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Ante la mirada enojada de la directora, Jimin rueda los ojos con arrogancia mientras sale de la oficina. Se dirige directo a los baños, ignorando las miradas que le daban los estudiantes que pasaban en los pasillos. Al parecer, los chismes llegan muy rápido a oídos de otros, nunca se lo imaginó. Ya casi terminaba el descanso. Aproximadamente, cinco minutos restantes. Aprovecharía y se tomaría todo el tiempo que desee limpiando el baño para saltarse la asignatura que más odiaba: Historia.

–Vete de aquí. -Jimin amenaza a un chico dos años menor que él, quien se encontraba lavando sus manos en el lavabo. Rápidamente sale cabizbajo, como un cachorro regañado. Jimin avanza, intencionalmente chocando su hombro con el del chico. Él se queja pero no dice nada más y desaparece del baño.

Jimin comienza su limpieza y minutos después, el timbre de la escuela suena en cada rincón, anunciando el inicio de clases. El castaño toma el trapero y lo desliza por sobre el piso y cuando lo dá por terminado, sigue con el espejo y el inodoro, que por cierto, alguno que otro llevaba excremento...

¡Tío, los hombres son tan sucios! Pero él no, de hecho, ama tener todo limpio aunque nadie lo supiera, ni siquiera sus padres.

Jimin repasa lo sucedido en la cafetería. Él no es impulsivo cuando se trata de que alguien lo esté acosando, siempre lo tomaba con calma y se marchaba, pero claro está, eso fue hasta hace un rato. Ni siquiera es consciente de dónde sacó esa fuerza cuando agarró al acosador del cuello de la camisa y lo alzó, o cómo es que lo había golpeado, tal vez la ira fue el encargado de controlarlo en ese momento. Quizá. No lo sabía.

Le tomó hora y media para terminar. Estaba cansado. Sus brazos hicieron todo el trabajo, por eso dolían. ¿Qué más da? Siempre había una primera vez, ¿no? Por lo tanto, era su primera vez que lo castigaban limpiando los baños. Podría ser peor, una expulsión. Pero no llegó a más por ser la primera vez que causaba problemas, como una pelea. Sin embargo, no se arrepentía. De hecho, se sentía bien ponerlo en su lugar. La única vez que se defendió.

Los maestros, e incluso la directora le marcaron a sus padres por quince minutos seguidos y ninguno respondió.

Nada nuevo.

Jimin no sabía cómo sentirse al respecto. Ya estaba más que acostumbrado a no tener la atención de ellos incluso en las peores situaciones. No se quejaba. Ya hace mucho tiempo que dejó de hacerlo. No era un niño.

La jornada restante tenía cara de matar a alguien. De mal humor. Espantaba a los niños si lo mirasen al rostro. Se estaba cuestionando si las arrugas aparecerían antes de tiempo. Su ceño todo el día lo tenía fruncido, una clara señal de molestia.

¿Debería dejarlo pasar? Por supuesto que no, había reprobado el examen de química por estar castigado, y es que ¡¿Cómo coña sabría que intercambiaron las horas porque el profesor tenía que viajar por algo urgente?! ¡No es un puto adivino!

Jimin se colocó los auriculares y puso su playlist de canciones en inglés y salió de la escuela con su mochila en la espalda. Había chocado otra vez hombro con hombro con alguien -una chica para ser específico-, que pasaba, no le importó y siguió su camino. Tal vez lo maldijo, quien sabe, no escuchó nada más que la canción de Billie Eilish en sus auriculares.

Jimin era ese tipo de chico introvertido que no le gustada nada más que solo estar apartado de los demás estudiantes y leer y escuchar música a la vez. No es porque sea tímido o inseguro, es más, él por naturaleza es todo lo contrario, solo que las personas a su alrededor no era para nada de lo que busca. Todos son hipócritas, manipuladores, mimados e idiotas. Porque sí, Jimin es muy observador y sabe cuando una persona lo es.

Pero para su buena suerte, él y sus padres se mudaban a cada momento por trabajo de éstos últimos, así que no tendría que verle la cara a esos idiotas hasta terminar el año escolar, y es por esa razón que tampoco se esforzaba por hacer amigos así ellos lo intentaran con él.

Jimin mete sus manos en los bolsillos de su pantalón. La brisa matutina acariciaba su rostro, a la vez que descubría los mechones rebeldes de su frente.

Y no, Jimin no tiene una vida interesante. Nunca ha tenido novia o le ha atraído alguna chica, tiene padres ausentes, aunque viven en la misma casa nunca los veía seguido. En pocas palabras, ellos le importaban un bledo su vida. Aparte de eso, saca buenas notas, a excepción del día de hoy, no tenía amigos ni tampoco es que estuviese desesperado por tenerlo, pero aveces le gustaría un poco de compañía. No tiene alguna mascota, pasa sus días estudiando, cocinando y leyendo su libro de psicología.

Aunque, sí tuvo un amigo, pero la mudanza los obligó a perder contacto. Era diferente a los que ha conocido, o a lo largo de su vida. Era extrovertido en un buen sentido. El cariño era mutuo, pero lo demostraba más él que Jimin, al punto de ser casi meloso. Fue su amigo por tres meses, para ese entonces había pasado dos años que no supo de él. Y desde ahí, siguió su vida como si nada hubiese cambiado o tenido a alguien.

Su caminata duro casi una hora hasta su casa. Ahora dolía los pies y brazos. Increíble.

Sacó la llave de su bolso y lo introdujo en la cerradura. Tiró la mochila en alguna parte y se acercó a la cocina, se preparó la comida que él mismo aprendió y se llenó el estómago. Ordenó la cocina y el resto de la casa. Para ese punto, tenía a alto volumen la música que sonaba por medio del parlante en la sala de estar. Sacó la basura y tomó una merecida ducha caliente, se prepara un té verde y comienza a estudiar y tomar apuntes.

Jimin suspira y se soba los sienes cuando no entiende un ejercicio de matemáticas, y mira la hora en su teléfono.

5:37 p.m.

Se mató la cabeza por media hora más.

Minutos después de darse por vencido, desde su lugar, en el sillón de la sala, escucha la puerta principal abrirse. Jimin estaba dispuesto a subir a su habitación e ignorarlos, cuando su padre lo detuvo.

–Nos mudaremos mañana por la mañana. -Avisa con voz cansada. Su madre entra después, con bolsas en manos. Su progenitor se deja caer en el otro sillón de su costado, bufando. Su madre se dirige a la cocina para dejar la compra y se une a su esposo.

–Dime algo nuevo.

Con ésto, recoge sus cuadernos, metiéndolos en su mochila y sube. No sin antes de apagar la música.

Ni siquiera un: "¿Cómo estuvo tu día?". Por supuesto que no llegarían del trabajo tan temprano para pasar el tiempo con su único hijo, ¡Claro que no! Fue muy imbécil de su parte de siquiera pensarlo.

...

Entendáis, es mi primera vez escribiendo, por lo tanto no tengo buena narración o simplemente no pueden comprender algo 😭

Os comprendo si es así que no lo hacen, pero os prometo que daré mi mejor esfuerzo 😔

Solo dadme tiempo, ¿si?

𝑳𝒐𝒏𝒆𝒍𝒚 𝑴𝒐𝒐𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora