Capítulo III

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No supo cómo, pero los tres terminaron en el mejor restaurante de la zona. Bakugo agradeció que casi no hubiera clientes. Nadie podría reconocerlos ni armar un escándalo. Se sorprendió cuando el mesero no hizo alboroto al ver a uno de los grandes héroes ahí. Shoto podía ocultar casi todo de sí, el traje de superhéroe, el color doble de su cabello e incluso su gran físico, pero había dos cosas que nunca podría ocultar: el color de sus ojos y su cicatriz. Cualquiera que lo viera sabría de inmediato que se trataba de él.

El mesero fue profesional y educado, tomó la orden que pidió el albino para los dos y se retiró. Bakugo sabía que era una malísima idea estar ahí, era lo peor que se le había ocurrido en mucho  tiempo, pero ver a Shoto después de tantos años lo había hecho paralizarse, no pensar con claridad, sentir la rabia hirviendo desde las entrañas de su cuerpo. Y la única razón por la que no le había explotado la cara en mil pedazos había sido Ren.

—¡No puedo creer que conozcas a mi papá! —dijo viendo al héroe con los ojos abiertos y llenos de brillo. Shoto sonrió.

—Fuimos compañeros de clase en la UA.

—¿Fuiste a la UA? —Ren volteó a ver a Bakugo, quien estaba cruzado de brazos. Apretaba los dientes y parecía que quería asesinar a Shoto con la mirada.

—Sí —contestó rechinando los dientes. —Fuimos compañeros de clase.

Ren los vio intercaladamente un par de veces y después brincó hacia su padre.

—¡¿Por qué nunca me dijiste?! —le reclamó.

—Porque fue hace mucho tiempo, mocoso.

—Oigan...

Bakugo se dio cuenta de que habían llamado la atención de algunos comensales a su alrededor, así que decidió tranquilizarse. Ren lo observaba indignado y enojado.

—Lo siento —cedió el rubio después de resistirse a la mirada del pequeño — debí haberte dicho.

—Ren —Shoto vio conveniente intervenir. No quería que por su culpa Ren se pusiera triste. El pequeño volteó a verlo. No entendía cómo aquel pequeño podía ser tan idéntico a los dos. —Tu papá no se convirtió en héroe, supongo que por eso no te dijo nada. Tal vez yo tampoco debí hacerlo. No te enojarás con nosotros por eso ¿Cierto?

Ren volvió a ver al rubio. Este no dijo nada, odiaba la situación en la que Shoto lo había puesto. El niño luego volvió a ver al medio albino.

—No, no me enojaré —dijo finalmente.

Shoto sonrió y Ren también.

—¿Cómo era mi papá en la escuela? —preguntó cuando le llevaron su hamburguesa con papas fritas y empezó a comer.

Los platillos de carne también llegaron. Muy a su pesar Bakugo se colocó la servilleta en las piernas y comenzó a comer. Shoto sabía que ni siquiera él podría decirle no a un manjar como ese.

—Tu papá era genial...

Shoto platicó con Ren durante toda la velada. El pequeño no dejaba de hacerle preguntas acerca del mundo de los héroes y de su tiempo como estudiantes. Por su parte Bakugo se mantuvo callado.

Después de un postre para Ren y de un té para Bakugo y Shoto, los tres salieron del restaurante. Ren se frotó los ojos y bostezó. Se giró para estirar los brazos hacia su papá omega.

—¿Me cargas?

—¿Después de haberme gritado? —Bakugo descompuso su gesto, pero se agachó para cargarlo de todas maneras. Lo abrazó contra sí y dejó que el pequeño se le acurrucada en el pecho.

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