1

157 16 80
                                    


Para que pensar en lo que fuimos, si ya no somos.
—Mario Benedetti

•Liam

—¿Aún la amas cierto?—me pregunta Lorena con los ojos llenos de lágrimas.

Es la misma pregunta que me viene haciendo desde que estamos juntos hace cuatro años.

—Joder Lorena, no comiences con lo mismo—el enojo se apodera de mi sistema.

Me levanto de la cama y voy hacia la cocina del departamento que compré con ayuda de Axel y mamá, cuando volví de Grecia.

—No evadas la pregunta Liam—su voz se rompe y en verdad me siento mal por ello—Levas cuatro malditos años evadiendo la jodida pregunta, estoy cansada ya.

Lorena comienza a sollozar y las lágrimas caen de sus ojos cafés.

—Lore, no llores por mi causa—me acerco a ella y la rodeo en un abrazo.

—Me duele Liam, me duele el hecho de que nunca me has dicho que me amas, cuando yo te lo digo todo el tiempo.

Dios, no sé qué hacer. Ya no puedo seguir dándole largas.

—Yo te quiero mucho Lore—beso su cabeza—te lo juro.

—Pero no me amas—ella se separa de mi y camina hasta la habitación.

Camino detrás de ella y la veo ponerse su vestido y recoger sus cosas.

—¿A donde vas?—le pregunto parándome en el umbral de la puerta.

—Me voy, te llamo después—sus ojos están hinchados y rojos—tengo mucho que pensar y no puedo hacerlo estando cerca de ti.

Lorena me hace a un lado y lo último que escucho de ella es un adiós y el portazo que da al salir.

Lo problemas entre ella y yo nunca se van a terminar, pero no puedo decirle que la amo si no lo siento. En mi mente y corazón solo está una persona y no he podido sacarla de ahí en cuatro años.

Me doy un baño rápido y salgo del departamento y me dirijo al único sitio donde sé que me van a dar un sermón, pero también me darán un consejo.

La mansión Hudson Evans.

Si, mansión. No puedo estar más orgulloso de Axel por tratar a mi hermana como se merece.

Me subo al coche que compré hace poco y conduzco a alta velocidad, pero prudente. En unos diez minutos estoy parado frente a la puerta, esperando que alguien me abra por fin.

—Buenas tardes señor Liam—saluda una mujer, no recuerdo ni su nombre.

Solo se que vieja y con el pelo lleno de canas. Espero ser un viejo guapo y lleno de chicas suspirando por mi; aunque la única que quiero que suspire por mi, lo hace por otro.

—Hola, ¿está mi hermana?

—No, los señores están en el médico, la señora Hudson tenía cita.

Ah cierto, la pequeña Daphne está a punto de nacer, solo quedan dos meses, estoy ansioso por conocer a mi sobrina.

—Los esperaré aquí, gracias.

La señora me deja pasar y voy directo a la sala de juego que hicieron para los niños.

—¡Tío!—Dahlia viene corriendo hacia mi y se tira en mis brazos.

—Hola cariño, ¿cómo estás?—Esperando que mamá y papá lleguen.

—¿Te parece si jugamos mientras ellos llegan?

Amándote en Secreto ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora