Capítulo 4

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Daner me observa con cara de haber propuesto la mayor de las indecencias, lo cual me hace reír.

—¿No es un poco tarde?

—Me lo debes, me has dejado sin postre.

No tengo nada que decir ante sus palabras, porque tiene toda la maldita razón. Se merece ese helado por haber renunciado a su postre por mí.

—Está bien. Pero pagas tú, yo no soy la empresaria.

—Trato —accede tras soltar una breve carcajada.

Salimos del local y lo observo mientras baja la persiana y coloca el candado.

Después empiezo a caminar en dirección a su coche, pero su mano agarra mi brazo, deteniéndome. Me giro hacia él, sorprendida por el contacto y repentinamente nerviosa.

Mi piel arde bajo la suya.

Finjo que no pasa nada, que es un roce casual y que no ha erizado cada maldito vello de mi cuerpo. 

—Podemos ir andando, hay una heladería a unos 10 minutos de aquí.

Asiento con la cabeza y no recupero la estabilidad hasta que me suelta el brazo. Dejo que me guíe a través de las desconocidas calles mientras me pregunto qué diablos acaba de pasar. ¿Por qué he reaccionado así ante un simple agarre? La respuesta ha sido claramente desmesurada.

Una malvada parte de mí me recuerda que Mark lleva meses sin ponerme ni la mitad de nerviosa de lo que Daner me ha puesto con un simple roce.

Sacudo levemente la cabeza y presto atención al chico que camina a mi lado y me observa divertido.

—¿Qué pasa?

—¿Acaso estás sorda? Te acabo de hablar.

—Lo siento —sonrío apurada y su gesto de burla solo crece—, ¿qué has dicho?

—He dicho qué cómo te van las clases. Te has puesto incómoda cuando mi padre ha sacado el tema en la cena. ¿Pasa algo en el instituto?

—Ah, no. Simplemente estoy cansada.

—¿Cansada de qué exactamente? —pregunta con interés.

Sorprendentemente, no me molesta hablar de esto con él. Toda la presión que siento con Robert, con mi madre, con Mark y su familia e incluso a veces con Maddie, no la siento con Daner.

Su interés es genuino y se le ve despreocupado.

A diferencia de los demás, él no me está juzgando. Así que decido no evitar el tema esta vez.

—Cansada de que mi vida se resuma en ir a clase y estudiar para los exámenes. 

—Es comprensible.

—Me siento ahogada y necesito un respiro. Todos mis compañeros están ilusionados por graduarse y empezar la universidad, mientras que yo no tengo ni idea de qué carrera elegir. Ni siquiera sé si quiero ir a la universidad y ni siquiera me agobia no tener las cosas claras.

—¿Por qué no te tomas un año sabático?

—No puedo hacer eso —respondo automáticamente.

—¿Por qué no? Acabas de decir que necesitas un respiro.

En realidad tiene razón.

—Supongo que a nadie excepto a mí le gusta esa idea.

—¿Y eso qué más da?

La conversación se interrumpe porque llegamos a la heladería. Una chica un poco más joven que yo nos atiende.

—¿Quieres lo de siempre? —pregunta Daner con naturalidad, como si no hubiesen pasado 6 años desde la ultima vez que tomamos un helado juntos.

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⏰ Última actualización: Aug 22 ⏰

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