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⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀Los orbes oscuros de Osamu siguieron con atención los movimientos de Yumeko, quien recientemente había cruzado sus brazos sobre el pupitre para después dejar su frente descansar ahí.
Una cortina de espeso cabello negro cubría su rostro, quitándole el privilegio de observar su rostro con los ojos entrecerrados.
Yuta se acercó a la esquina donde Yumeko y el se sentaban, con una sonrisa maliciosa tomo un mechón del largo cabello negro de su mejor amiga para colocarlo sobre sus labios como un bigote falso, Osamu negó con la cabeza, divertido, tal vez por que con ellos dos sus días obtenían demasiado color.
— ¡Déjame! —farfulló la pelinegra, apartando a su amigo de un manotazo sin mucha fuerza —. Jalas mi cabello.
— Comienzo a creer que te faltan amigas, pasar tanto tiempo con Osamu y conmigo te está quitando lo último de tacto que tenías, Yume —bromeó con tono cantarino, desordenado después el cabello de la chica.
Yumeko bufó, no es que tuviera muchas ganas de hacer nuevos amigos, por instantes se encontraba pensando que no valía demasiado volver a fortalecer su lazo con Yuta pues no sabía en qué momento Yoshiro decidiría que no podía más con ella y la enviara de nuevo a Tokio, no obstante tan pronto los pensamientos intrusivos llegaban intentaba deshacerse de ellos.
Por otra parte Osamu era alguien con quién había podido entenderse desde el principio y aunque solo tenían pocos días de conocerse era divertido pasar el rato con él y Yuta, tal vez ayudaba el hecho de que compartían la misma clase y ambos compartían pupitre, no era difícil tomarle cariño.
Cuando obligadamente tuvo que mudarse a Tokio y empezar de cero, le había costado mucho acostumbrarse al nuevo entorno y conocer personas nuevas, por fortuna Akashi Nagisaki apareció como un ángel en su vida, la chica era tranquila y tímida, siempre parecía inmersa en su mundo, Yumeko nunca dejaría de agradecerle por dejarla entrar a su espacio y más importante, que haya sido una gran amiga.
