En las horas más profundas de la noche, cuando el silencio es tan espeso como la sombra, un velo de misterio envuelve Auradon. La línea entre la luz y la oscuridad se ha difuminado, y ahora, en lugar de separar, se fusionan en una danza inquietante...
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En la Isla de los Perdidos, donde los villanos más infames de los cuentos de hadas estaban confinados, la oscuridad era una constante. La luz del día apenas penetraba la niebla perpetua que cubría la isla, y sus habitantes habían aprendido a sobrevivir en las sombras.
En un imponente castillo en ruinas, la malvada Maléfica observaba desde lo alto su oscuro reino. Frente a ella, un grupo de jóvenes villanos se encontraba reunido, esperando ansiosamente la palabra de sus padres. Entre ellos estaba Mal, la hija de Maléfica; Evie, la hija de la Reina Malvada; Jay, el hijo de Jafar; Carlos, el hijo de Cruella de Vil; y un joven de expresión seria que destacaba por su tranquilidad, Zhuo, el hijo de Shan Yu, el villano de Mulan.
Maléfica miró a los jóvenes con desdén, disfrutando de su posición de poder.
- ¡Bien! Llegó el momento que todos hemos estado esperando. -
Aquel grito hizo que los cinco jóvenes saltaran por lo repentino que fue. Sus vistas seguían la imponente figura de Maléfica, quien se dirigía a un sofa, el cual, ella lo llamaba su trono.
- El inepto hijo de Bella y Bestia los llamo específicamente a ustedes, para que sean los nuevos miembros de su gran escuela. -
Mal miró a su madre con un destello de sorpresa en sus ojos.
