8. Lucha de harina

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Martin se despierta de golpe, con la sensación de que no había escuchado la alarma y que otra vez iba a llegar tarde a clase. Y así era, eran las siete y media. No pudo evitar despertarse tarde, ya que estuvo toda la noche pensando en la serie que les había enseñado Violeta. Aunque no directamente en la serie, si no, en lo que pasó mientras la veían.

Era un tipo de contacto que nunca había tenido con el más alto, pero que era totalmente agradable a pesar de ponerle algo nervioso al notar su piel y su mirada. Nunca se lo había planteado, pero ¿Sentía cierta atracción por Juanjo?, ¿O es solo una idealización y su imaginación a partir de haber visto la película y la serie? Porque claro, claro está que gay no es. ¿Pero entonces que es lo que pasa? Sigue sin entender muy bien por qué le cogió de la muñeca en el baño, ni por qué se abrazó a él. Era un tipo de contacto que nunca habían tenido. Pero que desde esta última noche tenía la sensación de no querer separarse de él, y solo de pensar sobre sus pieles rozando y cruzando miradas, se sonrojaba.

Martin y Juanjo no podían evitar tener el mismo pensamiento. ¿Y si ciertos sentimientos destruye una amistad tan importante y de tantos años?

¿Otra vez llegando tarde? Esperando y deseando que Violeta aún no llegase para que no se sentase en el sitio de Martin. Pero el más alto la vio llegar de lejos, ya dando por hecho que se sentaría con él. Y no es que no quiera, sino que le prometió a Martin que se sentaría con él. Pero sorprendentemente Violeta no se sienta a su lado, sino que delante de él. Saludándose con una sonrisa. Juanjo la ignora sin mala intención, a partir de ver de reojo ver entrar a Martin por la puerta. Como siempre con el pelo despeinado por haberse despertado tarde.

Con su pelo despeinado y sus cejas despeinadas también, Juanjo no puede evitar reírse y ver lo adorable que estaba así. Nada más sentarse Martin, el más alto le retoca un poco el pelo, el otro mirándole con un poco de vergüenza. Cuando entra la profesora en clase, Juanjo, al girarse hacia delante, se cruza con la mirada de Violeta, una mirada que no lograba entender, pero que acaba ignorando el significado de esta.

Mientras la profesora hablaba, Martin iba mirando de reojo a Juanjo y moviendo las piernas cada vez que este le devolvía la mirada incluida con una sonrisa. Estaba tan en su mundo que Violeta tuvo que girarse a hablarle.

"La profesora te está hablando" Martin despierta de sus pensamientos, confundido y pone atención en la profesora.

"Estaba preguntado de qué trata el Mito de la Caverna de Platón, ¿Podrías explicarlo?" A Martin esto le pilla desprevenido porque tenía la mente en otro lado. Mira a Juanjo buscando su ayuda, pero estaba igual que él. Viendo Violeta la situación, responde ella.

"En el Mito de la Caverna se explica como la gente dentro de la cueva cree en unas imagines que son enseñadas de forma sistemática. Encerrándose así en solo una visión, sin explorar más allá. En cambio, uno de los que está en la cueva, sale, y ve que hay más mundo del que les enseñan. Este volviendo a la cueva para explicarle a los demás lo que hay fuera. Pero estos se niegan a salir y prefieren seguir en la ignorancia" Responde Violeta a la profesora con total seguridad de los que está diciendo.

"Muy bien Violeta" dirigiéndose ahora a Martin "Debes estar un poco más atento en clase" asiente Martin con timidez.

Casi al instante, Juanjo y Martin se miran sorprendidos ante la respuesta de la pelirroja.

"¿Te gusta la filosofía?" pregunta Martin a Violeta sorprendido

"Sí, pero también es verdad que el Mito de la Caverna es muy conocido"

"Si yo también sé cómo es un poco, pero estaba distraído"

"Estás siempre en las nubes" dirigiéndose a Martin. "Y tú también" esta vez dirigiéndose a Juanjo. Martin y Juanjo solo le dan una sonrisa vergonzosa ante la situación.

Estoy haciendo un pastel. Y como ya sabes que no soy muy buen cocinero. ¿Vienes a ayudarme?

Sin responder al mensaje, el más alto sale de su casa. Y llegando en cinco minutos a casa de Martin toca el timbre. Este le abre la puerta y Juanjo se ríe al verle. Estaba lleno de harina y con un delantal de su madre puesto.

