Prólogo

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"Esto no me puede estar pasando..."

Quería gritar de frustración mientras observaba el rostro de Thoren a través de las ventanas de cristal que daban a la sala de interrogatorios. Después de cinco años de persecución, por fin la había capturado. La alfa más peligrosa de Londres ahora se encontraba esposada a la mesa de aquella pequeña sala de paredes grises, y a mi, me estaba carcomiendo la ansiedad.

Hace una hora, cuando la emboscamos en el almacén abandonado donde descubrimos que se escondía, nuestras miradas se cruzaron y por un momento creí que estaba enloqueciendo cuando sentí una corriente recorrer todo mi cuerpo hasta acumularse en mi pecho provocando un doloroso latido, era como si todos mis sentidos la recordaran, a pesar de que, yo solo la conocía por fotos. 

Entonces, el mundo a mi alrededor se detuvo y me sentí atado a ella, como un lazo que comenzó a formarse.

Y no lo podía creer, no podía creer que la mujer a la que había pasado la mitad de mi carrera cazando, fuera mi alfa.

Tantas noches sin dormir, tantos casos sin resolver, todo por detener a esta mujer que provocaba terror a la ciudad. Y ahora, al tenerla finalmente frente a mí, descubría que nuestros destinos estaban irremediablemente entrelazados.

Me quedé pasmado, sin saber cómo proceder. Sin embargo, a ella pareció resultar de lo más gracioso el hecho. Solo sonrió, una sonrisa tan perturbadora como la del gato Cheshire, que me causó escalofríos y logró devolverme de mi trance.

Tuve que dejar a cargo de traerla a la  comisaría a uno de mis compañeros, pues sentía que las piernas me temblaban y no creía poder estar un minuto más frente a ella sin que mi omega no quisiera tomar el control solo para ver a su alfa.

Incluso ahora, sigo en shock.

Respiro hondo, aún aturdido. Mis superiores me presionaron para que obtuviera una confesión, pero yo no podía pensar con claridad. Todo lo que rondaba en mi mente era la sensación de haber encontrado a mi otra mitad, a la persona que estaba destinada a acompañarme por el resto de mi vida, y que esta era una peligrosa criminal.

¿Cómo la iba a interrogar? ¿Cómo mantendría una distancia profesional cuando cada fibra de mi ser y mi omega clamaban por estar a su lado?

Esto no se suponía que debía suceder.

Pero ahí estaba, la realidad golpeándome con fuerza, obligándome a enfrentar este dilema cuando tengo un empujón de valor y me atrevo a entrar en la sala de interrogatorios, completamente serio, con los archivos de su caso abrazados contra mi pecho, como si fueran un escudo protector.

“Diosa, huele a chocolate y rosas...”

Jodida mierda.

¿Por qué huele a mis cosas favoritas en el mundo?

Tengo que morder el interior de mi mejilla para no soltar una maldición, pues ella estaba liberando sus feromonas a propósito, era un hecho, porque sus ojos no se apartaron de mi desde el instante en que entré y sus labios estaban curvados en una sonrisilla algo altanera a mi parecer.

Lo que tiene de hermosa, lo tiene de cínica, no tengo dudas en eso.

Su pierna derecha descansa sobre la izquierda, está sentada de forma tan elegante y segura de sí misma, que nadie creería que es la autora de cinco robos a mano armada, tráfico de drogas y tres secuestros que no terminaron para nada bien. Vestía un pantalón de cuero negro, con una blusa azúl rey escotada debajo de su chaqueta de cuero igualmente negra, sus labios tintados de rojo eran tan llamativos como su cabello semi-rizado del mismo color.

Respiré profundamente, tratando de mantener la compostura a pesar de que su aroma me estaba nublando los sentidos. Ella me miraba con una mezcla de diversión y desafío, como si creyera que soy incapaz de hacer bien mi trabajo dada la situación.

Dejá Vù [Omegaverse hetero]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora