—¿Te gustó? — preguntó.
Lo miré a los ojos, sentí su pregunta un poco incómoda, pero a la vez profunda, como si quisiera saber toda la verdad, e incluso yo no podía decir nada; las expresiones me ganaban, era expresión de incomodidad, pero a la vez de nerviosismo.
—Responde, sólo tengo curiosidad.
—No, no me gustas.
—¿Estás segura? Porque a mí me parece que sí.
—Estoy segura...
—Está bien.
Sentí un alivio ante su respuesta; en un instante sentí sus manos tocando mi cara, mis ojos estaban mirando a los suyos. Iba acercando más su rostro al mío; me puse muy nerviosa, no sabía qué hacer. Mi rostro empezó a adelantarse, hasta llegar a sus labios; fue un pequeño rozo. Él se apartó y empezó a reír.
—Perdón, me dejé llevar — dije.
—Está bien, no importa — rió y volteó su mirada a la cafetería de al lado. Empecé a maldecirme una y mil veces, tal vez y solo lo hizo para saber si de verdad me gustaba, y me dejé llevar de estúpida.
—No te sientas incómoda, sé que no te gusto, solo lo hice para molestar, tranquila — dijo, puso su mano en mis piernas, sobando lentamente. Sentí un escalofrío por todo el cuerpo; mis cachetes se ponían un poco rojos, me ardían. Intentaba mirar para otro lado, pero me era imposible; no podía dejar de mirar cómo sus manos rozaban mis piernas. Me paré rápidamente, quitando su mano de mí, y me sacudí un poco.
—Volvamos con los chicos, mejor —dije rápidamente; no podría durar ni dos minutos más aquí; me iba a volver loca o incluso otra cosa.
Él se quedó observando, dio una pequeña sonrisa y asintió con la cabeza; él se levantó y caminamos a donde los chicos otra vez. No había nadie; al parecer ya estaban en clases.
Nos dirigíamos al salón; por suerte la puerta estaba abierta, pero la profesora estaba realizando su clase. Tratamos de entrar sigilosamente, pero ella se volteó, se nos quedó mirando fijamente, no parpadeaba ni decía absolutamente nada.
—¿Estás son horas de llegadas? —reclamó. Iba a defenderme o algo parecido, pero Darrian se adelantó.
—Lo sentimos, no escuchamos la campana y nos quedamos afuera —contestó Darrian. La maestra lo miró y suspiró, un suspiro de paz y calma, pero con un poco de enojo.
—Está bien, se las dejaré pasar por esta vez; no quiero que vuelvan a llegar tarde — suspiró —.Vayan a sentarse.
Darrian me agarró de la mano y me hizo caminar; literalmente estaba siendo arrastrada. Me senté en mi lugar y él por igual. Saludé a los chicos discretamente para que la profesora no me diga nada más. Trataba de concentrarme un poco más, pero no podía; la voz de los chicos detrás no me dejaba. Se escuchaban como pequeños ratones sitos queriendo comer algo. Sentí unas manos detrás de mi hombro, miré y era Ethan; estaba mirándome fijamente con una sonrisa en su rostro.
—Oye, vamos a una fiesta, ¿vas? —dijo. Le di una pequeña sonrisa falsa y hice un movimiento con mi dedo, indicando que no quería, que no aceptaba.

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『 Nunca Voy A Perder Contigo 』
RomansaEl será rechazado, pero luego ella se dará cuanta que estuvo mal así que le da la oportunidad, dolor, ruptura y más... Historia original, ya finalizada.