Heridas en la pista.
Llegaba tarde a todos lados, días normales o días importantes, siempre tarde.Hay un dialogo en la película de El diario de la princesa que decía: Una reina no llega tarde, los demás simplemente se adelantan. Esa era mi justificación, lastimosamente yo no era una reina, bueno quizá si, en la pista.
Eran las 11:45 de la mañana, cuando tenia que llegar a las 11:20. Tampoco era tan tarde, pero hoy iba ser un día especial, una competencia importante, tan importante que vendrían patrocinadores, maestros y una que otra celebridad dentro del mundo del patinaje.
Era una oportunidad grandiosa que podría cambiarme la vida o al menos hacerla más sencilla.
Estaba muy nerviosa, el corazón me latía en la garganta. Pero también estaba cansada, tanto que podía dormirme de pie ahora mismo, ni siquiera pude pasar a mi casa para descansar un poco y despedirme de mamá. Incluso aun traía el uniforme de la cafetería.
Trabajar doble turno es agotador, más si tienes que lidiar con clientes estúpidos, que solo van para molestar. Estaba harta.
Pero lo necesitaba, necesitaba ese trabajo para comprar las medicinas de mi mamá. Y por ella, yo trabajaría sin descanso, con tal de verla tranquila y sana.Los pasillos estaban completamente vacíos, ya todos estaban en la pista. Y aunque todavía no era la presentación, tenia que ensayar por lo menos diez minutos, por si acaso, por si acaso y caigo, pero eso jamás pasaba y no tenia que pasar hoy.
Abrí mi casillero tan rápido como pude, saqué mis patines y los colgué en mi hombro y también tomé mi sudadera negra, porque el día estaba helado. Cerré el casillero y caminé para dirigirme a la pista.
Me resbalo un poco al hacerlo y me detengo para averiguar porqué.
El maldito piso estaba recién fregado y mis pies se resbalaban, entorpeciendo mis pasos.
¡Mierda! ¡No voy a llegar!
No era una buena idea correr con el piso mojado, pero tenia que hacerlo si quería llegar a tiempo.
Así que lo hice, sin medir las consecuencias...
Corrí y al doblar por un pasillo, mi cuerpo choca abruptamente con otro cuerpo, provocando una caída rápida y dolorosa al suelo.
Mis patines y mi sudadera también caen, excepto mi mochila, que suavizó solo un poco la caída.El dolor permanecía en mi brazo derecho, pues todo mi peso cayó sobre el, impidiendo levantarme.
Estaba norteada y no podía ver con claridad con quien había chocado.
-Auch- Una voz varonil se queja.
¡Mierda es un chico!
Recupero un poco la visión, y si, era completamente un chico.
Estaba sentado mirándose el brazo.Lentamente me senté y me arrastré hasta él.
-¡Ay no! Perdón, no te vi, ni te escuché venir- empecé a pedirle tantas disculpas como mi boca pudiera pronunciar.
En ese momento veo que el tiene una herida, como un rasguño, una cortadita de esas que no duelen, si no arden.
¿Pero con qué se cortó?
¡Ay no!
Busco con la mirada mis patines en el suelo, y noto que no tienen los guardas (protectores) en las cuchillas.
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El fuego entre tus piernas
RomanceHay caídas que cambian el rumbo de nuestras vidas... Eso le sucede a Clary, cuando justo minutos antes de competir sobre el hielo, repentinamente su novio la termina sin explicación alguna. Y después ella cae... en plena competencia. Su vida se vu...