𝐷𝑖𝑒𝑧 𝑐𝑎𝑟𝑡𝑎𝑠 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝐾𝑒𝑙𝑙𝑦 ᥫ᭡. 𝐶𝑎𝑟𝑒𝑙𝑙𝑦

Carta cuatro

Bajo la suave iluminación que le brinda la -bastante estupida e infantil- lampara con forma de balón de Max, Kelly suspira al mismo tiempo que contrae sus piernas hacía su pecho.

Ella se encoge sobre el banco bajo la ventana por la que mira con melancolía. Puede sentir su celular timbrar al otro lado de la habitación, más lo ignora al saber que se trataba de su madre quien la busca como una loca, pero Kelly no tiene ganas de lidiar con ella, mucho menos cuando Max está roncando como un oso entre las sabanas que lo mantienen calentito.

Al verlo por sobre su hombro, la castaña ríe bajo y niega con gracia al notar la extraña posición en la que él estaba: con las extremidades bien abiertas, justo como una estrella de mar bocabajo. El rubio siempre había dormido de esa fastidiosa forma desde que eran niños.

De nuevo la castaña vuelve a sus asuntos, intentando pensar en otra cosa que no fuera la desdicha que se la come por dentro y la hace suspirar mientras regresa sus ojos cristalizados hacía la vista que la ventana frente a ella le brinda. Cierra los ojos, luchando por mantener la calma ante cada timbre que escucha a lo lejos, pero por mucho que lo intenta, no logra nada y termina por esconder su mueca desencajada entre sus rodillas.

Se siente tan estupida e indefensa por romperse entre la oscuridad de una habitación ajena, pero es ahí donde encuentra al menos un poco de paz en el caos que la abruma a diario sin falta; Kelly jamás lo admitiría, no frente al "Hombre-niño" que de repente se atragantó con su propia saliva, tosió un poquito y luego volvió a roncar mientras (aparentemente dormido) se acomoda boca arriba y se rasca el estomago hasta volver a caer en la lana de las ovejas, pero él y su madre eran lo más cercano a una familia para ella, incluso más que su propia familia.

Kelly tenía a Nelson, su hermano pleno, y a otros cinco medio hermanos más de los cuales no sabía mucho y realmente no le importaba del todo, pero a ninguno amaba como ella amaba a Max.

Si, el hombre tenía una habilidad nata para hacerla enojar e incluso acabar con los dos gramos de paciencia que tenía por naturaleza, pero al fin de cuentas, aún que Kelly gritara, pataleara, le diera con un palo en la cabeza o incluso lo lanzara desde un puente, él solo se reiría por haberla hecho llegar a su limite y ella terminaría por reír también.

Se amaban, pero no como los novios que -por alguna razón, pero prefirieron no salir a aclarar los rumores por la ridícula pero conveniente popularidad que de la nada surgió cuando entraron al instituto tomados de las manos- todo mundo creían que eran. Max no podría ver a Kelly como su novia, más que nada porque para él, ella es su hermana mayor, mientras que Kelly preferiría suicidarse antes de acercarse a los labios apestosos y al bigote mal crecido del rubio que se baña una vez a la semana pero pareciera ser el favorito de Dios por ese cuerpo y habilidades atléticas que decidió darle a pesar de que solo era un rarito con mirada mojabragas.

Con él, Kelly sentía que no todo era tan malo y mejoraba cuando junto a la señora Verstappen cocinaban una deliciosa cena y los tres comían frente a la televisión como una "familia común" hasta el final del día donde ella debía de despedirse de la dulce fantasía y la calidez en su pecho y romper la burbuja al salir de pequeña pero cómoda casa de Max para volver a su presente lleno de apariencias, mentiras y bastantes palabras dolorosas que agrietaban lo poco que los Verstappen lograban reparar.

Hablar de su familia era complicado. Pensar en sus padres la hacían querer llorar. Su hermano era un idiota que la odiaba y ella tampoco se quedaba atrás, era igual o peor que ellos.

Le sobraba dinero, claro, tenía tanto y podía pedir todo lo que quisiera que jamás se había quedado con las ganas de nada.

O si.

Siempre se había quedado con las ganas de sentir.

Sentir algo real, algo que se quedara aún que ella no tuviera nada. Algo sincero, no pedía mucho, no exigía un príncipe bajado del cielo o un multimillonario de la india que le diera 3 palacios.