1

73 10 3
                                    

El mundo daba vueltas cuando despertó. Le dolía todo el cuerpo, como si miles de agujas se estuvieran clavando en su piel. O como si kilos y kilos de cemento lo aplastaran. No, cemento no, arena. Arena con olor a sangre.

Abrió los ojos de golpe, respirando entrecortadamente. El dolor se focalizó en su brazo y pierna izquierdos, y apenas pudo evitar gritar del dolor. No podía moverse, sentía como lo sepultaban bajo la arena y lo asfixiaban hasta que no quedaba nada de oxígeno en sus pulmones. Jadeó en busca de aire, desesperado por escapar de las garras del ninja que intentaba matarlo.

—¡Traigan un sedante, rápido!

Varios pares de manos lo inmovilizaron, y él no tenía fuerzas para luchar. Le pincharon el brazo derecho y al instante se empezó a sentir mareado y lento. Como si no se sintiera mareado y lento ya.

Alguien se apoyó apenas en el borde de su cama. Las drogas hacían que sus párpados pesaran y no encontró voluntad para batallar contra ellas. Volvió a su sueño sin sueños, pero justo antes de rendirse ante el sedante sintió que una mano apretaba la suya.


Volvió a despertarse, menos drogado que la vez anterior. Esto fue bueno, porque pudo ser más consciente de su entorno, pero también hizo que sintiera más el dolor de la mitad de su cuerpo.

Se llevó la mano sana hacia su brazo herido, y se sorprendió al no sentir nada. Tal vez el efecto de las drogas provocaba eso, pero le sorprendió no sentir la extremidad ni siquiera con la otra mano.

Se giró a la derecha al escuchar un movimiento. Neji se frotaba la parte posterior del cuello y hacía movimientos en círculos con la cabeza, como si hubiera dormido en una mala posición. A juzgar por su rostro cansado, las líneas debajo de sus ojos y el aspecto descuidado en general de su apariencia (cosa rara en él, incluso durante las misiones), no había dormido bien (o dormido en lo absoluto), por algunos días.

Cuando los ojos de su compañero hicieron contacto con los suyos, su expresión abandonó cualquier señal de cansancio (aunque las líneas debajo de sus ojos seguían allí) y adquirió la máscara de seriedad que solía llevar, con algunas grietas de preocupación asomando cada tanto.

—¿Te sientes mejor?—fue lo primero que preguntó el Hyuga.

—Un poco—su voz sonó ronca y débil. Neji se paró de la silla donde estaba sentado y se apoyó en el borde de la cama donde descansaba Lee. Apenas sintió el cambio de peso en el colchón, como había pasado la última vez que perdió la consciencia—. ¿Qué pasó con los exámenes chunin? ¿Con Gaara? Perdí, ¿No es verdad?

Su mente iba volviendo a su velocidad habitual con cada segundo que pasaba. Tenía preguntas, muchas preguntas, y al parecer su repentino cambio de energía tomó por sorpresa a su compañero.

—Calma, más despacio—Neji lo empujó suavemente contra las almohadas al ver que se incorporaba—. La segunda ronda de los exámenes terminó hace tres días, en un mes es la siguiente—vaciló un segundo antes de seguir—. Sí, perdiste. Gaara casi te mata, de no ser por Gai-sensei. Y sobre tu derrota...

Lee esperó a que terminara, ansioso por saber su respuesta.

—No creo que deba ser yo quien lo diga, hay personas más calificadas para esto... creo que es mejor que te lo digan los médicos.

—Neji, dímelo, ahora.

—Tus heridas fueron graves... era la única salida que encontraron para que tengas alguna esperanza de seguir siendo un ninja.

—¿Qué pasó?—las respuestas ambiguas de su compañero no hicieron más que aumentar su ansiedad. Neji evitaba su mirada, parecía igual de nervioso que él.

—Es mejor que lo veas por tí mismo.

El Hyuga apartó lentamente la sábana que lo cubría hasta el cuello. Lee esperó hasta que terminara y miró hacia abajo, concentrándose en sus extremidades dañadas.

De haber tenido comida en el estómago, estaba seguro que la habría vomitado. Parpadeó para asegurarse de que las drogas no lo estaban haciendo delirar. Tal vez era un mal sueño. Tenía que ser un mal sueño. No podía ser verdad.

—¿Qué me...—tragó saliva. Estaba seguro que se puso pálido— ¿Qué me hicieron?

—Los huesos estaban demasiado rotos, no iban a poder sanar sin dejarte con dolor crónico. Decidieron que era lo mejor.

Si Neji dijo algo más, no lo escuchó. Se quedó mirando sus extremidades (mejor dicho, la ausencia de ellas) sin dar crédito a lo que estaba viendo. Su pierna izquierda terminaba a mitad del muslo, y su brazo apenas seguía un poco más allá del hombro. Ambos tenían vendas ásperas y blancas en el muñón y dolían. Tal vez por eso lo habían drogado tanto.

—Lee—recordó que Neji estaba aquí. Frunció el ceño. Neji estaba aquí, solo. Cuidando de él — ¿Lee?

—¿Por qué estás aquí, Neji?—preguntó directamente. No le molestaba en lo más mínimo la presencia de su rival, pero hasta donde sabía, eran eso, rivales. Neji nunca lo dejó llegar más lejos que eso—. Me lo esperaba de Gai–sensei, incluso de Tenten. Pensé que me odiabas.

—No te odio—podía notar la sinceridad de sus palabras, para su sorpresa—. Y me preocupo por tí, aunque no lo parezca.

—No, no lo parece—no se lo estaba recriminando, e intentó que no se escuchara de esa manera. Aún así, Neji agachó la cabeza con un poco de vergüenza.

—Voy a intentar cambiar eso.

No esperaba esa respuesta, en lo absoluto. Le sacó una sonrisa, a pesar de todo.


Mientras Neji se preparaba para la última ronda, él intentaba adaptarse a sus prótesis. Su principal objetivo era lograr caminar con la menor ayuda posible, pero le explicaron que eso no iba a ser posible en varios meses. Respondió que lo iba a hacer en tiempo récord.

Sus compañeros lo visitaban seguido, sobre todo su sensei. Gai estaba presente en todas las sesiones de fisioterapia que podía, y lo alentaba a dar un paso más cada vez. Tenten aparecía a veces con él y también lo apoyaba.

Las visitas de Neji eran un poco más irregulares. A veces aparecía para alguna sesión de fisioterapia, a veces cuando estaba en su habitación. A veces venía tres días seguidos, otras pasaba una semana sin saber nada de él. A veces hablaban, otras estaban en silencio, solo haciéndose compañía. El Hyuga ya no lo trataba con desdén, y se permitía tener charlas que iban más allá del entrenamiento. Interactuaron más que como meramente compañeros de equipo. Ahora podía hablar con él como un amigo .

Y lo puso feliz, más feliz de lo que esperaba. Ayudó a que su situación fuera más llevadera.

Apoyo [NejiLee]Where stories live. Discover now