Esta no era la primera vez que mi intento de escape se veía frustrado por los guardias de seguridad, las sirvientas, o cualquier otro ser que mi padre hubiera designado para vigilarme. Tampoco era la primera vez que me sentaban en aquella oscura habitación, una sala que solo contenía una mesa, una garrafa de agua y un vaso, iluminada por un único foco de luz. Parecía un salón de tortura.
Aunque en el pasado esta habitación secreta me infundía miedo, ahora me mantenía tranquila. Ya me había acostumbrado a este castigo especial que recibía cada vez que intentaba huir. Esta vez, reflexionaba sobre lo que había salido mal en mi plan.
Tal vez no debí usar mi ropa habitual; los perros olfatearon mi rastro desde lejos y revelaron mi intento de fuga. Quizás debería haberme cubierto con lodo para ocultar mi olor. O tal vez debía buscar un cómplice que me ayudara a escapar, uno que no fuera mi madre. Aunque, para ser honesta, su ayuda siempre había sido limitada.
Allen. Mi hermano podría ser mi mejor opción, el cómplice que me ayudara a escapar de esta cárcel, de este mundo... y de papá.
"Na, na, na, na, ~ na, na, na, na, ~ na, na, na, na,..." canté en el vacío de la habitación. El tiempo me estaba volviendo loca; necesitaba huir lo antes posible. Las palabras de mi madre volvieron a mí:
—¿Por qué no te casas con Allen? Eres la heredera principal. Si te casas con él y le cedes tu herencia a cambio de tu libertad... todo estaría resuelto.
—Madre —la miré con seriedad—, es imposible creer que puedas tener una idea tan descarriada y perturbadora. Allen es mi hermano, ¿Cómo podría casarme con él?
—No es tu hermano de sangre, lo sabes. Lo único que los une es un apellido; nada les impediría casarse...
—Madre, te lo diré solo una vez y espero que no vuelvas a repetir esta idea tan perturbadora: jamás podría casarme con Allen o con Liam. Aunque no compartamos la misma sangre, ellos son mis hermanos menores y los amo como tal.
—Sí, los amas. Pero ellos no han hecho mucho por ti para sacarte de esta celda.
—Eso es porque papá les ha mentido. ¿Cómo podrían saber que estoy prisionera en nuestra propia casa si piensan que estoy en el extranjero, estudiando?
—¿Pero te ayudarían?
—¡Claro que lo harían!
—Entonces, úsalos.
—¡Mamá! No soy como tú. No soy una manipuladora, no usaré a mis hermanos para mi propio beneficio.
—Entonces te quedarás aquí para siempre —fue lo último que escuché de ella antes de que saliera de la habitación.
Allen. ¿Sería capaz de entender mi situación y ayudarme? ¿Estaba cometiendo un error al considerar la loca y perturbadora idea de mi madre?
Mi madre quería que me casara con mi hermano menor.
Mi padre me había abandonado en esta oscura habitación hasta que "volviera a mis cabales". No me quería, pero tampoco permitiría que me marchara de la casa.
Mis hermanos, mis preciados hermanos, eran tan ignorantes de la oscuridad y la ambición que anidaban en los corazones de sus padres.
Los sirvientes, con una buena suma de dinero en sus manos, eran capaces de vender sus principios y valores. No dejaban de vigilar mis pasos, mis palabras, y, si pudieran, mis pensamientos.
Papá aún no sabe que, después de cinco años aquí encerrada, sigo amándolo.
Mamá no sabe que, incluso después de abandonarme en esta oscura habitación, sigo extrañando sus abrazos.
Mis hermanos aún no saben que nuestra sangre no es la misma, que solo soy una heredera que no merecía siquiera estar en el testamento. No saben que estas paredes son una cárcel, robándoles la poca libertad que les queda a cambio de fortuna y de un apellido maldito.
Pero lo peor de todo es que nadie podrá rescatarme.
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La herencia de los Moon
De Todo¿Qué precio tiene la libertad? ¿10 millones? ¿100 millones? ¿1000 millones? Cuando los secretos más oscuros finalmente se revelan, solo aquellos con la voluntad suficiente para luchar por su libertad podrán escapar de la maldición que arrastra la he...