one: the seed of a rivalry

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𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 𝘂𝗻𝗼 ;
the seed of a rivalry

LAS ESTRELLAS DE gravity falls parpadeaban débilmente en la distancia, susurros de secretos que solo unos pocos en el universo podían entender

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LAS ESTRELLAS DE gravity falls parpadeaban débilmente en la distancia, susurros de secretos que solo unos pocos en el universo podían entender. Bill Cipher, el demonio del caos y los sueños, había sido derrotado por los Pines y atrapado en una dimensión creada específicamente para contener su poder. Este lugar no era una simple prisión; era un vacío interminable, un limbo en el que el tiempo y el espacio se curvaban y doblaban sobre sí mismos, diseñado para mantener a Bill atrapado, despojado de su forma física y, lo más importante, de su capacidad para influir en el mundo exterior.

Mientras tanto, en un rincón lejano del multiverso, Leah Mont'bleur, Overlord de la Envidia, un ser antiguo y poderoso cuya existencia se alimentaba de los deseos insatisfechos y la codicia de otros, sintió una perturbación. A través de las sombras que formaban su reino, Leah detectó la diminuta chispa de poder que aún latía en esa dimensión olvidada. Para la mayoría, este rastro habría sido insignificante, pero Leah, cuyo dominio era conocer y explotar las ambiciones de los demás, vio una oportunidad.

Sentada en su trono de espinas negras, levantó una mano cubierta de sombras vivientes. Con un movimiento lento pero decidido, desgarró el espacio frente a ella. Las sombras se enroscaron y se dispersaron, revelando un portal que no conducía a ningún lugar conocido por mortales o inmortales. Este portal se abría hacia la prisión de Bill, un lugar que, hasta ese momento, nadie más había intentado penetrar. Leah lo hizo con facilidad, su poder resonando en armonía con las energías oscuras de la dimensión de Bill.

Al atravesar el portal, emergió en un paisaje surrealista, una extensión infinita donde la geometría era imposible y las leyes de la física no aplicaban. Pisó con sus tacones en el vacío mismo, y cada paso resonó como un eco metálico. La dimensión de Bill era una amalgama de formas y colores distorsionados, donde el cielo se encontraba con el suelo en un remolino de caos. Pero ella no se dejó intimidar por el ambiente caótico; al contrario, lo encontraba fascinante.

Caminó con confianza, su mirada fija al frente, escudriñando el entorno en busca del origen del poder que había detectado. Su cabello negro ondeaba como un manto de sombras vivientes, y sus ojos dorados brillaban con una intensidad que cortaba la oscuridad. A medida que avanzaba, la dimensión respondía a su presencia, los colores se intensificaban y las formas comenzaban a temblar, como si el poder de la overlord estuviera resonando con las energías residuales de aquel triángulo.

Finalmente, llegó a un punto donde la distorsión era más intensa, y allí, en medio de un remolino de colores dorados y oscuros, vio una figura. Era Bill Cipher, pero no como el demonio que había aterrorizado a Gravity Falls. Ahora, reducido a una forma etérea, su cuerpo triangular flotaba débilmente, su ojo único brillando con un destello de la locura que una vez lo definió.

—Vaya, vaya... —murmuró Leah, permitiendo que su voz resonara en la nada—. Así que este es el famoso Bill Cipher, reducido a esto. —Su tono era una mezcla de burla y curiosidad, evaluando la situación con frialdad.

Bill, a pesar de su estado, giró su ojo hacia Leah. A lo largo de su existencia, había visto todo tipo de criaturas y seres, pero Leah tenía un aura diferente. Era como si fuera la manifestación de cada deseo no cumplido, de cada ambición pisoteada.

—¿Quién eres tú para entrar en mi dominio? —preguntó Bill, su voz cargada de sarcasmo pero con un trasfondo de interés genuino. A pesar de estar atrapado, su mente seguía buscando maneras de escapar, y Leah representaba una posible salida, o al menos, una distracción interesante.

Rsbozó una sonrisa pequeña pero peligrosa, avanzando un poco más hacia aquel ser, quien flotaba en el centro de la distorsión.

—Soy Leah Mont'bleur, Overlord de la Envidia —dijo, cada palabra impregnada de poder y promesa—. Y he venido porque veo en ti algo que me interesa. Aunque... parece que ya no eres tan imponente como dicen las leyendas.

Bill dejó escapar una risa burlona, que resonó en la nada a su alrededor.

—Oh, las leyendas siempre exageran —respondió, su ojo brillando con un destello de su antiguo ingenio—. Pero dime, ¿qué podría querer un ser como tú de alguien tan "reducido" como yo?

Leah se detuvo frente a él, y por un momento, la dimensión misma pareció contener la respiración. Levantó una mano, y de la punta de sus dedos emergió un tenue brillo dorado, una manifestación de su poder. La energía rodeó a Bill, analizándolo, buscando sus debilidades y su potencial.

—Lo que quiero es simple —dijo Leah, mientras el brillo dorado se disipaba, dejando solo el espacio distorsionado entre ellos—. Quiero lo que aún puedes ofrecerme: caos, conocimiento... y una oportunidad de desafiar las reglas del multiverso. Pero no pienses ni por un momento que esto es una alianza. No. Esto es una rivalidad. Tú y yo, Bill, seremos rivales. Competiremos por el control, por el poder, y por el placer de derrotar al otro.

Bill sintió un impulso de risa, pero no era la risa maniaca y caótica que solía dominar su ser. Era una risa de satisfacción. La propuesta de Leah era peligrosa, pero era justamente el tipo de peligro que le atraía. A lo largo de su existencia, había tratado con aliados y enemigos, pero una rivalidad tan explícita, con reglas tan claras, era algo nuevo y tentador.

—Vaya, me gusta cómo piensas, Leah —respondió finalmente, con un tono que mezclaba sinceridad y desafío—. Tal vez esta prisión no sea tan aburrida después de todo. Tal vez, con tu ayuda, podamos romper las reglas... y crear unas nuevas.

Leah inclinó la cabeza ligeramente, sus ojos brillando con una satisfacción peligrosa.

—Entonces que comience el juego, Bill —murmuró, su voz llenando el vacío de la dimensión—. Que comience el juego.

Así, en ese momento, el Overlord de la Envidia y el Demonio del Caos sellaron un pacto no con palabras, sino con intenciones. Ambos sabían que esta alianza, por llamarla de algún modo, era solo temporal. Ambos buscaban la misma cosa: el control absoluto. Pero lo que la hacía única era la conciencia mutua de que, en cualquier momento, la traición podría ser el siguiente movimiento en su juego de sombras y poder.

La dimensión vibró en respuesta a la energía de su encuentro, y mientras Leah se retiraba, dejando que su portal se cerrara detrás de ella, Bill sintió que algo había cambiado. Estaba atrapado, pero ya no estaba solo, y ahora había una chispa de caos que podría, eventualmente, liberar la tormenta que era su verdadero yo.

Leah, por su parte, regresó a su reino, sabiendo que había sembrado una semilla que florecería en caos. Y en su trono de sombras, sonrió, anticipando el próximo movimiento de su nuevo "rival".

 Y en su trono de sombras, sonrió, anticipando el próximo movimiento de su nuevo "rival"

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𝘄𝗶𝘁𝗵 𝓁𝑜𝓋𝑒, 𝘄𝗵𝗼𝗶, 𝑚𝘩𝜔𝛼.
𝟐𝟎𝟐𝟒

𝐓𝐀𝐍𝐆𝐎 𝐃𝐄 𝐂𝐑𝐔𝐄𝐋𝐃𝐀𝐃 ,       Bill cipher ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora