- "Es espeluznante estar en Monster High cuando no hay nadie más. ¿No crees?"
Draculaura no estaba segura de por qué su padre, Drácula, le había pedido que la acompañara en este viaje. O, en realidad, por qué estaba aquí, pero Monster High en verano era espeluznante.
Los pasillos vacíos estaban cubiertos de más telarañas que de costumbre. Ella había atravesado al menos tres de ellas mientras se dirigían a su despacho, el designado para el director del consejo escolar de Monster High. Sus tacones resonaban en los silenciosos pasillos mientras, como de costumbre, su padre se deslizaba silenciosamente a su lado. El colegio olía a humedad, como si la piscina hubiera sufrido otra floración de algas tóxicas o un kraken hubiera estado haciendo body surf por los pasillos.
Echaba de menos los aromas mezclados de los ghouls: Los perfumes especiados de cardamomo y canela de Cleo y la gomina de pino y luz de luna de Clawdeen, el cloro que se pegaba a la piel y el pelo de Lagoona, los productos químicos del laboratorio de Ghoulia y el olor ligeramente dulce a formaldehído de Frankie.
No había gemidos, lamentos ni cotilleos. Ni pitidos de Coffins al enviar o recibir hexágonos, ni portazos en las taquillas, ni libros que se cayeran. No había otros tacones chasqueando en los suelos de mármol ni dedos tamborileando en los escritorios mientras ella esperaba a que su padre dejara de sacar -y rechazar- libros de las estanterías detrás de su escritorio y le respondiera. Aún se oían los ecos lejanos del caos y lo espeluznante que estaba ocurriendo en las catacumbas, pero aquello parecía un mundo aparte del desorden que su padre, obsesivamente ordenado, estaba creando en su despacho.
Drácula rara vez visitaba Monster High durante el verano. Prefería dejarse caer por allí durante el curso escolar y sorprenderla saliendo de entre las sombras en mitad de la clase de Ciencias Locas.
La última vez, gritó y volcó su mechero de Bunsen. Estaba segura de que el señor Hackington la habría castigado por prender fuego a una pila entera de cuadernos de laboratorio, pero su compañero de clase, Heath Burns, hacía cosas peores todos los días y su padre inspiraba tanto temor y reverencia a las Monster High que el señor Hackington se disculpó con ella.
"¿Papá?", preguntó ella.
"¿Hmm?" Drácula emitió un sonido distraído mientras terminaba de buscar en las estanterías de las paredes del despacho y dirigía su atención a los cajones de su escritorio. Se dio cuenta de que hacía una pausa para cerrar los ojos y frotarse las sienes.
Algo le asustaba. Drácula odiaba perder las cosas. Debía de estar quemándole, literalmente.Draculaura estaba bastante segura de haber visto sudor goteando de su pico de viuda. No sabía que su padre adoptivo pudiera sudar.
"¿Puedo ayudarte a encontrar algo?", preguntó. "Soy muy buena localizando objetos perdidos. Tengo mucha práctica con Frankie, siempre pierde la cabeza y las manos, y una vez su dedo meñique estuvo perdido durante horas hasta que lo encontré en la puerta de la creepateria".
"Se supone que debería estar aquí". Drácula pronunció las palabras antes de cerrar de golpe el último cajón de su escritorio. Normalmente, eso habría hecho astillas los muebles, así que debió de contenerse, ya que el escritorio apenas tembló. "Se me habrá pasado".
Ella entrecerró los ojos. ¿Le dolía el brazo derecho? Ella estaba bastante segura de que sí y lo mantenía pegado al pecho, silbando cuando lo movía.
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Once bitten twice dead {Español}
VampirosEsto en una traducción del libro para quienes quieran leerlo o no sepan tanto inglés.