T R E I N T A Y U N O

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Al día siguiente, arrojé una bolita de papel a su cabeza con la esperanza de que la leyera y me respondiera con esa inusual sonrisa ladeada

que tanto me gustaba.Pero no hubo respuesta y no hubo sonrisa.

La había cagado.

Algún día voy a hablarleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora