Londres estaba iluminada por las luces de la ciudad mientras Enzo y Sabrina salían del club después de la sesión de fotos. La tensión entre ambos se podía cortar con un cuchillo.
Enzo, con las manos en los bolsillos de su campera, la miraba de reojo. El frío londinense no lograba enfriar el calor que sentía cada vez que estaba cerca de ella.
—Che, Sabri, ¿qué onda si vamos a tomar un café? —dijo Enzo con una media sonrisa, intentando romper el hielo—. Así charlamos un rato, ¿no? Hace banda que no hablamos de verdad.
Sabrina lo miró con una mezcla de incredulidad y fastidio. —¿En serio, Enzo? ¿Vos pensás que tenemos algo de qué hablar? —respondió, cruzando los brazos y deteniéndose en seco—. No hay nada que decir, ya está todo más que claro.
Pero Enzo no se dio por vencido. Sabía que tenía que esforzarse más. Con su típica sonrisa canchera, dio un paso hacia ella. —Dale, Sabri, no te me hagás la difícil. Un café nomás. Te prometo que no te voy a chamuyar… tanto —agregó, guiñándole un ojo.
Sabrina soltó una carcajada irónica, sin cambiar su postura defensiva. —No te hagas el vivo, Enzo. Vos y yo ya no tenemos nada en común. Además, seguís con Valentina, ¿o te olvidaste? No pienso caer de nuevo en tus jueguitos.
Enzo se rascó la nuca, incómodo, pero mantuvo la sonrisa. —Sí, estoy con Valentina… pero vos sabés que lo nuestro fue diferente, Sabri. No podés decir que no extrañás aunque sea un poquito las charlas que teníamos, las risas… todo eso. Y mirá, la verdad es que desde que te vi de nuevo, no dejo de pensar en vos. ¿No podemos hablar como dos personas civilizadas, sin bardos ni quilombos?
Sabrina lo miró fijamente, como si intentara descifrar sus intenciones. —¿Me estás hablando en serio? Después de todo lo que hiciste, ¿creés que podemos ser amigos? No me tomes de boluda, Enzo.
Antes de que Enzo pudiera responder, el celular de Sabrina comenzó a sonar. Ella lo sacó del bolsillo y vio el nombre de Fabrizio en la pantalla. Suspiró y contestó con un tono rápido.
—Ciao, amore. Sí, ya terminé la sesión. Estoy saliendo. No te preocupes, en un rato estoy en el hotel. —Colgó rápidamente, pero Enzo no pudo ocultar la mueca de celos que se formó en su rostro.
—¿Ese era tu novio, no? —dijo Enzo, con un tono que intentaba ser indiferente pero sonaba más molesto de lo que pretendía.
Sabrina se rió, sacudiendo la cabeza. —Sí, mi novio. ¿Te acordás que tengo uno, no? Vos no sos el único que tiene una relación.
Enzo soltó una carcajada sarcástica. —Ah, claro, el noviesito perfecto. Seguro que es un ángel, ¿no? Pero decime la verdad, Sabri, ¿en serio sos feliz con él? Porque, no sé… parece que te hacés la boluda para no pensar en lo que realmente querés.
Sabrina frunció el ceño y dio un paso hacia él, su paciencia al límite. —¿Sabés qué? No tenés ningún derecho a hablarme así. Yo estoy con alguien que me respeta, cosa que vos no supiste hacer. Así que, por favor, dejame en paz. No quiero escuchar más chamuyos.
Enzo levantó las manos en señal de paz, intentando calmar la situación. —Para, tranquilizate. No quería hacerte enojar. Solo digo que… bueno, que lo que tuvimos no se borra así nomás. No estoy diciendo que todo tenga que volver a ser como antes, pero no puedo evitar pensar en vos cada vez que te veo. No me podés negar que vos también sentís algo.
Sabrina lo miró con una mezcla de nostalgia y bronca. —Lo único que siento cuando te veo es dolor por cómo arruinaste todo. Y sí, capaz que una parte de mí todavía recuerda lo que teníamos, pero ya no quiero eso para mi vida. Vos seguí con la tuya, Enzo. Yo ya estoy en otro lugar.
—No te creo, Sabri —dijo Enzo suavemente, acercándose más a ella—. No podés olvidarte así nomás. No me mientas.
Sabrina respiró hondo, conteniendo las lágrimas que amenazaban con salir. —No hay nada más que decir. Ya elegimos nuestros caminos, y no me pienso desviar del mío por vos. Tengo mi vida, y vos tenés la tuya. Así que dejame tranquila, por favor.
Ella se dio vuelta rápidamente y se dirigió hacia un taxi que ya estaba esperándola. Enzo la miró alejarse, sintiendo un vacío creciente en su pecho. Sabía que había metido la pata en el pasado, pero la idea de perderla para siempre era algo que no podía soportar. Mientras el taxi se alejaba, se quedó ahí, solo en la calle, preguntándose si alguna vez tendría una segunda oportunidad con Sabrina.
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REENCUENTRO | Enzo Fernández (PAUSADA)
FanfictionSabrina y Enzo, quienes se conocieron y se amaron desde adolescentes. Tras una traición que separa sus caminos, Sabrina se muda a Italia y Enzo a Inglaterra, donde ambos construyen nuevas vidas. Años después, un destino inesperado los reúne en una s...