sol, un disco pálido y descolorido, se asomaba por el horizonte, bañando en un tono naranja amarillento el inmenso desierto de chatarra. Las primeras luces del amanecer luchaban por atravesar la densa capa de polvo que colgaba en el aire, revelando un paisaje desolado y olvidado. El viento, cargado de polvo y partículas metálicas, silbaba entre los restos de edificios derruidos, creando una melodía melancólica que resonaba en el vacío, como un lamento persistente de lo que alguna vez fue.
Dreamwastaken, un robot recolector de basura de 1.90 metros de altura, avanzaba lentamente entre los escombros. Su figura, imponente y desgastada, se destacaba en el paisaje desolado. Su "cabello" rubio, ahora sucio y enredado, pendía desordenadamente de su cabeza, un recordatorio de los tiempos en los que había sido un modelo de limpieza y eficiencia. Sus ojos verdes, originalmente diseñados para detectar la suciedad y los desechos, ahora parecían reflejar la tristeza del mundo, como si compartieran el peso de la desolación que lo rodeaba.
El cuerpo de Dreamwastaken estaba cubierto de una capa de óxido y suciedad, las huellas del paso del tiempo y la exposición a los elementos. Cada movimiento que hacía era acompañado por el chirrido de sus engranajes y el crujido de su estructura metálica. Era un testimonio palpable de la soledad y el abandono que había sufrido a lo largo de los años.
Su único compañero era un pequeño panel solar que le permitía funcionar, su única compañía, el silencio de un planeta muerto. Sin embargo, ese pequeño panel, colocado con cuidado sobre su espalda, le brindaba la energía necesaria para llevar a cabo su tarea diaria, aunque la tarea misma ya no tuviera mucho propósito en un mundo tan desolado.
Dreamwastaken había sido diseñado para recolectar basura, pero la acumulación de desechos había superado con creces su capacidad de procesamiento. Ahora, su rutina diaria consistía en vagar sin rumbo entre los escombros, tratando de cumplir con una misión que parecía cada vez más inútil. A pesar de esto, continuaba con su tarea con una determinación inquebrantable, como si esperara encontrar algo que le devolviera el sentido a su existencia.
Con cada paso, el viento arrastraba consigo una nube de polvo que envolvía a Dreamwastaken en una capa grisácea. El robot seguía su camino, moviéndose con una lentitud calculada para no dañar su frágil estructura. Su mirada mecánica escaneaba constantemente el terreno en busca de nuevos desechos, pero el paisaje que se extendía ante él solo ofrecía más de lo mismo: restos de lo que alguna vez había sido un próspero mundo, ahora reducido a chatarra y ruinas.
Llegó a lo que había sido un supermercado, sus estructuras colapsadas y sus vitrinas rotas contaban la historia de un lugar que había visto tiempos mejores. Los estantes, ahora vacíos y desmoronados, se alzaban como esqueletos en medio del desierto de escombros. Dreamwastaken comenzó a examinar el lugar, moviéndose con la meticulosidad de siempre.
Mientras trabajaba, un pedazo de plástico voló con el viento y se enredó en sus engranajes, deteniéndolo en seco. Con un chasquido metálico, Dreamwastaken se inclinó para liberar el plástico, sus movimientos eran torpes pero precisos. Una vez liberado el obstáculo, el robot continuó su camino, con una sensación de frustración silenciosa. Su programación le decía que debía seguir, pero su existencia parecía vacía, un ciclo interminable de tareas sin propósito.
Fue entonces cuando, de entre la maraña de latas oxidadas y restos de comida enlatada, algo captó su atención. Entre la basura y el caos, un pequeño brote verde se alzaba con fragilidad, luchando por sobrevivir en un mundo que parecía haber olvidado cómo ofrecer vida. Dreamwastaken se detuvo, sus sensores enfocados en el brote, y algo, un vestigio de su programación original, le hizo sentir una extraña conexión con la planta.
A pesar de no poder comprender completamente la belleza de la planta, Dreamwastaken sintió una chispa de esperanza, algo que no había experimentado en mucho tiempo. Con cuidado y una delicadeza sorprendente para una máquina, extendió su brazo y recogió el brote. Lo depositó con mimo en un contenedor de metal que había encontrado en un viejo camión abandonado. La planta, aunque pequeña y frágil, representaba algo más que un simple brote: era un símbolo de resistencia y de vida en un entorno desolado.
Dreamwastaken comenzó a dedicar más tiempo a cuidar de la planta, recolectando agua de lluvia en su contenedor y utilizando los pocos recursos que encontraba para mantenerla con vida. El robot se movía con una nueva determinación, su rutina diaria ahora giraba en torno a la supervivencia de ese pequeño brote. Cada gota de agua era preciosa, cada rayo de sol que tocaba la planta se convertía en un rayo de esperanza.
Día tras día, Dreamwastaken vigilaba la planta, asegurándose de que recibiera la atención que necesitaba para crecer. En medio de la desolación, el robot había encontrado un propósito renovado, una misión que iba más allá de su programación original. La planta, a su vez, parecía responder a la atención que recibía. Sus hojas se volvían más verdes y vibrantes, un contraste enérgico con el paisaje gris que lo rodeaba.
Una mañana, mientras Dreamwastaken realizaba sus tareas habituales, un punto brillante apareció en el cielo. Era una nave espacial, un destello de vida en un mundo muerto. El robot observó el cielo con una mezcla de asombro y esperanza. La nave se acercaba lentamente, y aunque Dreamwastaken no podía comprender completamente la magnitud de este evento, sentía una profunda curiosidad.
La nave, una silueta plateada contra el cielo naranja, descendió lentamente hacia la superficie de la Tierra. Dreamwastaken, con su visión mecánica, observaba el espectáculo con una mezcla de curiosidad y miedo. Era la primera vez que veía una nave espacial desde que la humanidad había abandonado el planeta.
La nave aterrizó con un golpe sordo, levantando una nube de polvo que envolvió a Dreamwastaken. Sin embargo, la nave permaneció en silencio, sin señales de vida. Era como si la nave estuviera esperando, observando, antes de tomar cualquier acción.
Dreamwastaken, con su programación limitada, no podía comprender el significado de la nave, pero la presencia de la nave en el planeta le llenó de una extraña sensación de inquietud.
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⠀𝜗 ㅤㅤ𓏵ㅤEl brote de la esperanzaㅤㅤ۪ ㅤㅤDnfㅤ੭ㅤㅤㅤ۟ ㅤㅤ⁔
Fantasy⠀⠀ ⠀︵︵ ྀི⠀⠀ ⠀𝐷nf⠀⠀ ⠀𓏴⠀⠀⠀ 𝑩𝑙 ㅤ ̩͙ㅤ🦴 ۫ ⠀╪══ ⠀💧 ⠀⠀ ᛝ⠀⠀𝐄va: Gnf⠀⠀⠀。 ⠀⠀♡ 𝐖all 𝐄 : Dream ﹒ ⠀⠀⠀⠀︵𝜗℘︵ . . ︵︵ 𝜗𝜚 ︵︵ . . 。 ⠀ ͜ ◞ ⠀⠀⠀⠀𓆩 Dreamwastaken, un robot recolector de basura que vive en un mundo desolado y postap...