Narrador Omnipresente
Se despertó agitada, como ya era su costumbre. La misma pesadilla la atormentaba desde hacía... ¿dos, seis meses? Ya había perdido la cuenta. Siempre era la misma: ella cayendo por un abismo oscuro, unos ojos rojos como la sangre la observaban con malicia y deseo.
Su corazón latía desbocado. Tomó aire con la esperanza de calmarse. Eran las 3:33 a.m., la hora fatídica. Era un ritual del que no podía escapar.
Se levantó y se dirigió a la cocina en busca de un vaso de agua, sintiéndose observada en cada paso que daba. Sus ojos, del color de la miel, escrutaban la penumbra, tratando de detectar el más mínimo movimiento en la oscuridad.
No. No todo era igual. Esta vez había algo diferente.
Un destello de movimiento captó su atención por el rabillo del ojo. Se giró rápidamente, pero no había nadie. Su corazón latía tan rápido que parecía querer escapar de su pecho.
Miró a su alrededor; no había nada, solo una oscuridad opresiva.
—Debió ser mi imaginación —pensó para calmarse.
Pero una voz masculina resonó en su mente, escalofriante y clara: no.
Lilith volvió a mirar a su alrededor, aterrorizada. Estaba inmóvil, el miedo la mantenía paralizada.
De repente, un hombre apareció ante ella sin previo aviso. No lo vio venir.
Sus ojos, rojos como los de su pesadilla, brillaban con una maldad inconfundible.
—Ha llegado el día —dijo el misterioso hombre—. Al fin te tendré para mí en mi reino.
Mientras sus largos y fríos dedos rozaban su rostro, una oleada de terror recorrió a Lilith.
—¿Qui- quién e-eres? —tartamudeó ella, luchando por mantener el control.
—¿Yo? —respondió el joven, como si no pudiera creer la pregunta de aquella chica ingenua—. Soy Lucifer, Lilith, y tú… —tocó juguetonamente la punta de su nariz con uno de sus dedos— tú a partir de ahora eres mía.
Lo último que vio antes de que sus párpados se cerraran pesadamente por el repentino sueño fue la pícara y maliciosa sonrisa que se dibujaba en el rostro del mismísimo Diablo.
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☆Contra el Abismo☆
FantasíaElla era una chica normal. El se obseciono tanto con ella que no podía estar cinco minutos sin ver que hacía. Ella solo quería ser libre. El no se lo puso fácil. A pesar de ser una humana común y corriente, ella se convirtió en su debilidad. Lucifer...