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↳ Cada cinco años, durante tres horas,
la luna, la tierra y venus se alinean,
trayendo consigo la visibilidad del
afamado hilo rojo del destino que
guiará a las personas elegidas, hacia
su verdadero amor.
Regulus h...
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Regulus no era bueno comunicando su emociones y todo aquello, pero bueno, ¿Quien en todo Slytherin lo era? Probablemente ese también sea un requisito para encajar en la casa de Salazar. Es así que cada uno tiene su forma de lidiar con sus afecciones, Narcissa toca el piano fuerte... muy fuerte, Bellatrix hechiza peces y sapos, porque le prohibieron hacerlo con alumnos, y ni hablar de los que están fuera de su familia; pero el punto es, que justo ahora, Regulus se encuentra torturando a una piedra.
Hechizo tras hechizo abandona su varita, mientras el torrente de pensamientos agobia su mente, sabe que no debería actuar de aquella manera, que hay formas más razonables y que a lo mejor, todo aquello era un drama completamente innecesario, pero no puede evitarlo, el siquiera pensar en esa rubia le causa aversión y cólera.
Continuó buena parte de la tarde, se sentía demasiado agotado, podía percibir que con todo el desgaste físico y emocional, su núcleo mágico estaba debilitado, sentado frente a lo poco que quedaba de la que alguna vez fue una imponente roca; dirigió su mirada a donde estaba atado su hilo y para su horror, el hilo rojo, ahora lucía un poco traslucido.
No entendía qué pasaba y por un momento, le llegó la idea de que el destino podría estar cambiándolo de persona.
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Cuando despertó, lo primero que vio fue a Severus, quien lo miraba interrogante desde arriba, parecía un sueño, porque tras Severus, estaba el bonito color del anochecer; sin poder pensar en controlar sus movimientos siquiera, alzó una de sus manos, guiándola hacía el rostro de Severus, colocando un par de mechones detrás de su oreja y por fin, posándola en una de sus mejillas.
–– ¿Vas a besarme o tendré que hacerlo yo?
— ¿Qué? — Interrogó, con los ojos abiertos de la sorpresa.
— Que ya es tarde y tú estás aquí, dormido.
Parpadeó un par de veces y disimuladamente, guió su vista hacia el lugar de su hilo, el cual brillaba al rojo vivo y se mantenía unido al meñique de Severus.
— Si, lo siento, estaba agotado.
— Lo noté, y lo que queda de roca es testigo —, comentó, señalando con un movimiento del mentón a la ya destruida roca.
— Ah, eso... bueno, verás — no sabía que decir, eso era lo único cierto, ahora luciría como un loco, todo un Black.
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Regulus no para de dar vueltas en su cama, lo persiguen los recuerdos de los eventos de esa misma tarde, por lo tanto le es casi inevitable regodearse en dichos recuerdos.
"Tienes una precisión increíble."
Aquella frase dicha por Severus lo ha tenido en las nubes desde que regresaron al interior del castillo, no sabe si alguien lo notó, pero supone que al menos uno de sus amigos lo ha hecho, de ser el caso, agradece que no lo haya interrogado, porque no sabría qué responder sin ponerse en evidencia.
