AL DÍA SIGUIENTE:
Era otro día en Britania, finalmente llegó el amanecer y en el cielo el sol empezó a brindar de sus cálidos y brillantes rayos, los pecados capitales aún seguían dormidos en sus habitaciones.
Por otro lado cierto pelinegro ya se encontraba despierto y sentado en una de las mesas de la taberna mientras leía tranquilamente un libro, a un lado en la mesa habían 4 libros más apilados y una taza de te.
-Terminaré esto antes de que ellos despierten -murmuró-
Así siguió en su lectura, los libros de historia claramente te enseñaban mucho.
Paso media hora cuando derrepente cierto rubio empezó a bajar por las escaleras hasta llegar a la planta de abajo, al ver a Zeldris no se sorprendió mucho pero se acercó a él.
-¿Qué haces hermanito?
-Leyendo -respondió sin apartar su vista del libro-
-¿Te levantaste tan temprano sólo por eso? -bostezo- no entiendo que caso tiene leer esos libros.
-Meliodas. -pronunció para luego mirarlo- a ti nunca te a gustado nada que tenga que ver con la escritura o los números
-Sate,sate,sate puedo leer los libros -se defendió el rubio, luego señaló los libros que estaban en la mesa- es sólo que tú lees unos muy aburridos, son más divertidos los que tienen imágenes
Zeldris sólo rodó los ojos, luego volvió su vista a su lectura, no perdería más tiempo con el rubio.
-Vamos hermanito, no me ignores, sabes que no hemos hablado en mucho tiempo.
-¿De qué quieres hablar? -pregunto sin quitar su vista del libro-
-No me gusta hablar cuando no me estás prestando atención -respondio fastidiado-
-Te estoy escuchando, sólo di lo que quieras decir y déjame en paz Meliodas.
-¿Es encerio Zeldris? ¡porque siempre tienes que ser de esa manera conmigo! ¡¡si es por lo de hace 3000 años ya me disculpe!!
Exclamó enojado, luego golpeó con su mano la mesa y al momento de hacerlo cierta taza de te cayó y se derramó en uno de los libros, todo pasó de manera lenta o almenos así lo sintieron ambos.
cuando al fin salieron de la incertidumbre Meliodas sólo puso sus manos detrás de su cabeza mientras silvaba.
-Ja, ja creo que tienes razón, voy a darte un poco de espacio, creo que volveré a mi habitación, aún tengo sueño. -bostezo de manera exagerada-
Zeldris sólo entrecerro los ojos con molestia sin más se levantó de donde estaba sólo para agarrar la mesa y levantarla (la mesa era pequeña, tamaño normal), al hacer eso los libros y la taza cayeron al suelo.
Meliodas sólo sonrió nervioso al ver eso, Zeldris no iba a tirarle la mesa ¿o si.?.
-¡Arruinaste mis libros!
-¡Espera Zeldris! ¡te compraré otros, lo juro! -respondió retrocediendo-
-¡No los quiero!
respondio el pelinegro molesto, y apuntó de tirarle aquella mesa cuando derrepente el rubio empezó a correr lejos.
-¡Sólo son unos libros! ¡deberías respetarme soy tu hermano mayor!
-¡Fuiste tu quien daño mis libros!
Y así empezó, aunque al rubio se le empezaba hacer divertido el hecho de que Zeldris lo estuviera persiguiendo por toda la taberna con la intención de tirarle aquella mesa, no había mucho espacio pero de todas formas lograba esquivarlo y escapar.
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Meldris
FanfictionLa guerra santa había terminado hace algunos días atrás, los siete pecados capitales habían acabado con el rey demonio, trayendo así paz y tranquilidad a la hermosa Britania después de tanto. ¿qué pasará?