El reloj de pared marcaba las 9:15 a.m, y la oficina de Recursos Humanos estaba llena de actividad.
Emma se encontraba sentada en su escritorio, rodeada de pilas de documentos, carpetas etiquetadas y una pantalla de ordenador que parecía no dejar de parpadear. El sonido de los teclados resonaba en el espacio abierto, mezclándose con el murmullo constante de conversaciones telefónicas y el ocasional timbre de la cafetera.
Emma suspiró mientras revisaba una y otra vez el mismo informe que le había sido asignado la semana pasada. Sus ojos recorrían las líneas de texto, pero su mente estaba lejos, atrapada en las imágenes borrosas de un sueño que le había acosado desde que se despertó esa mañana.
Cerró los ojos por un momento, intentando aferrarse a cualquier detalle que pudiera recordar. Vio destellos de una playa bañada por la luz dorada del atardecer, risas lejanas mezcladas con el sonido de las olas y una melodía familiar que no podía ubicar. Pero tan pronto como esas imágenes aparecían, se desvanecían como arena entre sus dedos, dejándola con más preguntas que respuestas.
—¿Otra vez soñando despierta, Emma? -— La voz jovial de Carlos la sacó de sus pensamientos. Su compañero de cubículo se asomaba por encima de la mampara, con una taza de café humeante en la mano y una sonrisa cómplice en el rostro.
— Lo siento, creo que no he dormido muy bien — respondió ella, intentando disimular su distracción con una sonrisa forzada.
Carlos era un hombre de poco más de treinta años, con un aire desenfadado que le hacía parecer siempre relajado, incluso en medio del estrés de la oficina. Su cabello castaño claro, algo alborotado, parecía reflejar su carácter despreocupado. Llevaba una camisa de cuadros arremangada hasta los codos, lo que dejaba ver sus antebrazos ligeramente bronceados, como si acabara de regresar de un fin de semana de la playa.
Sus ojos marrones, cálidos y llenos de vida, brillaban con la habitual chispa de humor que siempre traía consigo, una chispa que, a menudo, lograba arrancar una sonrisa a Emma, incluso en los días más grises. La barba corta y bien cuidada que adornaba su rostro le daba un aspecto de confianza y cercanía, atributos que le habían ganado la simpatía de la mayoría de sus compañeros.
—¿Estás bien? —insistió Carlos, bajando un poco la voz, como si detectara que algo más que el cansancio habitual estaba afectando a su amiga. Había aprendido a leer entre líneas con Emma, sabiendo que su sonrisa forzada era una señal de que algo no iba del todo bien.
Emma asintió, pero evitó mirarlo directamente a los ojos. No quería preocuparlo con los pensamientos confusos que la rondaban. Sabía que Carlos era del tipo que no se quedaba tranquilo hasta asegurarse de que los demás estuvieran bien, y no quería que él sintiera que debía cargar con sus inquietudes.
—Solo un poco distraída, nada que un buen café no pueda arreglar —dijo, finalmente mirándolo con una sonrisa más sincera esta vez.
Carlos la observó por un momento más, luego dejó escapar una risita suave.
—Entonces te prepararé un café que te va a salvar el día. Lo preparé con doble dosis de ánimo —bromeó.
Carlos siempre sabía cómo hacerla sentir un poco mejor. Estaba a punto de añadir algo más, quizás otra broma ligera para hacerla reír, cuando una figura imponente apareció detrás de él, haciendo que ambos volvieran la vista.
—Emma, necesito hablar contigo. —La voz firme y autoritaria de la señora Gómez resonó en el cubículo, rompiendo el ambiente relajado que Carlos había logrado crear. La jefa de Emma era una mujer en sus cincuenta y tantos, siempre impecablemente vestida, con un traje gris que parecía tan rígido como su actitud. Su cabello, recogido en un moño apretado, y sus ojos agudos, que no dejaban pasar ningún detalle, la convertían en una figura a la que todos respetaban, pero también temían un poco.
Carlos, captando al instante el cambio en la atmósfera, retrocedió con una sonrisa educada y un gesto de asentimiento.
—Por favor, abre tu correo y revisa los detalles del nuevo proyecto que acabo de enviar. —ordenó la señora Gómez, sin perder un segundo. Su tono no dejaba espacio para objeciones, y Emma, con un rápido asentimiento, dejó la taza de café a un lado y se giró hacia su ordenador.
La señora Gómez se cruzó de brazos, permaneciendo de pie junto a Emma mientras está abría su bandeja de entrada. El correo que mencionaba el nuevo proyecto estaba en lo más alto de la lista, marcado con un asunto urgente y acompañado de múltiples archivos adjuntos que seguramente significaba que iba a ser un día de trabajo intensivo por delante.
—Es un proyecto importante, Emma. Quiero que le des prioridad absoluta. No podemos permitirnos errores. —La señora Gómez enfatizó cada palabra con una mirada crítica, esperando una respuesta inmediata.
—Sí, señora Gómez, lo revisaré de inmediato —respondió Emma, sintiendo el peso de la responsabilidad caer sobre ella. Abrió el correo, escaneando rápidamente el contenido, pero sus pensamientos aún estaban dispersos, divididos entre el sueño perturbador de esa mañana, la amabilidad de Carlos, y ahora este nuevo desafío.
Mientras la señora Gómez se retiraba con la misma firmeza con la que había llegado, Emma soltó un suspiro y se reclinó ligeramente en su silla. Su mente ya estaba comenzando a evaluar las tareas que tenía por delante cuando algo en la bandeja de entrada captó su atención.
Entre los múltiples correos nuevos, uno en particular destacaba, aunque había pasado desapercibido en un primer vistazo. Estaba en la bandeja de spam, pero su asunto era inconfundible:
"¡Has ganado un viaje a Ibiza para dos personas!"
Frunció el ceño, extrañada. No recordaba haber participado en ningún sorteo recientemente, y mucho menos uno que ofreciera un premio tan atractivo. Aun así, algo en ese correo la incitó a abrirlo. El mensaje estaba decorado con imágenes vibrantes de playas cristalinas, fiestas bajo la luna y hoteles lujosos. El texto afirmaba que había sido seleccionada al azar entre miles de participantes y que solo necesitaba confirmar sus datos para reclamar el premio.
Emma sabía que lo más probable es que se tratara de una estafa más, pero había algo en la mención de Ibiza que hizo que su corazón latiera un poco más rápido. Una sensación de familiaridad la invadió, como si ese nombre conectara con algo profundo y olvidado dentro de ella. Cerró los ojos nuevamente, y esta vez las imágenes del sueño regresaron con más fuerza: el sol reflejándose en aguas turquesas, el aroma salado del mar, y una risa contagiosa que provenía de una figura difusa a su lado.
—Aquí tienes, bien cargado como te gusta —anunció Carlos, colocando la taza de café en el escritorio de Emma.
—Gracias, eres un ángel —respondió ella, tomando la taza con ambas manos y aspirando el aroma reconfortante.
Carlos se quedó de pie por un momento, observando la pantalla de Emma—: ¿Un viaje a Ibiza? Suena tentador.
Emma sonrió con ironía—: Probablemente solo sea otro intento de sacarme información personal. Ya sabes cómo son estos correos.
—Puede ser, pero imagina que fuera real. Un poco de sol y playa, no te vendría nada mal con lo blanca que estás—dijo Carlos señalando—. Además, siempre puedes investigar un poco antes de descartarlo.
Ella asintió, considerando la idea, unas vacaciones no le vendrían nada mal después de toda esa semana de trabajo. Tal vez podría verificar la legitimidad del correo durante su hora de almuerzo. Después de todo, no perdía nada con intentarlo.
—Lo pensaré. Gracias por el consejo y por el café.
—Para eso estamos. —agregó él con una sonrisa antes de volver a su asiento.
Emma se quedó mirando la pantalla, sumergida en sus pensamientos. El zumbido de la oficina se desvaneció a su alrededor mientras contemplaba las posibilidades. ¿Qué pasaría si ese correo fuera real? ¿Y por qué sentía esa extraña conexión con Ibiza, un lugar al que, hasta donde recordaba, nunca había visitado?
Tomó un sorbo de café, dejando que el calor le llenara el cuerpo, y decidió que investigaría más sobre ese misterioso correo pero antes tenía que terminar todo aquel proyecto que la señora Gómez le había dejado.
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JACKPOT
Misteri / Thriller"Regresar es solo el comienzo; los recuerdos ocultan secretos que nunca se fueron." Emma comienza a recordar fragmentos de un pasado olvidado, sueños que tal vez no son sueños, sino advertencias. Lo que comenzó como un viaje de celebración se convi...