"Te veo en problemas" dice Juanjo entre risas. Sin Martin responder, Juanjo entra y también se pone un delantal.

"Es que he abierto la harina, pero se ha roto a la mitad. Y mira como está ahora la cocina" responde Martin unos minutos después.

"Bueno, no pasa nada" Juanjo coge harina que hay por encima de la encimera y se la tira encima. "Ya no eres el único lleno de harina" le dice con una voz juguetona y riéndose.

Pero de repente el más alto coge otra vez harina y se la tira a Martin. "¿Perdona? ¿Estás empezando una guerra?" responde Martin.

"Puede ser que sí" responde Juanjo cogiendo también harina y preparándola para tirar.

El primero en atacar es Martin, pero este fallando debido a que Juanjo se agacha en el momento justo para que no le dé. Y al instante Juanjo tirándole harina y acertando en la cara de Martin reaccionado así con una gran carcajada. "¿A sí?" Martin coge harina con las dos menos y la restriega por la cara de Juanjo. Este al intentarse defender le coge de las muñecas y se quedan muy cerca por unos instantes, creando una tensión. La cual es interrumpida por Martin al soltarse de Juanjo y tirarle harina. "¡Oye!". Juanjo lo abraza por la espalda para que no pueda coger más harina. Haciendo que se pare todo por unos instantes y quedándose abrazados por unos segundos. Pero interrumpiéndose al girarse Martin ahora mirar a Juanjo, a pesar de cortar el abrazo, la tensión y la atracción no se corta. Se miran con intensidad y con cierto de deseo de no simplemente quedarse uno en frente del otro. De repente así Juanjo lanzándose a abrazarle por unos instantes, pero más tarde separase.

"Qué mono estás todo lleno de harina" le dice Juanjo con una pequeña sonrisa y entre risas.

"Pues tú tendrías que verte a ti, puedo ver harina hasta en la raíz de tu pelo" le responde Martin tocando su pelo. Creando así rojez en las mejillas de Juanjo y soltando los dos una pequeña risa.

Los dos chicos limpian toda la cocina. "Creo yo que nos hemos quedado sin pastel" dice Juanjo. "Mañana compraré harina y otro día hacemos otro pastel, pero en serio. Sin llenar todo de harina" responde Martin con una pequeña carcajada.

Los dos después van al baño a lavarse y quitarse toda la harina. Meten la cabeza en el lavamanos.

"Aún tengo harina en pelo" dice Juanjo con cierta molestia mientras se mira al espejo. Martin le hace agacharse un poco para así el lavarle el pelo poco a poco. Así más tarde acabando y Juanjo levantando la cabeza y la mirada, cruzándose está con la de Martin.

El más bajo coge el secador guardado debajo del lavamanos para secarle el mismo el pelo a Juanjo. "Qué mono con el pelo despeinado y los mofletes rojos. Nunca me había fijado del todo, tus mofletes son rojos por naturaleza". Juanjo con vergüenza sonríe y agacha la cabeza, y como no, se sonroja.

Después cambian de papeles, ahora es Juanjo quien le seca el pelo. Y diciendo este lo mismo "Qué mono con el pelo despeinado". Los dos ríen a la vez, sabiendo que esa frase ha sido dicha con la intención de repetir la anterior dicha por Martin.

Juanjo mira el reloj colgado del baño, marcando este las siete de la tarde. "Me tengo que ir ya. La profesora de filosofía ha puesto deberes del Mito de la Caverna y no les he hecho".

Martin se gira a mirar a Juanjo con rapidez con cara de miedo. "¿No sabías que había deberes, no?" dice Juanjo riendo. Martin asiente.

Se dirigen juntos a la puerta y para despedirse siempre lo han hecho con una abrazo. Pero este abrazo es diferente, es reconfortante, y provoca cierta sensación en el estómago. Es un abrazo largo, haciendo que el más bajo entierre su cabeza en el hombro de Juanjo, mientras este último rodea con sus brazos a Martin por la cintura. Es él más bajo quien acaba rompiendo el abrazo, sacando así poco a poco su cabeza para acabar separándose del todo.

Al cerrar la puerta, Martin se queda de pie delante de la puerta preguntándose. ¿Qué acaba de pasar? No ha podido evitar darse cuenta de unas mariposas revoloteando por su estómago. No ha podido evitar darse cuenta de que tanto Juanjo como él tenían las mejillas flojas ¿Y si debía de dejar de ignorar las cosas como estaba haciendo antes?

Entre letras y canciones // Juanjo y MartinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora