Quedarse o quererse

Mente perturbada

Ese día

...

Ese día estaba en mi coche escuchando Lana del Rey pensando en quien podría ser mi siguiente víctima en un pueblo a 500 kilómetros de casa ya que si no me iban a descubrir y eso no es parte del plan.

-¿Me podrías ayudar? Se me acaba de pinchar la rueda delante del coche y no la puedo cambiar, no tengo suficiente fuerza- le pregunté a un chico que estaba pasando.

- Tengo prisa, no estoy para cambiarle ninguna rueda a nadie. Si no puedes te vas a un taller. - me contestó con voz de resentido.

Como se nota que su novia le ha dejado.

Le había leído todo el historial.

-Si te digo que me ayudes, me ayudas y punto -le solté con tono de enfadada.

- Y yo te digo que tengo prisa así que deja de tocar los cojones y aprende a cambiar una rueda que no es muy complicado- me replicó.

Me bajé del coche y en un abrir y cerrar de ojos le puse la mano en la boca y se la tapé con una toalla.

-Así no se trata una dama, Frank- le susurré al oído 

Intentó decirme algo pero tenía la toalla en la boca.

Yendo al pueblo decidí atar a Frank para que no lo viera nadie y que pueda ser mi siguiente víctima.

- No estás entusiasmado de poder decir que te han torturado, Frank- empecé a reírme para después tomar un sorbo de la Coca Cola que tenía al lado y seguir escuchando música.

Después de varias horas en el coche llegamos a casa y le quité la toalla a Frank.

-Frank, Frank. Hemos llegado a tu nuevo hogar, cielo ¿Algo que decir?- me entusiasmé.

-¿Cómo sabes mi nombre esquizofrénica?- me soltó de golpe.

- Cielo, cielo... que bien nos lo vamos a pasar- procedió mi hermano a darle con un bate de béisbol                     

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