Kim Taehyung, un Omega, fue obligado a casarse con el comandante Jeon Jungkook debido a la presión de su familia para mantener el nombre de los Kim. Sin embargo, nunca imaginó que al aceptar esa unión cambiaría su vida de manera drástica.
HISTORIA C...
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A la mañana siguiente.
El sol apenas asomaba a través de las cortinas, iluminando suavemente la habitación con un resplandor cálido. Jungkook fue el primero en despertar. Observó a Taehyung, que aún dormía plácidamente a su lado, con el rostro tranquilo, libre de las sombras de dolor que lo habían invadido la noche anterior.
Jungkook, con delicadeza, acarició el cabello de Taehyung, dejando que sus dedos recorrieran mechones suaves. No quería despertarlo, pero el simple hecho de tenerlo tan cerca lo llenaba de una paz que rara vez encontraba en otro lugar. Se quedó observándolo por unos minutos más, disfrutando de la tranquilidad de la mañana.
Finalmente, Taehyung empezó a moverse ligeramente, entreabriendo los ojos. Al ver a Jungkook a su lado, con una sonrisa suave en los labios, una pequeña sonrisa cansada se formó en su rostro.
—¿Cómo te sientes? —preguntó Jungkook en un susurro, su voz baja y cargada de ternura.
Taehyung se estiró un poco, soltando un suspiro mientras asentía con la cabeza.
—Mejor —respondió, su voz ronca aún por el sueño y el llanto de la noche anterior—. Gracias por estar conmigo.
—Siempre —repitió Jungkook, sin vacilar.
Se quedaron un momento en silencio, hasta que Taehyung, sintiéndose un poco más despierto, se incorporó levemente, apoyándose sobre su codo para mirar a Jungkook.
—¿Qué hora es? —preguntó, parpadeando para despejar la neblina del sueño.
—Temprano aún —respondió Jungkook, tomando su mano—. No tienes que levantarte si no quieres. Podemos quedarnos aquí un rato más.
Taehyung vaciló, mirando la suave luz que entraba por la ventana, antes de asentir. Pero en su mente ya rondaban las preocupaciones del día que empezaba. Había cosas que enfrentar, decisiones que tomar, pero en ese momento, aún podía aferrarse a la calma que Jungkook le proporcionaba.
—Está bien —dijo finalmente—. Solo un rato más.
Jungkook sonrió y volvió a abrazarlo, atrayéndolo hacia su pecho, mientras ambos se recostaban de nuevo. El día aún no había empezado para ellos, pero en esos momentos, el tiempo parecía detenerse.
Afuera, el mundo seguía girando, pero en ese pequeño rincón de su habitación, solo existían ellos dos, juntos, como siempre lo habían prometido.
El silencio en la habitación seguía envolviéndolos, y en ese espacio íntimo, el simple contacto entre ellos lo decía todo. Jungkook acariciaba distraídamente el brazo de Taehyung, sus dedos trazando círculos suaves mientras sus pensamientos divagaban. No quería pensar en los problemas que aguardaban fuera de esa habitación, pero sabía que pronto tendrían que enfrentarlos.
