☕ ─── ❛ 𝐀𝐑𝐎𝐌𝐀 𝐀 𝐂𝐀𝐅𝐄 :: ❪ byeon wooseok. ❫
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── "Quiero creer que nuestras almas estaban destinadas a encontrarse, de una manera u otra. Hay algo en ti, que resuena profundamente conmigo."
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╭────Ꮺ. 𝗘𝗡 𝗗𝗢𝗡𝗗𝗘 Wooseok comienza a a...
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𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟐:
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❝ Cambios Inesperados ❞
── POV: YOONA.
[ . . . ]
ABRÍ LOS OJOS CON dificultad, sintiéndome completamente mareada. La brillante luz del lugar me dejó completamente cegada y un molesto dolor se instaló en mi cabeza apenas desperté.
Intenté taparme los ojos llevando una mano hasta mi rostro, pero la intravenosa que tenía enganchada directamente en el brazo me lo impidió. Miré mi extremidad con los ojos entrecerrados en un intento de enfocar la vista. Me sorprendí al notar mi brazo conectado a varios tubos que ni siquiera sabía para qué servían.
Inmediatamente noté la máscara que tenía sobre la parte inferior de mi rostro, que al parecer, se encargaba de darme oxígeno. Con el brazo que sentía menos débil me encargué de apartarla de mi rostro y en un esfuerzo inútil, intenté sentarme en la camilla.
Miré a mis alrededores. Estaba en una habitación de hospital, sola, y sin saber cómo llegué hasta ahí.
Un recuerdo fugaz se alojó en mi mente junto con un dolor punzante, lo que provocó que llevara las manos hasta mi cabeza por inercia. Mantuve los ojos cerrados hasta que el dolor cesó. Claro, había caído desde la azotea de un doceavo piso, me parecía un milagro haber sobrevivido ante esa caída, tenía más rasgos inmortales que el propio Deadpool.
El sonido de la puerta de la habitación abriéndose me sacó de mis pensamientos, miré hacia el lugar donde provino el ruido por pura curiosidad. Pude divisar como un chico alto, y absolutamente desconocido para mí, se adentraba en la habitación con su vista puesta en un libro. Mi mirada estaba fija en él, analizaba cada uno de sus movimientos mientras se acercaba hasta mí. Cuando el muchacho alzó la vista del libro, nuestras miradas se conectaron al instante, ocasionando que un escalofrío recorriera mi espalda.
Se equivocó de habitación, que torpe. Pensé, pero al parecer, yo estaba equivocada.
Una sonrisa melancólica se estableció en el rostro del muchacho mientras se acercaba lentamente hasta la camilla. Dejó el libro en la mesa ratona que tenía al lado y arrimó una silla hasta mi lado. Luego de unos minutos de silencio por su parte, tomó una de mis manos entre las suyas y comenzó a acariciarla con una delicadeza inhumana.
