Espresso

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"El espresso es un café concentrado, creado al forzar agua caliente por café molido"

Philza aún podía recordar el sonido del disparo de una pistola, los gritos de la gente corriendo a su alrededor y la sangre que corría libre por las calles. A veces aún podía sentir el olor a pólvora y sangre. Incluso podía escuchar los gritos de sus padres pidiendo piedad.

Esa fue la última misión que sus padres hicieron, esa era la última vez que escucho sus voces, vio sus ojos y olió el perfume de su madre.

"Está bien bebé," Philza podía recordar la voz de su madre, "mamá estará bien, solo prométeme una cosa, cuida de tus hermanitos, ¿sí?"

Despertó sobresaltado, temblando y sudando. Se sentó en la orilla de la cama, tratando de recuperar su aliento. Estaba teniendo este sueño mucho en el último tiempo, le estaba empezando a preocupar.

Philza suspiro levantándose de su cama, aun sintiendo sus manos temblar y el sudor rodar por su cara. Se levanto tronando su espalda, y tomando en su bata decidió dar una vuelta para ver si sus hermanos estaban bien.

Lo primero que vio fue la luz de la habitación de Techno estaba prendida, estaba sorprendió al verla, podría jurar que Techno iba a dormirse en cuanto tocara la almohada. Al parecer se había equivocado.

"¿Techno?" Dijo tocando la puerta, pero la misma se abrió, "¿Sigues despierto?"

Busco a su hermano en su cama, esperándolo leyendo en la misma, pero no Techno estaba durmiendo en su escritorio, un libro de historia y un cuaderno abierto en el escritorio y su cabeza apoyada en su mano, babeando y roncando.

Philza soltó una risita, "Hey Techno," dijo sacudiendo a su hermano, "acuéstate, te va a dolor el cuello."

Techno, casi como un zombi, se levanto de su escritorio y se tiro a su cama, con sus lentes y zapatos aún puestos. Philza rodó los ojos y acomodo mejor a Techno, apago la luz y se fue.

Cruzo el pasillo, y abrió la puerta de la habitación de Tommy, el niño estaba tirado en su cama las sabanas en el suelo, tenía un solo calcetín puesto, el otro calcetín Philza asumía que estaba perdido entre medio de las sabanas.

Philza sonrió, volvió a poner a Tommy en la cama, tratando de no despertar al niño. 

"¿Papá?", murmuro el niño confundido.

Philza se quedó quieto un momento, con el corazón saltando en su pecho. Aunque sabía que Tommy y Tubbo eran los más pequeños y que él había hecho lo que más podía, él jamás podría remplazar a sus padres.

"No, no Toms," dijo acomodando a su hermano en su cama, "soy yo, Philza."

Tommy murmuró algo inteligible y volvió a quedarse dormido. Philza suspiro y salió de la habitación de Tommy y fue a la de Tubbo, para asegurarse de que el chico no se estuvieran ahogando con sus propias almohadas.

Para su alivio, Tubbo estaba enterrado en su montaña de peluches, pero ninguno estaba obstruyendo sus vías respiratorias. Lo destapo un poco para que no despertara tan sudado.

Afuera, en el pasillo oscuro, Philza se quedó un momento apoyado contra la pared, dejando que el peso de sus responsabilidades lo alcanzara. Cuidar de sus hermanos no era solo una obligación para él; era su manera de honrar la promesa que había hecho a su madre. Pero a veces, en momentos como este, se sentía abrumado por la magnitud de lo que significaba ser todo para ellos.

A veces Philza necesitaba un consejo. Y sabía a donde ir. Su padre antes de morir le dejó el número de su mano derecha, el hombre era un poco excéntrico, pero en este punto el rubio estaba desesperado.

El Barista que me secuestro sin querer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora