𝆑𝅾o𝈺혼 ━━━ 𝐑𝐈𝐓𝐎𝐑𝐍𝐎

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𝆑𝅾o𝈺

( ... ) " Yo que el diablo desafié y la culpa yo cargué, las palabras llevaré hasta la tumba que yo mismo cavé.

Perdón Arthur. "


( ... )


ㅤ ▬ִֺֽ 𝐁𝐄𝐅𝐎𝐑𝐄 𝐓𝐇𝐄 𝐖𝐀𝐑 ▬ִֺֽ


Charles Lecrerc, edad : 12

Arthur Lecrerc, edad : 7


... 


Era un día soleado y la luz que entraba por las ventanas del gran salón iluminaba las motas de polvo que flotaban en el aire mientras Sebastian limpiaba con esmero pasando un trapo por las estanterías, colocando cuidadosamente los libros en su lugar y sacudía los cojines del sofá para asegurarse de que todo estuviera en perfecto orden. 

El sonido repentino del timbre interrumpió su labor haciéndolo sobresaltarse. No solían recibir visitas inesperadas y el ruido resonó en el silencio de la casa. Sebastian se alisó nerviosamente la camisa y se pasó una mano por el cabello intentando arreglarlo antes de dirigirse hacia la puerta principal.

Cuando se asomó por la ventana lateral, su corazón dio un vuelco. 

Del otro lado de la puerta, vio a varios hombres vestidos con uniformes oscuros con sus trajes adornados con pequeñas estrellas de plata que relucían bajo el sol. Sabía lo que esas insignias significaban. Y lo que podría traer consigo esa visita.

Intentando calmar los temblores en sus manos, respiró hondo y abrió la puerta con cuidado. Su voz salió temblorosa cuando preguntó:

━━━ ¿En qué puedo ayudarles? ━━━

Uno de los guardias, sin muchos rodeos, extendió una carta hacia él. No hubo más palabras, solo un gesto de despedida antes de que los hombres se dieran la vuelta y se retiraran, dejando a Sebastian solo en el umbral de la puerta.

Durante un momento que pareció eterno, Sebastian se quedó mirando la carta en su mano incapaz de moverse. El alivio momentáneo de ver a los guardias marcharse rápidamente fue reemplazado por un miedo más profundo al pensar en lo que esa carta podría contener. Cerró la puerta con rapidez.

Con manos temblorosas se dirigió de nuevo a la sala sentándose pesadamente en uno de los sofás. La carta, aún sin abrir, descansaba sobre sus rodillas. 

Su mente corría a toda velocidad, imaginando todos los posibles escenarios, desde órdenes de registro hasta acusaciones más graves. Pero por ahora, no podía hacer más que quedarse allí, contemplando la carta con el corazón acelerado y el sudor frío corriendo por su espalda. Sebastian se quedó quieto en el sofá con su mirada fija en la carta que descansaba sobre sus rodillas. Cada segundo pasaba haciendo que el tictac del reloj en la pared sonara más fuerte.

Tomó aire profundamente, cerrando los ojos por un momento para intentar calmarse pero el miedo no se disipaba. Un año de precaución, de mantener un perfil bajo, parecían desmoronarse en un instante. Abrió los ojos de nuevo forzándose a mover las manos que seguían temblando. 

𝚇𝚅 ࣪い. 𝕭𝒖𝒓𝒂𝒕𝒕𝒊𝒏𝒂𝒊𝒐 ❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora