Noche

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Checo es amigable y social con sus compañeros pilotos, aunque algunos vean su amabilidad de otra forma. Es atractivo y delicioso. Casi todos sus compañeros querían por lo menos una noche de sexo con Checo Pérez... Una semana antes de la carrera en Mónaco, se les permitió a los pilotos tener una fiesta supervisada, en la noche de un famoso bar.

El ambiente en el bar era vibrante, las luces de neón iluminaban la pista de baile con tonos azules y púrpuras, creando un efecto hipnótico que hacía que todo se sintiera un poco irreal. La música electrónica retumbaba por todo el lugar, y los pilotos, al igual que otros asistentes, se dejaban llevar por la energía de la noche. Checo, con su sonrisa característica, conversaba animadamente con Lando Norris en la barra.

Su risa sincera y su amabilidad natural lo hacían destacar, atrayendo la atención de todos a su alrededor. Sus pecas, salpicadas como estrellas sobre su rostro, brillaban bajo las luces, y más de un piloto lo observaba con admiración y deseo. Pero Checo no era fácil. Su aura dominante y su firmeza lo mantenían distante de aquellos que intentaban acercarse con intenciones superficiales.

Max Verstappen, que estaba al otro lado del antro, no podía apartar la vista de ellos. Ver a Checo hablar tan alegremente con Lando encendía una chispa de celos en su pecho. Aunque Max proyectaba una imagen dura y dominante en la pista, cuando se trataba de Checo, se sentía vulnerable y sumiso, algo que le costaba admitir incluso a sí mismo. Max no solo quería una noche de pasión; quería algo más profundo, algo que sabía que podría encontrar solo con el mexicano. De pronto, Lando, que ya estaba bastante ebrio, se inclinó hacia Checo, sus palabras saliendo de manera torpe y directa.

-Checo, ¿te gustaría... ir a los baños? No puedo sacarte de mi mente, ¿sabes?- Sus intenciones eran claras, y aunque Lando no era una mala persona, en su estado actual estaba cruzando una línea que no debería.

Checo levantó una ceja, manteniendo la compostura, pero claramente incómodo. Intentó cambiar de tema, sin darle importancia a las palabras de Lando, pero el británico seguía insistiendo, acercándose cada vez más.

-Venga, Checo, no tienes que ser tan difícil. Sabes que te deseo, ¿por qué no hacemos algo al respecto?-

Antes de que la situación pudiera escalar más, Max intervino, apartando a Lando con un movimiento firme.

-Ya basta, Lando. Creo que es hora de que te vayas a dormir.- Su tono era autoritario, dejando claro que no permitiría que alguien presionara a Checo de esa manera. Lando, al darse cuenta de la seriedad de Max, levantó las manos en señal de rendición y se alejó tambaleándose, sin decir más. Checo observó a Max por un momento, sus ojos encontrándose en una silenciosa conexión que decía más que mil palabras.

-Gracias,- dijo Checo, rompiendo el silencio mientras se acomodaba la chaqueta. -No tenía ganas de lidiar con eso toda la noche.-

-De nada,- respondió Max, su voz más suave de lo habitual. -¿Te apetece salir de aquí? Podemos ir a caminar, despejarnos un poco.-

Checo asintió, agradecido por la salida que Max le ofrecía. Ambos dejaron el antro y caminaron en dirección al hotel, el aire nocturno de Mónaco era fresco, y el bullicio de la fiesta quedó atrás.
Conversaron sobre cosas triviales, pero cada palabra compartida parecía acercarlos más, mientras la ciudad dormida se desplegaba ante ellos, como un telón de fondo perfecto para lo que podría ser el inicio de algo más profundo.

El trayecto hacia el hotel estuvo marcado por una tranquila camaradería, con Checo y Max caminando lado a lado, disfrutando de la calma de la noche. Cuando llegaron al lobby del hotel, ambos sintieron una ligera tensión en el aire, como si el silencio que los envolvía ahora fuera diferente, cargado de una expectativa latente.

El Intimidador - CHESTAPPENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora