✧₊ᵔ - ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ ᴇʟᴇᴠᴇɴ

80 14 11
                                    

— ¡Ayuda! ¡Ayuda! —Gritaba sin ser entendido mientras golpeaba el cristal, mientras personas lo veían con asombro y alumbraban con flashes, mismas luces que le recordaron al día en el que lo sacaron del mar.

Jake golpeaba el cristal con desesperación, sus manos palmeando la fría superficie en un intento de llamar la atención de los humanos que lo rodeaban. Sin embargo, sus gritos eran incomprensibles para ellos, meras vocalizaciones exóticas que solo alimentaban su curiosidad. Los flashes de las cámaras iluminaban su rostro una y otra vez, recordándole con una claridad dolorosa el día en que fue sacado a la fuerza del océano. Ese destello de luz, seguido de la oscuridad de una red opresiva, marcó el inicio de su cautiverio.

Sus ojos mostraban una desesperación cruda, un miedo que bordeaba la resignación. Sabía que sus esfuerzos por escapar eran inútiles, pero algo dentro de él se negaba a rendirse completamente. Con un último vistazo a la multitud que lo rodeaba, Jake nadó con rapidez hacia la parte más profunda del estanque, donde la luz apenas podía alcanzarlo. Su cuerpo, aunque bioluminiscente, intentaba camuflarse entre las microalgas que adornaban el fondo, su débil brillo tratando en vano de apagarse.

Acurrucado en la esquina más oscura, Jake intentó, con todas sus fuerzas, ahogar el brillo natural de su piel, como si al hacerlo pudiera desaparecer de este mundo cruel. El agua estancada y fría que lo rodeaba era un recordatorio constante de cuán lejos estaba de su verdadero hogar. Extrañaba el océano, donde la corriente le acariciaba el cuerpo y el sonido del agua lo envolvía en una paz que ya no conocía. Aquí, en este estanque artificial, no había más que vacío y soledad.

Los ruidos de la multitud afuera del cristal eran una tortura constante. Cada grito de emoción, cada carcajada, lo hería como una flecha. Recordaba vívidamente el día en que lo capturaron, la red envolviéndolo como una prisión mientras los humanos se regocijaban con su sufrimiento. La desesperación lo invadía, haciendo que se encogiera aún más, su corazón latiendo desbocado por el terror y la tristeza.

A pesar de todo, su mente vagaba hacia un recuerdo más reciente, hacia el primer acuario donde fue llevado tras su captura. En ese lugar, al menos lo habían alimentado con peces frescos, un lujo que ahora se le negaba. Aquí, lo único que recibía eran bolitas de comida seca y sin sabor, un insulto a su naturaleza. Pero sabía que si no comía, la debilidad lo consumiría, y entonces no habría esperanza de escapar.

— Este lugar… es horrible… —Murmuraba mientras se acurrucaba en la esquina más oscura, temblando de frío y miedo. El agua, aunque presente, no tenía la vida, la calidez del océano que tanto extrañaba. Era estancada, fría, carente de vida, una prisión líquida. El ruido constante de la multitud lo aturdía, haciéndolo encogerse más en sí mismo. Cada sonido, cada grito de emoción, lo hacía revivir el momento en que la red lo envolvió y lo arrastró a la superficie. — Extraño a mamá.

— ¡Ikeu, vuelve a trabajar! —Sentía el timbre de voz de la mujer que le había colocado el aparato humano en su cola, las vibraciones de aquel timbre resonaban en el agua, dándole a entender que lo llamaba. La voz de la mujer lo atravesó como un cuchillo. Aunque no entendía las palabras, el tono era inconfundible. Era una orden, una exigencia que lo obligaba a salir de su escondite.

Jake se deslizó hacia la superficie, su cuerpo temblando al sentir la presencia de la mujer. No entendía sus palabras, pero sabía que debía obedecer. Había intentado imitar los sonidos humanos, con la esperanza de ser comprendido, de ser liberado. Pero cada intento había sido en vano.

Mientras emergía, su mente vagó hacia el recuerdo de su cuidador anterior, un hombre de cabello negro como los ojos de algunos seres del mar y de la playa. Otros humanos lo llamaban con un sonido que sonaba a "Hee". Jake había intentado una y otra vez reproducir ese sonido, pensando que si lograba hacerlo, tal vez podría llamar al hombre que lo había tratado con amabilidad. Pero nunca había tenido éxito.

𝐋𝐢𝐛𝐞𝐫𝐚𝐦𝐞 ✩‧₊˚┆𝐇𝐞𝐞𝐣𝐚𝐤𝐞 ꒱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora