Las Pelgarias que Cupido Nunca Escuchó

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Severus Snape había creído fervientemente que su existencia habia sido por menos una de las más desdichadas del mundo. La vida parecía odiarle y constantemente se lo demostraba.

Venia de una familia disfuncional, de un barrio disfuncional y de un legado que creía era igual de catastrófico y letal. Jamás, desde antes de cumplir sus diecisiete años de vida conoció lo que era sentirse amado de verdad.

Su madre, era una bruja talentosa que  se había hechado a perder gracias a él amor ciego que le profesaba a su asqueroso progenitor Muggle. Un hombre que se encargó de arruinarla de todas las maneras posibles en cuanto se enteró que era diferente al resto.

Era conocimiento común para la comunidad Magica que los Muggles temian a lo que era diferente a ellos y cuando encontraban algo que no encajaban con sus estereotipos o vida, se encargaban de destruirlo. Eileen Prince había pensado, ingenuamente, que aquello eran solo mentiras de sus progenitores para alejarla de su amado.

Grande fue su error al no escuchar las voces y suplicas de sus padres que le advertían de la letalidad de aquellos seres no mágicos. Y ahora, como resultado de su ingenuidad solo quedaba un recuerdo y una oscura sombra de la hermosa y fuerte mujer que en algún momento había sido.

Severus sentio por mucho tiempo lástima por su madre y el asqueroso matrimonio que llevo en vida. También sentio culpa pues fue gracias a él que la situación de su madre empeoró desencadenando, por consecuencia la decadencia de sus vidas hasta la trágica muerte de su progenitora. Quizás era otro recordatorio de que no debía haber nacido ya que solo traía tragedias y desgracias a su alrededor.

Como doncel tampoco la tubo fácil. Había descubierto que su cuerpo era diferente al de otros jóvenes hacia ya unos cuantos años más precisamente en sexto, después de que, en quinto, metiera la pata en grande con la chica que lo habia querido por como era, su amada Lily, su primer amor.

Todabia no podía perdonarse por como había tratado a una de las únicas personas que se preocupaba verdaderamente por el dentro del castillo. Su expreción afligida y llena de dolor aún estaba latente en su cabeza a pesar de los años transcurridos. Se recriminaba, en las noches donde sus inseguridades recaían, muchas veces no haber hecho algo diferente. Si tan solo no hubiese seguido las provocaciones de los merodeadores aún tendría la pequeña amistad que mantenía con su querida pelirroja, pero eso ya era cosa del pasado. Lily le había dejado muy en claro que la amistad que tenían jamas iba a volver a recuperarse, no después de haberla insultado de aquella manera, después de haberle llamado Sangre Sucia. 

Lastimosamente su calvario personal y amoroso no había quedado ahí, y ahora después de tantos años aún se reía de la situación que vivió en aquel entonces.

Sirius Black fue otro que se ocupó personalmente de romperlo de maneras que ni siquiera el sabía eran posibles. Todo comenzó al comienzo de séptimo año cuando, después de dejar a su madre enferma en casa con lo que sospechaba era alguna infección por el mal cuidado que la mujer se daba a si misma, el Black con el que no se llevaba ni remotamente bien había comenzado a acercarcele de la nada. No de manera agresiva sino de forma suave y educada. Claramente se dio cuenta de aquel cambio brutal. Cuando Sirius Black se involucraba en algo para el jamás había sido nada bueno.

Lucius se lo advirtió, que no se dejará llevar por el Black a pesar de todos sus pésimos intentos de flirteo supuestamente disimulados. Si hubiese escuchado las sabias palabras de su mejor amigo quizás nada de lo que pasó habría ocurrido.

Se había dicho a sí mismo en aquel entonces que Black no cambiaría de la noche a la mañana, menos en los pocos meses de vacaciones que habían estado fuera del castillo. Pero claro, para alguien como el que jamás había experimentado algo bonito y romántico, no fue difícil caer en los encantos del Black. Sus bellos detalles, los bonitos regalos y los susurros que le prometían las estrellas acabaron enamorandolo, olvidando aquello que sintió por Lily a la cual hasta el momento solo veía como a una amiga y la hermana que jamás tubo y le seria imposible recuperar. Pensaba, en su mente de diecisiete años, que Black había cambiado a pesar de las constantes alertas de Lucius, Barty y el propio Regulus, pero el siendo tan ciego y necesitado por amor no los había escuchado.

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