𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐈𝐈

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El esperado día para comprar las cosas necesarias para Dudley y Harry finalmente había llegado

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El esperado día para comprar las cosas necesarias para Dudley y Harry finalmente había llegado. Petunia y Vernon estaban visiblemente nerviosos; los señores que los recogerían llegarían en tan solo minutos. Los padres vestían de manera casual: Vernon, como de costumbre, llevaba un traje negro impecable, mientras que Petunia lucía una blusa blanca combinada con una falda negra adornada con delicados diseños blancos que se desvanecían hacia el borde.

Harry y Dudley también estaban vestidos con esmero. Harry llevaba pantalones de vestir negros y Dudley, unos grises, ambos sujetos por cinturones negros. Sus camisas blancas estaban perfectamente fajadas. Ambos chicos ya habían informado a sus amigos sobre el viaje; sorprendentemente, los padres de Hermione también se unirían a ellos.

Harry, aunque intentaba concentrarse, no podía dejar de pensar en el elfo doméstico que no había vuelto a aparecer. Mientras se colocaba la capa escolar negra sobre los hombros, tomó a Aldan, quien esperaba pacientemente en el sillón, y lo guardó en uno de los bolsillos interiores de la capa.

Todos estaban listos.

La puerta resonó con un golpe firme. Vernon, con el ceño fruncido, se dirigió a abrirla. Al hacerlo, se encontró con un hombre más alto que él, casi del tamaño de la puerta. Vestía un traje rojizo, diferente al suyo. Su cabello era de un naranja rojo, sus ojos azules, y su nariz algo larga y un poco ganchuda, sin exagerar. Su rostro era delgado y amable.

—Un placer. Soy Arthur —dijo el hombre, extendiendo su mano, la cual fue estrechada por Vernon—. Arthur Weasley.

Harry y Dudley, al escuchar ese apellido, se acercaron rápidamente a la puerta.

—¿Weasley? —preguntó Dudley, sonriéndole al mayor.

—¡Usted es el padre de Ron! —exclamó Harry al darse cuenta de todas las características del hombre.

Arthur asintió. Vernon se hizo a un lado para que pasara. El pelirrojo miraba la casa con asombro.

—El pequeño Ron tuvo la misma expresión —dijo Petunia, entrecruzando sus dedos frente a su estómago—. Petunia Dursley.

—Es un placer, señora Dursley. Tiene usted una linda casa —alabó Arthur, dejando de mirar la habitación y sacando un objeto café de su bolsillo—. Es importante que sepan que tendrán muchas miradas sobre ustedes por ser Muggles y, bueno, estar cerca de Harry Potter.

—Lo sabemos. Nuestro… —Vernon se detuvo, no sabía si llamar a Harry hijo frente a un mago que conoció a su cuñada y esposo—. Harry debe ser muy famoso.

—Y vaya que lo es —sonrió Arthur, recordando cómo sus hijos no paraban de hablar de él—. Pero bueno, les explicaré qué haremos. Acérquense.

Todos hicieron caso y rodearon al señor Weasley, quien continuó.

𝐒𝐞𝐫𝐩𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐃𝐨𝐫𝐚𝐝𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora