rotten apples come out of cursed trees. // haikyuu!!

1. the past is past, forgive, forget.

¡Hey! En realidad esta historia ya la llevo avanzada desde hace tiempo, pero pensé ¿Por qué no publicarla aquí? Tengo abandonada esta cuenta desde hace mucho. En fin, esto existe para cumplir un capricho mío, pero quien quiera animarse a leerlo es bienvenido.

1) este capítulo es más un prólogo que nada, conocerán al resto del cast principal hasta el siguiente.
2) a lo mejor quien ya me leyó antes lo sabe, pero mi uso de itálicas tiene diferentes propósitos: hacer énfasis, mostrar pensamientos de los personajes, y flashbacks.
3) al escribir suelo dividir los capítulos en tres partes, y el enfoque de un personaje a otro usualmente va cambiando cada vez que salto de una parte a otra.

Mil gracias a mi beta Anto por ayudarme en este proceso. ¡Disfruten!

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Llamas verdes del infierno y espinas ponzoñosas.

Todo a su alrededor eran llamas verdes y espinas.

Los sueños de Yamaguchi Tadashi estaban llenos de poderosas llamas y venenosas espinas cuando por fin entendió lo que significaba estar destinado a ser el monarca de todos los reinos en Auradon.

Y pensó que tal vez, en el mismo escenario, su padre hubiera entrado en pánico, hubiera resentido la destrucción que parecía envolverlo como a un regalo de navidad y habría desatado a su parte Bestia, porque un fuego verde y magia en el aire significaba una amenaza para el reino y todos sus habitantes, y asumirlo como tal no era solo una corazonada, era un hecho marcado en los libros históricos, su padre, marcado por batallas pasadas de las que nunca hablaba, tendría el derecho de pensar lo peor. Pero Yamaguchi vio algo diferente. Entre todas las llamas y espinas que parecían destruir todo escuchó llantos de niños acongojados, como si se estuvieran quemando en esas mismas llamas infernales. Vio manos huesudas pertenecientes a tiempos antiguos, desterradas a una tierra seca y muerta, vio almas olvidadas y llenas de rabia y un escalofrío recorrió su espina.

Por alguna razón, sintió la necesidad de pedir perdón.

Estos seres eran extraños, siluetas borrosas encerradas detrás de capas y capas de magia que los dividía de la calidez del sol. Si Tadashi no los conocía, si jamás los había visto, entonces ¿por qué sus llantos suplicando por ayuda le apretaban el corazón?

Aquel sueño parecía ya estarse escapando de entre sus dedos, pero se aferró a él con toda la fuerza que pudo.

¿Quienes eran esas almas perdidas? ¿Dónde estaban esos fantasmas del pasado,y por qué lo buscaban a él en particular?

Cuando abrió los ojos, lo primero que sintió fue el sudor frío empapando su espalda.

Aunque todos sus recuerdos empezaban a volverse difusos ridículamente rápido, la sensación de incomodidad no se iba. Yamaguchi sintió por un segundo que miles de ojos lo observaban, y se moría por un poco de aire fresco. Exhaló tembloroso, y se levantó a su balcón. Abrió la puerta de cristal y salió con la cabeza baja y la mano secándose el sudor de la frente. Ya estaba grande para tener pesadillas, pero aún no estaba seguro de poder llamarle así a lo que acababa de ver.

Cuando alzó la cabeza y una oscuridad lo saludó de vuelta, sus pensamientos se volvieron un poco más claros, y aún envuelta en la oscuridad, vio lo que parecía ser una respuesta a sus preguntas. Apenas visible al ojo humano en medio de la noche, la Isla de los Perdidos se alzaba a lo lejos, lúgubre y llena de nubes de tormenta; en plena madrugada, daba la impresión que un vacío oscuro se la estaba tragando y pronto vagaría por el abismo sin retorno.

Almas perdidas, huh.

La Isla de los Perdidos era una prisión para todos aquellos que habían hecho un daño a los demás, era una cárcel para los que tomaron el mal camino, los que matan, aniquilan y destruyen; era un sitio del que nadie podía entrar y nada podía salir, encerrados con la intención de pagar un castigo perpetuo, y había sido así desde que su padre tenía su edad. Eso Yamaguchi lo sabía, pero, después de todos esos años, ¿todos los que residían ahí cargaban en sus hombros el mismo pecado? ¿no eran algunos solo producto de la casualidad? ¿no ellos debían ser juzgados por el peso de su propio corazón, y no el de los otros?