TRES MESES DESPUÉS
Los pasillos de Monster High ya no estaban vacíos. Ahora estaban llenos de susurros. Perseguían a Draculaura mientras se obligaba a marchar a través de un guantelete de miradas de lástima, sus tacones chasqueaban inestables mientras mantenía la vista en su taquilla con forma de ataúd y se abría paso entre sus compañeras de clase, que hacían una pausa en sus reuniones del primer día de clase para mirar boquiabiertas y bajaban la voz a su paso.
"¿Puedes creer que Drácula esté muerto?"
"He oído que Draculaura estaba allí."
"Oí que ella se desmayó y cuando despertó él estaba hecho polvo."
"¿Puedes creer que fue derribado por una quemadura de sol?"
Una quemadura de sol. Como si realmente hubiera sido tan simple. Como si no hubiera sido una combinación de catástrofes. Demasiado sol, la receta equivocada, un farmacéutico inepto, esperar demasiado para obtener ayuda. ¿A cuál de todas ellas culpaba? ¿Y acaso importaba la culpa cuando seguía teniendo pesadillas en las que se despertaba huérfana, junto al montón de cenizas que momentos antes había sido su amado padre? En lo único que podía pensar -entonces, ahora, siempre- era en un hecho: si ella hubiera interrumpido alguna de sus conversaciones en la fiesta para insistir en que se pusiera crema solar, él seguiría vivo. Bueno, no muerto. Pero, ¿significaba eso que la culpa era suya?
Su padre, que había acogido a su madre embarazada después de que su marido (el padre biológico de Draculaura) fuera abatido en combate-. Su padre, que le salvó la vida convirtiéndola en vampiro antes de que sucumbiera a la plaga que había matado a su madre-.Su padre, que había estado a su lado durante mil seiscientos años, apoyándola sombríamente, tomándole el pelo malhumoradamente, animándola estoicamente a esforzarse un poco más para dominar las habilidades vampíricas que a él le resultaban tan fáciles-. Su padre inmortal... ya no estaba aquí. Draculaura estaba sola. Huérfana.
Había tenido todo el verano para digerirlo, pero aún le pesaba en el estómago como un nabo poco hecho. Llevaba tres meses dando tumbos por la mansión, alternando entre desear compañía (más allá de la de su querida ama de llaves, ahora gore legal, la señora Heaves) y esquivar las visitas de sus amigos y otros simpatizantes, porque se esforzaban tanto por animarla y luego parecían tan gravemente decepcionados cuando fracasaban.
Draculaura había pensado que hoy sería mejor. Una distracción. Pero todos los demás estaban fantásticos con su ropa nueva. Hablaban con entusiasmo de sus aullidos veraniegos... o al menos lo hacían hasta que la vieron llegar y se callaron, como si su alegría pudiera parecerle ofensiva.
Después de que Manny el minotauro y la caótica y elemental Heath de fuego Burns dejaran de jugar al fútbol y de mirarla cuando pasó a su lado, suspiró y murmuró: "No necesitas mi permiso para sonreír".
Aunque ella misma no pudiera sonreír, no después de pasar por delante del monumento conmemorativo del consejo escolar vacío de Drácula. Una montaña de flores de color rojo sangre se apoyaba en la tela negra que alguien había colocado sobre la puerta cerrada. Debajo de una foto enmarcada de un traje oscuro había una placa In Memoriam. La cara de Drácula no aparecía, ya que los vampiros nunca salían en las fotos, pero era un recordatorio visceral de la tradición familiar del primer día de colegio. Su padre no había estado allí esta mañana para posarla en la parte sombreada de los escalones de la entrada, instándola a sonreír y a "enseñar algo de colmillo" mientras él sacaba un centenar de fotos de una mochila flotante, un lazo en el pelo, sus pendientes de imperdible de la suerte y un atuendo rosa y negro de espaldas al demonio que había necesitado varios viajes al maul para seleccionarlo.
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Once bitten twice dead {Español}
VampireEsto en una traducción del libro para quienes quieran leerlo o no sepan tanto inglés.