Prólogo

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Emma se removía inquieta entre las sábanas, atrapada en un sueño que la envolvía con la intensidad de un recuerdo olvidado. En ese sueño, aparecía una niña pequeña, de apenas cinco años, caminando de la mano de su padre mientras caía la noche. El aire, cargado con la brisa marina y el aroma salado del mar, creaba una atmósfera que parecía demasiado real para ser solo un sueño.

El padre se detuvo frente a un colorido puesto de comida rápida, cuyas luces brillaban en la penumbra.

—Aquí tienes —dijo, entregando a la niña una hamburguesa con queso y una bebida.

La niña, con los ojos llenos de anticipación, mordió la hamburguesa, saboreando cada bocado. Pero algo la inquietó.

—Papá, ¿tú no comes? —preguntó, al ver que sus manos estaban vacías.

—No tengo apetito, no te preocupes —respondió él con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.

En pocos minutos, la niña terminó su comida, pero el sueño comenzó a arrastrarla. Un estruendo interrumpió la calma, y su padre la agarró del brazo, tirando de ella con urgencia.

A medida que caminaban, sus pies seguían moviéndose mecánicamente, pero su mente comenzaba a apagarse. El mundo a su alrededor se desdibujaba, volviéndose una nebulosa de colores y sonidos lejanos. Solo una cosa permanecía clara: la expresión sombría en el rostro de su padre y el cartel del puesto de comida rápida, que revelaba un nombre: "Palm&Rush".

Emma despertó sobresaltada, con el corazón desbocado y la respiración entrecortada. La noche aún cubría la ciudad, pero en su mente, las imágenes del sueño seguían tan vívidas como si acabara de experimentarlas.

Mientras se frotaba las sienes, intentando encajar las piezas de aquel enigma, una inquietante sensación la envolvía. 

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