En este mundo distópico, un extraño virus lo cambiará todo. Reese Birdwhistle, estudiante de preparatoria, separada de su padre y cuidada por su madre, es una joven sagaz y lunática. La súbita aparición de un virus evolucionado y letal que ataca a l...
El señor Asher le pide que espere mientras anuncia su llegada, ya que como es nuevo, no tuvo oportunidad de aviso previo. Pavel responde solo con gestos.
El señor Asher entra al aula diciendo: "Silencio, por favor. A partir de hoy van a tener un nuevo compañero".
Le pide que se presente, pero Pavel se queda en silencio, inmóvil en medio de la clase. No puede dejar de pensar en los nervios que siente y en cómo reaccionarán todos los demás. Sin embargo, ya es tarde.
El señor Asher toca su hombro para que reaccione.
En su mano tiene algo: un cuaderno.
Abrió su cuadernillo y la mostró a todos. En la primera página, había escrito en letras grandes y claras: "MUCHO GUSTO EN CONOCERLOS. MI NOMBRE ES PAVEL DE LOUGHREY".
Luego, pasó a la siguiente página, donde había agregado: "Y me gustaría poder conocerlos a todos".
Al volver la página, apareció un mensaje más: "USEN ESTE CUADERNO CUANDO QUIERAN HABLAR CONMIGO Y ESCRIBAN EN ÉL PARA PODER COMUNICARNOS, POR FAVOR".
Finalmente, en la última página, había escrito un mensaje simple pero significativo: "NO PUEDO ESCUCHAR".
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Pavel parece nervioso, camina con dificultad, como si cada paso fuera un desafío. Se tropieza con objetos y mantiene la mirada baja, enfocada en el suelo. Después de un incómodo silencio, Pavel finalmente se sienta.
La hoja del cuadernillo se llena de nombres rápidamente, ya que solo buscan presentarse y llenar el vacío.
Onodera se acerca y se presenta a Pavel, intercambiando un apretón de manos. La mirada de Onodera refleja fascinación.
Reese lo observa con interés, sintiendo una creciente curiosidad. Quiere acercarse a saludarlo, pero decide esperar hasta que Pavel esté solo.
El silencio se vuelve incómodo mientras Pavel tiene la mirada fija en otro cuaderno, uno que no parece destinado a escribir.
Reese se mueve entre los espacios vacíos, calcula sus pasos y repasa mentalmente sus acciones. Lo observa sin interrumpir, golpea suavemente la esquina de la mesa. Pavel reacciona, le ofrece el cuaderno para que lo tome. Reese parece nerviosa, Pavel nota y mira cómo su mano tiembla y cómo los mechones de su negra cabellera se deslizan desde la frente y se detienen, apenas, en su cara.
Para iniciar una conversación Reese le pregunta a Pavel por escrito si habla. El silencio es inusual, ya que Reese sabe que no todos los sordos son mudos.
Pavel le contesta que desde chiquito no puede escuchar, que no puede pronunciar igual las palabras que una persona oyente, que nadie quiere que hable, que de comunicarse se comunica pero con un lenguaje de señas.
