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Los primeros rayos del sol se filtraban a través de las ventanas de la fortaleza, iluminando suavemente los rostros cansados de Kaito, Koneko, y Kuroka. La noche había sido larga y agotadora, pero sus esfuerzos habían valido la pena. La fortaleza ahora era un refugio seguro, al menos por el momento. Sin embargo, el estómago de Kaito gruñó, recordándole que la seguridad no era lo único necesario para sobrevivir.
— ¡Qué hambre tengo! — exclamó Kuroka, estirándose y mirando a su alrededor con ojos somnolientos. — Nee-chan, ¿tenemos algo para comer?
Koneko sacudió la cabeza, dirigiendo su mirada hacia Kaito. — Tal vez Kaito pueda prepararnos algo. No parece que haya mucho aquí, pero él sabe cocinar, ¿verdad?
Kaito asintió, recordando su vida pasada como cocinero de medio tiempo. Aunque ese recuerdo ahora era lejano y en gran parte inútil en un lugar como el Inframundo, la habilidad para cocinar era algo que nunca se había desvanecido. Con un leve suspiro, se levantó y comenzó a explorar la despensa de la fortaleza, buscando cualquier ingrediente que pudieran usar.
El inventario era escaso: algunas raíces, hierbas silvestres, y un pequeño saco de grano desconocido. Kaito también encontró una provisión de agua fresca y un puñado de especias que habían sido almacenadas hace mucho tiempo. Sin embargo, con su ingenio y habilidad, sabía que podía hacer algo decente.
— No es mucho, pero puedo hacer algo con esto — dijo Kaito, girándose hacia las hermanas nekomata. — Denme un poco de tiempo.
Con destreza, Kaito comenzó a trabajar. Trituró las raíces y mezcló las hierbas con las especias, creando una base de sabor sorprendentemente compleja. Usó el grano para hacer una especie de pan plano, que coció en una piedra caliente. Mientras cocinaba, los aromas llenaron la fortaleza, haciendo que Kuroka y Koneko se acercaran, curiosas.
— No sabía que podías cocinar tan bien — comentó Kuroka, observando cómo Kaito trabajaba con facilidad.
— Hay muchas cosas que no sabes de mí, Kuroka — respondió Kaito, sonriendo levemente mientras giraba el pan para que se cociera uniformemente. — Solo necesitas un poco de creatividad para hacer que lo poco que tienes funcione.
Koneko se sentó cerca, mirando cómo su hermano mayor trabajaba. Aunque ella era alguien de pocas palabras, la calidez que sentía en ese momento era innegable. A pesar de estar en un lugar extraño y peligroso, por un momento, la sensación de hogar se había instalado en la fortaleza gracias al simple acto de preparar una comida.
Una vez que la comida estuvo lista, Kaito sirvió porciones a sus compañeras. Las tres se sentaron en un rincón seguro de la fortaleza, disfrutando de la comida sencilla pero satisfactoria. El pan era crujiente por fuera y suave por dentro, y las hierbas y especias añadían un toque de sabor que hacía que todo el esfuerzo valiera la pena.
— Esto está delicioso — dijo Kuroka, sus ojos brillando mientras saboreaba cada bocado. — Deberías cocinar más seguido, Kaito.
— Cuando tengamos más ingredientes, estaré encantado de hacerlo — respondió él. — Por ahora, esto es lo mejor que podemos tener.
Mientras comían, Kaito comenzó a reflexionar sobre su situación. Sabía que no podían quedarse en la fortaleza para siempre. Eventualmente, los demonios que los perseguían los encontrarían, y entonces, tendrían que estar preparados para defenderse o escapar.
Después de la comida, Kaito decidió que era momento de entrenar. Sabía que, como nekomata, tenía habilidades especiales, pero su control sobre el chakra senjutsu aún era rudimentario. Si quería proteger a Kuroka y Koneko, necesitaba mejorar.
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El Guerrero en la Ciudad Yokai
FanfictionTras su inesperada muerte, Kaito renace en un mundo de fantasía como el hermano mayor de Koneko Toujou. Rodeado de demonios, yokais, y ángeles, lo que antes consideraba ficción ahora es su realidad. Armado con un sistema de Badass Moments, Kaito deb...