Prologo.

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—Atención a los pasajeros del vuelo hacia Canadá, Toronto. Por favor dirigirse hacia la sala de espera, donde se le darán nuevas instrucciones para abordar el avión.

Nunca en mi vida había viajado en avión, y tampoco es que lo deseaba con ansias. Sufría de vértigo, así que lo más probable era que esto no sería para nada satisfactorio.

—Creo que esa es tu señal de ida.

—Te lo juro que estoy muy emocionado por viajar en avión, papá. Ni te imaginas.

—Bueno, tu decidiste aplicar para esa bec—

—Es sarcasmo, papá—lo interrumpí.

—Oh... vale, entiendo.

Papá como siempre, sin entender ni una pisca de sarcasmo.

—Y...—parecía dudar el preguntarme, ya que me había hecho la misma pregunta unas diez mil veces durante toda la semana y el resto de la mañana— ¿Cuándo volverás?

—Ya te dije—me puse de pie, acomodando mi mochila en mi espalda y tomando mi maleta—Volveré para diciembre. Abby me mataría si no paso navidad con la familia.

—Te echara de menos... eres su hermano favorito—pude ver como se le humedecían los ojos.

—Papá, volveré más rápido de lo que imaginan. Te lo aseguro—le puse una mano en el hombro.

—Vale, tienes razón...

Nos despedimos con un abrazo, un poco incómodo. Yo no era una persona muy afectiva, pero papá era todo lo contrario a mí.

—Te quiero, Elhi.

—Te quiero, papá.

Y con eso, me despedí de mi padre.

Camine directo a la sala de espera, y no tardaron mucho en darnos indicaciones para que todos los pasajeros empezáramos a abordar el avión.

Mi asiento estaba junto a la ventana. Admito que fue muy asombroso y terrorífico ver como el avión se despegaba del suelo. Estaba asustado, pero con cierta emoción.

¿Qué si algún dio volvería a viajar en avión? Sobre mi cadáver.

Ya a cierta altura se podía visualizar toda la ciudad de Madrid. Pasaría un buen tiempo hasta poder ver nuevamente a mis familiares, pero no me molestaba, nunca fui muy apegado a mi familia. Únicamente a Abby, mi hermana pequeña por parte de papá. Esa niña era el amor puro hecho en carne propia, le echaría mucho de menos, por supuesto.

Vale, no podía pensar así. Debía pensar en cómo cambiaria mi vida de ahora en adelante. Estaría lejos de casa, de mis amigos, de todo lo que conocía. Básicamente, empezar de cero.

¿Y les digo algo?

Eso sí que se escuchaba muy emocionante.

Destinos Efimeros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora