la habitación principal para obligarme a copular con él, otra vez. —No pararé hasta que quedes, y luego volvere otra vez y otra vez, te llenare de hijos.

(...)

  En total tardaron 30 noches en aparecer los síntomas. Llamo un médico, y le confirmó efectivamente estaba en la dulce espera —Ruega porque no sea niña con Maria es suficiente, te conviene darme un hijo varón o me desquitare contigo.

—¿Más? —Yo aún tenía marcas de sus golpes, me seguía amarrando las manos.

   

Ese embarazo marco mi vida para siempre, ya que ese bebé desgraciadamente no pudo sobrevivir mi cuerpo no era lo suficiente maduro para tener un bebé en ese entonces.

Continuará..

Bajo el cielo de los Andes (ABO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora