Esmeraldas
Era todo lo que podía pensar bakugou katsuki, primero con el nombre, príncipe heredero del reino del norte, donde el sol los abandona y la nieve los cubre
Desde aquella noche donde lo único que recordaba era un par de ojos color esmeralda tan brillantes como nada antes visto por el, claro, antes de joderla y desmayarse
-otra vez pensativo, mi lobo?- dijo una mujer con cabellos cenizos, acercándose a su hijo por la espalda, tomando su hombro
-no es nada vieja, no dormí bien- dijo mientras su cuerpo se tranquilizaba ante el tacto de su madre
-maldito niño- dijo la mujer golpeando la nuca de su hijo lo más suave que pudo - soy tu madre, a mi no me haces tonta fácil
-otra vez ese sueño?- pregunto ella
Después de esa noche, bakugou se despertaba todas las madrugadas e iba a caminar a las orillas del mar, siendo llamado por este, como si de un canto se tratara
Nunca supo porque, y eso estaba siendo ya un problema, pues en las reuniones con el pueblo o consejo, Luchaba por no dormirse, cosa que hacía que su gente se asustara aún más, pues por consecuencia de sus noches en vela, sus ojos se veían aún más afilados y su expresión no hacía nada más que hundirse
Pero no había nada que hacer, katsuki creía que se volvería loco si no encontraba a aquella marinera que lo salvo
Claro, el pensaba que solo una mujer podría poseer tanta belleza
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.Amaba esas noches en el arrecife, sabía que cuando había luna llena, todo aquello que la luna bañaba con su luz, brillaba, haciendo un show de peces brillantes y corales coloridos
Le gustaba ver aquello sentado en una roca algo lejos de la orilla, para que los humanos no pudieran verle
Habían pasado ya unas semanas desde su encuentro con aquel enorme y enojon humano, y aún así su mente lo llevaba a su mente algunas veces, y eso le estaba preocupando
Algo en esa mirada rubí no lo dejaba descansar por las noches, pero intentaba ignorar aquello
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.No escuchaba nada más que el sonido de las olas chocando entre las rocas, mientras una que otra ropa lograba salpicarlo un poco
Pero poco fue el tiempo de calma, cuando escucho algunas pisadas en la orilla
Apenas atino a esconderse detrás de la roca en la que minutos antes, se encontraba sentado, asomándose lo menos que podia para poder ver de quién se trataba
Cuál fue su sorpresa al reconocer ese cabello cenizo y esos ojos rojos como la sangre de las guerras.
Y entonces ambos volvieron a cruzar sus miradas
No pudo contener sus nervios cuando se este se empezó a acercar a el, tal cual como hombre hipnotizado
-tu...?- dijo aquel hombre acercándose poco a la orilla, sin saber porque una mujer estaría nadando en el océano a esas horas de la noche
No podía moverse, no sabía si era porque las frías aguas del norte habían congelado ya su cola o escamas, su respiración le fallaba y sus mejillas se tiñeron de rosa, si es que por el agua se pudiera ver
En cambio, el rubio necesitaba acercarse, algo dentro de el le pedía a gritos entrar al agua y sacarla de ahí, llevársela y quedarsela
Dios, se había vuelto loco
Pero cuando el hombre se acercó de más, izuku no pudo aguantar más, y se escondió detrás de la roca
-maldicion, no te haré nada - gruño fastidiado el cenizo
-nada me lo asegura - contesto con voz leve el tritón, sacando de su ensoñación al más alto
Esa voz no era de una mujer
Si bien no era muy gruesa, tampoco era de una mujer, carajo, era un maldito hombre?
-disculpa?- musito katsuki extrañado
-que nada me lo asegura!-dijo aún más alterado , dejando ver su rostro, gracias a Poseidón sus rasgos los cubría su cabello rizado y un poco largo
-...que carajos- murmuró para si mismo el príncipe del norte, jamás en su puta vida había visto unos rasgos tan delicados en un hombre, y mucho menos que se vieran tan jodidamente bien
Esos ojos grandes esmeraldas que había visto antes, y esas pestañas largas se veían extremadamente increíbles con el contraste de sus mejillas rosadas , repletas de pecas, y sus labios, al carajo con sus labios.
-...oh no- musito izuku para el, lo que tanto había temido parecía hacerse realidad
Aquel hombre con ojos afilados, un par de caninos decorando sus dientes, mucho más alto que el, con un cuerpo que se podría ver de ensueño debajo de esa ropa de invierno y la capa, no, no se podía
No supo ni siquiera como logro tomar fuerzas de nuevo, hundiéndose en el agua lo más rápido que podía, nadando lo más profundo que podía rezando por no ser visto.