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03. contract

LA PAREJA SE besaba suavemente mientras caminaban hacia las gradas situadas a su derecha. Los labios se encontraban con delicadeza, como si intentaran alargar cada segundo, capturando la calidez del momento. Las manos del rubio descansaban sobre la cadera de su acompañante, acariciando lentamente, como si cada roce fuera una promesa silenciosa.

El rubio, envuelto en la burbuja que habían creado, entreabrió los ojos por un instante y dirigió la mirada hacia las gradas que tenían enfrente. Fue cuando algo captó su atención, y su expresión cambió, llenándose de sorpresa. Con un movimiento rápido, empujó suavemente a su novia, rompiendo la calidez del momento.

Melanie ,desconcertada, miró a su novio con el ceño fruncido. Una mezcla de confusión y enojo la invadió.

— ¿Qué pasa, Harry? —preguntó la chica al ver a su novio absorto, con la mirada fija al detrás suyo.

Observó que la mirada de su novio seguía fija hacia el frente, así que muerta por la curiosidad, volteó también en la misma dirección. Allí, entre las gradas, alcanzó a distinguir a un chico rubio que se le hacía extrañamente familiar. Estaba de rodillas frente a otro chico, este con el cabello rizado, en una escena que parecía comprometedora. Melanie entrecerró los ojos, tratando de recordar dónde había visto antes aquel rostro.

En su mente pareció hacer clic y jadeó sorprendida.

— ¿Ese no es Alessandro? —la chica miraba confundida.

—Yo conozco a ese que está sentado.. ¿No es el chico de nuevo ingreso? El que interpreta a Percy Jackson, en la serie de Disney.

Melanie miró hacia arriba pensativa y dijo con duda "creo que sí".

—Si que les gusta la adrenalina —rió Harry.

— Cállate, ya vámonos que no quiero ver —dijo la chica golpeando a su novio en el pecho.

— ¡Auch!.

Del otro lado de las gradas se encontraban Alessandro y Walker. Alessandro estaba un asiento más abajo que el chico, arrodillado con las manos juntas, como si estuviera en plena súplica.

—¡Vamos, Walker! No te pido mucho, solo finge ser mi novio durante unos meses —lloriqueó el mayor, mirándolo con ojos de cachorrito.

Walker lo miró desde su posición, frunciendo el ceño y conteniendo una mueca. A pesar de su resistencia, no pudo evitar sentir una extraña satisfacción al ver a Zurzolo suplicarle de rodillas.

—Ya te he dicho que no, Alessandro.

—¡Nunca te he pedido nada, Walker! Hazme este favor... —susurró, derrotado, la esperanza desvaneciéndose de su voz.

—¿Nunca me has pedido nada? ¿Qué tal aquella vez que le dijiste que cubriera a ti y a Thomas mientras grafiteaban los juegos del parque, y los tres terminamos en la estación de policía? O esa vez en la que le castigaron durante dos meses porque rompiste el jarrón que mi papá trajo de Egipto, y solo me pagaste dos dólares a cambio de mi silencio. O qué tal... —enumeró Walker, sintiendo cómo la frustración se acumulaba en su pecho.

—¡Bueno, ya! Fueron pequeños favores, pero esto es diferente, de verdad es importante —interrumpió Alessandro, tomando las manos de Walker entre las suyas con una mirada suplicante.

—Yo no gano nada con esto —replicó Walker, levantándose de su asiento y tomando su mochila, decidido a marcharse.

Sin embargo, antes de que pudiera dar un paso, Alessandro se levantó rápidamente.

—Sé que te gusta Momo —dijo, su voz un susurro urgente.

Walker se detuvo en seco y giró la cabeza hacia él, sus ojos abiertos de par en par, sorprendido por la afirmación.