Después de años de investigaciones y al darme cuenta de que el estudio de anomalías ya no me apasionaba como en mi juventud, decidí hacer algo valioso para el país y convertirme en profesor. Me costó un poco decidir la materia, ya que a estas alturas nada me parecía demasiado difícil. Finalmente, opté por ser profesor de física por simple elección.
No resultó complicado comenzar a trabajar en la secundaria local; no se requerían demasiados documentos y, en realidad, se necesitaban profesores nuevos con urgencia, pues los que llegaban a menudo emigraban a la ciudad y aquellos que enseñaban la materia sin un conocimiento sólido cometían numerosos errores.
Mi primer día de clases fue algo difícil. Los adolescentes pueden ser molestos y crueles, y no pierden la oportunidad de hacer bromas estúpidas a los profesores que recién comienzan su carrera.
No había muchos estudiantes, ya que se trataba de un pueblo pequeño donde todos se conocían. Sin embargo, había un chico llamado Bill, de cuyo apellido no sabía. Tenía un grupo de amigos relativamente grande, y se notaba que él era el más joven de ellos. Había observado esto antes durante mi adolescencia: niños inmaduros se asociaban con chicos mayores para ganar su aceptación. Pero Bill parecía diferente. Era notablemente atractivo, alguien que fácilmente podría aparecer en revistas. Su aspecto andrógino, con el cabello largo hasta los hombros y un corte disparejo que parecía el resultado de una pelea con una tijera la noche anterior, llamaba la atención.
Realmente solo sabía su nombre, ya que todos los profesores hablaban bien de él: alguien con calificaciones perfectas, un chico con una gran sonrisa que todos admiraban.
Poco después, tuve que dar clases en su salón y allí comprendí lo que mis colegas habían dicho. Era realmente inteligente, tenía una sonrisa encantadora y resultaba aún más lindo de cerca.
Después de terminar la clase, salí como de costumbre. De repente, alguien me tocó el hombro; era Bill.
Él sonrió nerviosamente antes de decir:
— Profesor Stanford, no entendí esta parte. ¿Puede ayudarme?
Mi corazón latía con fuerza; supongo que hacía mucho tiempo que no hablaba con alguien tan atractivo.
Comencé a explicarle con más detalle, tratando de mantener la mayor distancia posible.
Él asintió suavemente, me dio la mano y se fue rápidamente con su grupo de amigos.
Me sentía algo culpable, pero si no pasaba nada más, no tenía por qué preocuparme.
Al día siguiente, iba tranquilamente a mi primera clase cuando lo vi: Bill, riendo con dos de sus amigos. Me quedé observándolo sin querer por un momento, hasta que él se dio cuenta. Me morí de vergüenza, pero él solo sonrió y me saludó moviendo la mano de un lado a otro.
Durante el recreo, estaba en el segundo piso, mirando hacia el patio de la secundaria, cuando me sorprendí buscando a Bill con la mirada. ¿Qué me está pasando? Estoy seguro de que esto es culpa de haberme aislado tanto tiempo en la cabaña.
No podía sacarme de la cabeza a ese chico de cabello mal cortado. Había visto algo similar en revistas, un corte llamado... ¿Wolf cut? Era un estilo atrevido a mi parecer, pero parecía formar parte de su imagen. Es rubio, pero sus pestañas, además de largas, son muy oscuras, por lo que probablemente usa maquillaje. ¿Será punk o alguna de esas subculturas juveniles?
Estaba inmerso en mis pensamientos cuando sentí que alguien me hablaba; era la persona que sin querer estaba buscando: Bill.
Este chico probablemente me hará perder la cordura.
Su piel pálida se iluminaba suavemente con el sol, sus ojos brillaban con intensidad, y su cabello se veía bien cuidado, suave y lleno de vida.
Salí de mis pensamientos para escuchar lo que él decía.
— ¿Profesor?
— Hola, Bill. ¿Qué necesitas? —respondí.
— Quería preguntarle si... usted trabaja como profesor particular.
Mi corazón se hundió; entré en un estado de shock por un momento hasta que su voz me hizo volver a la realidad.
— ¿Profesor, está bien?
No sabía si rechazar la oferta o aceptarla. ¿Realmente necesitaba el dinero extra? ¿O debía alejarme de este chico lo máximo posible?
Antes de que pudiera responder, sonó la campana. Bill hizo un gesto de molestia discreto, se despidió rápidamente y se fue.
No me atreví a salir del baño de profesores durante los siguientes recreos, temeroso de encontrarme con Bill en los pasillos. De todas formas, no tenía clase con él ese día.
Cuando estuve seguro de que ya no quedaba nadie en la secundaria, salí del baño, caminé un poco y, desgraciadamente, me encontré con Bill en los pasillos.
Él sonrió, con un regocijo que juraría que se notaba, y con una sonrisa aún en el rostro, dijo:
— No terminamos de hablar, profesor. ¿Acepta?
Pensé un momento antes de responder. En realidad, necesitaba un poco de dinero extra, aunque no entendía cómo un chico tan inteligente como Bill necesitara tutorías particulares.
— Está bien, Bill, acepto.
Bill sonrió gratificado.
— Mañana, después de clases. Es una cita.
Antes de que pudiera responder, él se fue, dejándome con las palabras en la boca. Mordí mi lengua y me fui a casa para completar las tareas que me quedaban para el día siguiente, además de una clase extra que había planeado exclusivamente para Bill.
Después de un tiempo, finalmente terminé. Durante ese rato, solía escribir o dibujar un poco.
Decidí dibujar. Tomé algunos de mis materiales y comencé a trabajar, perdido en mis pensamientos. Sin darme cuenta, terminé dibujando a Bill: su cabello rubio, sus ojos, sus labios y la hermosa forma de su rostro. Algo estaba ocurriendo con él, algo que nunca antes había sentido. Realmente no sé cómo reaccionar ante este sentimiento.
Solo suspiré y me acosté, preparándome para el día siguiente.
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Fallen Angel ─ BillFord
RomanceStanford Pines decidio ser profesor de Secundaria en una escuela local. Allí conoceria a uno de sus estudiantes, Bill Cipher, sin imaginar que aquel joven acabaria de destruir su vida y mente por completo. "Cada vez que miro en tus ojos, recuerdo c...