El primer día de clases en la universidad llegó más rápido de lo que Valery había anticipado. Después de la llegada caótica y el peculiar encuentro con los miembros del club paranormal, había pasado la noche intentando prepararse para su nueva vida. Las calles bulliciosas de la capital, el ajetreo constante de la residencia estudiantil, todo era un contraste tan marcado con la tranquila vida que había dejado atrás que Valery sentía que estaba viviendo en un sueño, uno que no lograba comprender del todo.
La luz del amanecer comenzaba a filtrarse a través de las cortinas delgadas cuando Valery se despertó aquella mañana. Una fina niebla envolvía la ciudad, suavizando los contornos de los edificios altos que se alzaban como gigantes silenciosos más allá de la ventana. Se quedó unos momentos bajo las sábanas, sintiendo el frescor de la mañana y permitiéndose disfrutar del silencio antes de que comenzara el ajetreo del día. Sabía que hoy no solo era el comienzo de sus clases de Psicología, sino también su primer encuentro oficial con el club paranormal, un evento que anticipaba con una mezcla de curiosidad y ligera aprensión.
Se levantó lentamente, disfrutando de la sensación del frío suelo bajo sus pies desnudos. La habitación estaba casi completamente en silencio, salvo por el zumbido suave del tráfico en la distancia. Se dirigió al pequeño baño adjunto, donde el espejo empañado le devolvió su reflejo adormilado. Abrió el grifo y dejó correr el agua, esperando a que alcanzara la temperatura adecuada antes de lavarse la cara. El frío líquido la despertó por completo. Mientras se miraba al espejo, Valery notó el brillo nervioso en sus ojos, una mezcla de emoción y algo de miedo ante lo que estaba por venir.
Después de una ducha rápida, se vistió con cuidado, eligiendo un atuendo sencillo pero cómodo. Optó por un suéter gris suave y unos jeans oscuros, junto con unas botas que le daban un toque de seguridad. Mientras se cepillaba el cabello, Valery no pudo evitar que su mente vagara hacia el club y, más específicamente, hacia Jake. A pesar de haber compartido con él tan poco tiempo, su imagen seguía apareciendo en su mente: su sonrisa fácil, los músculos que se marcaban bajo su ropa, y esos ojos grises que parecían ver más allá de la superficie. Valery suspiró y dejó caer el cepillo, apartando esos pensamientos. "Enfócate en las clases", se dijo a sí misma.
La mañana avanzó rápidamente. Las primeras clases fueron tan intensas como había anticipado, llenas de términos técnicos y teorías complejas que los profesores lanzaban sin tregua. Valery se concentró, tomando notas con furia para no perderse nada, pero también había un hilo constante de pensamientos que la distraían. Cada vez que se encontraba absorta en sus apuntes, recordaba la reunión del club que tendría esa tarde, y la imagen de Jake volvía a su mente, como un recordatorio persistente de que había más en esta nueva vida de lo que había anticipado.
Cuando la última clase de la mañana terminó, Valery recogió sus cosas y se dirigió al comedor. El sol de mediodía había disipado la niebla, y los rayos cálidos ahora iluminaban las aceras, llenando de vida el campus. El comedor estaba lleno de estudiantes, cada mesa ocupada por grupos que charlaban animadamente o reían mientras disfrutaban de su almuerzo. Valery, que aún no conocía a muchos, decidió encontrar una mesa vacía en una esquina y se sentó, agradecida por un momento de tranquilidad. Compró su almuerzo, una ensalada sencilla que le hizo dudar sobre sile ayudaría a combatir el hambre.
La cacofonía de voces y risas la hacía sentirse algo aislada, pero al mismo tiempo, había un cierto consuelo en ser una observadora silenciosa, una figura que aún no había sido absorbida por la dinámica social que la rodeaba. Podía ver a un grupo de chicas en la mesa frente a ella, todas perfectamente arregladas, riendo y mostrando fotos en sus teléfonos; más allá, un grupo de chicos discutía sobre algún partido reciente, sus voces llenas de emoción.
Mientras masticaba su comida, sumida en sus pensamientos, sintió que alguien se acercaba y ocupaba la silla frente a ella. Al levantar la vista, sus ojos se encontraron con los de Jake. Estaba allí, con su chaqueta de cuero negra, su cabello castaño ligeramente desordenado y una sonrisa fácil que hizo que el corazón de Valery se acelerara.
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PARA-NORMAL CLUB
RomanceValery nunca imaginó que un retraso en su ingreso a la universidad cambiaría su vida por completo. Recién llegada a la capital, se enfrenta a la ansiedad de empezar tarde, unos padres demasiado preocupados y una residencia llena de extraños. Pero lo...