Succione más fuerte cerrando mis ojos. Comenzando a sentirme incómoda por su intensa mirada sobre mi.
"No" Demando con su grave voz "No cierres los ojos, mírame, no quiero que me dejes de ver"
Sin hacerle caso a sus palabras seguí cerrando los ojos, negando un poco con la cabeza. Me estaba poniendo muy incómoda.
"¿Disculpa? ¿Crees que me puedes decir que no?" Su voz se tornó un poco molesta haciéndome temblar "Abre. Los. Ojos... Ahora"
Me debatí internamente, me ponía la piel de gallina si lo miraba a los ojos mientras estaba tan cerca de mi. Así que tan solo los apreté cerrados nuevamente haciéndolo chistar.
En un rápido movimiento, sacó su dedo de mi boca y me levantó por la cintura de donde me encontraba arrodillada para girarme y pararme justo frente al escritorio de su habitación.
"Y yo que pensé que no tendría que castigarte" Hablo en mi oído parándose detrás de mí.
Mis ojos se abrieron como platos.
"¿C-castigo?"
Escuché la risa de Gojo detrás de mi, una risa corta y macabra. Una risa con burla.
Una de sus manos se dirigió a mi cintura mientras que la otra a donde empieza mi espalda empujándome hacia abajo lenta pero fuertemente haciendo que mi pecho se recargue en el escritorio.
Después se inclinó desde atrás, pegando su pelvis a mi parte trasera haciendo que mi corazón dejara de latir.
"Así es... Tu amo te dará un castigo por ser desobediente, pequeña perrita"
Mordí mi labio nerviosamente, queriendo llorar, quiero decir, por lo menos ya no me insulta diciéndome patética, inútil, idiota, entre otros de sus malditos insultos.
Pero tampoco me siento muy cómoda en esta posición. A punto de ser "castigada".
"¿C-cómo?"
Su mano derecha comenzó a hacer un recorrido desde mi muslo exterior hacia arriba, pasando por dejando de mi falda haciéndome temblar.
"N-no... ¿q-que esta-as haciendo?"
Una risa malvada escapó de sus labios justo en mi oído. Su mano seguía subiendo lentamente por mi falda hasta que se detuvo en el dobladillo de mi ropa interior.
"Tu castigo.... ¿Qué más estaría haciendo?"
"P-pero—"
"Sin peros" Me interrumpió antes de que pudiera continuar quejándome "Se buena y toma tu castigo como debe de ser o..." Se acercó aún más lamiendo mi oreja "Todo volverá a ser como antes... incluso peor".
Mis ojos se abrieron en grande.
"¡N-no! E-está bien y-ya n-no me quejaré"
"Bien perrita... eso pensé"
Se separó de mi cuerpo, colocándose detrás de mi, yo no podía verlo ya que estaba recargada en la mesa pero mordí mi labio ahogando un grito cuando sus manos levantaron mi falda tomando mi ropa interior.
Apreté los puños fuertemente controlando mi miedo. No quería que me viera, no quería que me dejara expuesta, pero tampoco quería que siguiera con todo el bullying que me hace.
Sus manos comenzaron a bajar mi ropa interior lentamente.
A pesar de no verlo se que lo está disfrutando.
Cerré mis ojos respirando agitadamente con miedo.
Cuando por fin deslizó mis panties por mis piernas tirándolas al suelo.
"Pero que tenemos aquí..." Su grave voz alteró todos mis sentidos, pero no pude evitar saltar un poco del susto cuando sus manos se dirigieron a mi trasero sin ropa interior, acariciando mi piel "Siempre quise comprobar que tan suave eras perrita..."
¿S-siempre? Entonces yo estaba bien. El siempre ha estado obsesionado conmigo.
"Y eres aún más suave de lo que me imaginaba"
Apreté mis puños nuevamente cuando sentí su mano recorriendo toda mi parte trasera.
"Bien, serán tan solo cinco azotes. Pero por azote quiero que lo cuentes y que me agradezcas ¿De acuerdo?"
Mis ojos se abrieron como platos. ¿Azotes? quiere decir... ¿nalgadas?.
"N-no, pero por q-qué—"
"Porque yo quiero. Ya te dije, si tienes algo más que decir lo dejamos aquí y todo vuelve a ser incluso peor que an..."
"No no no, está b-bien"
Escuché su risa detrás de mi, una risa de superioridad. Como si el supiera que yo jamás podría volver a como las cosas estaban antes.
Sin decir palabra alguna, su mano se levantó segundos antes de estrellarse contra mi trasero haciendo que un alto gemido de dolor escapara de mis labios.
"Cuenta perrita"
"U-uno... gracias a-amo"
Volvió a reír roncamente, acariciando nuevamente mi trasero con su grande mano.
"Eso, eso es, así me gusta"
Al terminar sus palabras elevó su mano nuevamente estrellándola en mi nalga incluso aún más fuerte haciendo que arquee mi espalda por el dolor.
"D-dos amo. gracias"
"Ahhh, perrita, me estoy emocionando más de lo que debería"
Ambas de sus manos se dirigieron a mis caderas tomándome fuertemente y pegando su pelvis justo en mi centro.
Su mano derecha se elevó en esa misma posición bajándola con más fuerza que antes haciéndome brincar por el dolor sintiendo su cuerpo contra el
mío.Un gemido ronco salió de sus labios cuando brinqué ya que pegue mi cadera justo en su centro.
"¡Tres!" No pude ni darle las gracias cuando las lágrimas comenzaron a resbalar por mis ojos "y-ya... n-no... m-más por f-favor"
Sus manos apretaron mis caderas fuertemente.
"Aw perrita pero lo estás haciendo muy bien... Tan solo dos más"
Y sin esperar respuesta de mi parte azoto nuevamente
mi nalga pero aún más fuerte que la vez pasada."AHH" No pude retener el grito desgarrador que salió de mis labios al sentir mi piel arder por su áspera y enorme mano.
Mi grito fue cortado por la mano contraria llevándola rápidamente a talar mi boca.
"Sh, sh, sh.... No queremos que nadie nos escuche... ¿O si?"
Negué con mi cabeza rápidamente, sería la humillación total si me vieran así.
"Bien... última nena. No quiero que grites. Si gritas, te daré tres más"
Mordí mi labio fuertemente y cerré mis ojos antes de sentir el fuerte impacto.
La nalgada la dio aún más fuerte que las veces anteriores.
Más no grite. No quería más.
"C-cinco... g-gracias"
Mi voz salió rota mientras mi cuerpo se desplomó sobre el escritorio, perdiendo toda mi fuerza en la piernas.
Gojo tan solo rió viéndome en estado vulnerable.
"Ahhh que hermosa vista" Hablo dirigiendo ambas manos a mis caderas y pegándose nuevamente contra mi "¿estás lista para lo que sigue...?"
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Bullying. Gojo Satoru
Fanfiction*HISTORIA MUY CORTA* Satoru Gojo. El dueño de las pesadillas de (tn) desde que había entrado al Internado San Liuvina, una escuela para adolescentes de grandes recursos, pero poca inteligencia, o así era como (tn) pensaba acerca del lugar. Sus tíos...