i think i'm gonna love you for a long, long time

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Juan y Spreen se conocieron en el colegio cuando el de gafas tenía siete años y el pelinegro nueve. Al vivir en un pueblo relativamente pequeño todos los niños iban a la misma escuela, así que no era raro que se conocieran entre ellos a pesar de la diferencia de edad.

El niño de gafas estaba jugando solo con dos peluches que le había regalado su madre recientemente, ya que normalmente sus compañeros no querían acercarse a jugar con él al pensar que era "rarito". Su diversión fue interrumpida cuando dos niños de su clase llegaron hasta él y le quitaron su peluche de nutria, pasándoselo entre ellos para que Juan no lo pudiera alcanzar. Encima, era más bajito que ellos y tenía que saltar para intentar agarrarlo.

- ¡Hey, devuélvanle eso! -

Los niños se asustaron cuando vieron a alguien mayor que ellos mirándolos desafiante, soltando el peluche y yéndose lejos de ellos. Juan se encontró a un niño pelinegro de ojos grises y bastante más alto que él, llevando una camisa celeste y unos pantalones de chándal algo sucios. Su primera reacción tras recoger el peluche del suelo fue mirar al otro como si estuviera viendo miles de estrellas brillantes. Acto seguido lo abrazó.

- ¡Gracias niño mayor! - Le dijo. El contrario no le correspondió el abrazo. - ¿Quieres jugar conmigo? Puedes ser el oso. -

El pelinegro se fijó en el otro peluche que estaba en el suelo, el que no habían agarrado aquellos compañeros del menor. Efectivamente era un oso de color negro, casi gris.

- Vale... - Dijo extrañado. Hacía tiempo que no jugaba con juguetes; ahora estaba más acostumbrado a ir a casa de Carre (su mejor amigo) para jugar a esos videojuegos que sus padres no le dejaban tener por ser de mayores. Él ya pensaba que era lo suficientemente mayor. - ¿Y a qué se supone que jugamos? -

Ambos se sentaron en el suelo y agarraron sus respectivos peluches. - La señora nutria va a casarse con el señor oso, pero la señora nutria está enfadada con el señor oso porque él la engañó con la señora coneja. -

El ojigris lo miró extrañado. - ¿Y qué tengo que hacer para que le perdone? - Preguntó. No quería ser el malo de la historia.

- Ah, es fácil. - Juan sonrió. - Sólo tienes que decirle que la amas mucho y darle un beso. -

El de gafas de repente puso el peluche de nutria muy cerca de su cara, haciéndole retroceder un poco. Aquello se estaba poniendo raro.

- Prefiero no seguir jugando la verdad. -

El castaño bajó el peluche y miró al contrario frustrado. - Que aburrido eres. -

Juan se levantó y fue a irse a otro lugar del patio, pero el mayor lo detuvo y le extendió la mano como si fuera un hombre de negocios.

- Me llamo Spreen. - Dijo sonriente. - Mi mejor amigo y yo a veces traemos chuches al recreo, puedes sentarte con nosotros si quieres algunas. Además, si estás allí seguro que ningún otro de tus compañeros vuelve a meterse contigo. -

El de gafas sonrió. - Yo soy Juan. Y sí, me sentaré con ustedes. - Aquello fue todo lo que dijo para luego estrecharle la mano al mayor.

Aquel había sido el principio de su historia.

[...]

Los chicos se hicieron amigos rápidamente, tanto, que habían llegado a ir a la casa del otro varias veces y celebraban sus cumpleaños juntos. Eran unos amigos tan unidos que sus padres pensaban que había algo más, aunque tan sólo tuvieran diez y doce años.

- Juan, mi vida, ¿estás seguro de que Spreen es sólo tu amigo? -

- Claro mami. - Le respondió el niño de gafas. Su madre hizo una mueca, mirando la hoja de papel en sus manos.

timeless ──── spruanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora