MADELINE
El sonido de la puerta cerrándose de golpe resonó en toda la casa, anunciando que Dereck se había ido. Sus pasos firmes y decididos, seguidos por el rugido del motor de su auto, confirmaron lo que ya sabía: no estaría de regreso en varias horas, probablemente hasta el amanecer. Me quedé mirando la puerta un momento, sintiendo esa mezcla de preocupación y frustración que siempre me invadía cuando él salía sin decir a dónde iba, dejándome con la incertidumbre de lo que podría ocurrir.
—¡No puedo creer que lo dejaste ir! —La voz de Robert cortó el aire como un cuchillo. Su tono estaba cargado de esa furia contenida que solo yo llegaba a ver, la que se reservaba para los momentos en que su paciencia con Dereck llegaba al límite.
Me giré para enfrentar a Robert, que ya se encontraba de pie en medio del salón, con los puños cerrados y una expresión dura en su rostro. Esa misma expresión que se había vuelto demasiado común en los últimos meses, cada vez que se trataba de nuestro hijo.
—Robert, estaba molesto, no iba a escuchar razones. —Intenté mantener mi voz tranquila, a pesar de que sabía que esto no sería suficiente para calmarlo.
—¡Por supuesto que no iba a escuchar razones si tú misma no las tienes! —me espetó, dando un paso hacia mí. Su altura y su porte imponente, que tanto me habían atraído cuando lo conocí, ahora parecían una barrera más entre nosotros. No era la primera vez que discutíamos por Dereck, y sabía que no sería la última, pero cada vez se hacía más difícil.
—Lo que necesita es apoyo, no más reglas y restricciones —dije, intentando que mi voz sonara razonable, aunque sabía que Robert ya estaba demasiado enfadado para escucharme de verdad.
—¡Lo que necesita es disciplina! —gritó, su rostro enrojeciéndose aún más. Pude ver la tensión acumulada en la línea de su mandíbula, una señal clara de que estaba al borde de perder completamente el control.
Suspiré, tratando de no dejar que su ira me afectara. Sabía que él también estaba preocupado por Dereck, pero sus formas siempre eran tan estrictas, tan severas, que no hacían más que alejarlo.
—Entiendo que estás preocupado, Robert, pero esta no es la manera de acercarte a él —le dije, cruzando los brazos sobre el pecho en un intento por mantener mi compostura.
—¡No necesito acercarme a él, Madeline! ¡Necesito que entienda que tiene responsabilidades! —Su voz resonó en toda la sala, haciendo eco en las paredes como un recordatorio constante de su frustración.
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ATRACCION PELIGROSA
RomanceDereck Collins, un joven de 19 años y el hijo del renombrado abogado Robert Collins, parece tenerlo todo en la vida. Como el chico más popular de su universidad, las chicas se mueren por él y sus deseos son cumplidos al instante. Sin embargo, detrás...