Sunghoon se sentó en la silla de su impresionante estudio. Una gran pila de papeles incompletos estaban frente a él, pero el pelinegro no podía poner la atención para encargarse de ellos en ese momento. Lo único que ocupaba su mente era como un chico que se hacía llamar Sunoo estaba poco a poco conduciéndolo al borde de la locura.
Había sido una semana y media desde que Sunghoon llevó al chico de vuelta a su mansión, después de encontrarlo merodeando frente a la iglesia, y ya el chico había logrado dar vuelta toda la casa patas arriba.
Primero, Sunghoon había tratado de ser hospitalario (por consejo de Jay) y le había dado a Sunoo la habitación más opulenta que tenía, sólo para encontrar simples horas después, al más joven tumbado en el suelo, llorando y gimiendo en voz alta.
—Todo en este cuarto es de oro! ¡Oro real! Es repugnante. ¿Cómo puedes vivir contigo mismo gastando dinero en un cuarto de oro macizo?
Al día siguiente, Sunghoon había vuelto a casa para encontrar a una doncella sonriente que con entusiasmo le dijo.
—¡El adorable y joven amo Sunoo se hizo cargo de la cocina y horneó para todo el personal!— Diez minutos después, el empresario entró en la oficina de su casa para ver un plato con galletas, todas con mensajes de aliento y pequeñas caras tontas dibujadas en ellas de colores llamativos.
Y luego estaban las baratijas... Sunghoon no podía ir a ninguna parte de la mansión sin ver algún tipo de manualidad que Sunoo hubiera hecho. El de cabello oscuro sabía que nunca podría superar el shock de entrar en el comedor y ver que el más bajo había descompuesto su mesita de caoba con el fin de hacer una serie de ángeles sonrientes de madera, que el joven había elegido colgar sobre la lámpara de araña.
—Este chico me está volviendo loco.— Se quejó, masajeando sus sienes doloridas.
—Hey, Sunghoon ¿Hay alguna razón por la que hay espeluznantes ángeles de madera en todas las lámparas del pasillo?
Sunghoon contuvo un gemido cuando Jake entró en la oficina. Parecía que Sunoo estaba en ello otra vez.
—Éste es lindo.— Continuó Jake, sosteniendo en alto una figura de ángel que tenía una gran sonrisa, con las manos lindamente bajo su barbilla, y el trasero de un pato por el que cualquier hombre o mujer mataría.
—¿Hay una razón por la qué estás aquí, Jake?— Le preguntó haciendo caso omiso de las observaciones del hombre. Le recordaba al otro día cuando Jay había llegado a su oficina, alardeando sobre la figura de pescado que Sunoo le había hecho.
"Realmente necesito comprarle ese chico su propio taller de carpintería para que deje de arruinar todas las mesas "
—Oh, he venido a recordarte sobre el evento benéfico de esta noche— Dijo Jake. — Choi JangSul va a estar ahí y sabes que todavía estamos tratando de que firme el contrato de fusión, por lo que sería lo mejor para ti que vayas y le hagas un poco la barba.
—Yo no le hago la barba a la gente.— Respondió Sunghoon con una mueca leve.
—Sí, lo sé— Murmuró Jake con un pequeño suspiro. —Pero aún así, sería mejor que fueras al evento. Es para beneficencia después de todo, alguna fundación histórica. Puedes conseguir algunas buenas relaciones públicas en caso de que la situación con Sunoo termine siendo complicada. Mejor aún, lleva al chico contigo.
—Espera... ¿qué?— Preguntó, alzando las cejas. Jake notó ligeramente divertido, que Sunghoon había perdido su tono aburrido en la voz, tan pronto como Sunoo fue mencionado.
—Piensalo. Lleva a Sunoo al evento benéfico contigo y lo presentas a todos tus inversionistas como tu amigo. De esta manera, en un futuro próximo, si el chico decide demandarte y decir que lo atropellaste, acabará luciendo como alguien que traicionó a un amigo por estar detrás de su dinero.
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꒰ 𝗲𝗹 𝘀𝗼𝗻𝗶𝗱𝗼 𝗱𝗲 𝘂𝗻𝗮 𝗰𝗮𝗺𝗽𝗮𝗻𝗮 ꒱ ⊹ ࣪ ˖ 𝘀𝘂𝗻𝗴𝘀𝘂𝗻ᵃᵈᵃᵖᵗ
FanfictionKim Sunoo, era un ángel que se mantenía metiéndose en problemas. Cuando finalmente comete el error más grande que pudo haber hecho, es exiliado a la tierra como castigo. Park Sunghoon, un millonario e indiferente empresario que creía que el dinero p...