❛ 𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 𝘂𝗻𝗼 ;
hunting weaknessLEAH SE ENCONTRABA nuevamente en su trono, rodeada por un vacío de sombras y murmullos de deseos insatisfechos. A su alrededor, las paredes de su reino vibraban con una energía inquietante, como si el mismo aire supiera que algo trascendental acababa de suceder. A pesar de la calma aparente en su postura, su mente trabajaba sin descanso, analizando cada interacción, cada palabra que había intercambiado con Bill Cipher.
Cerró los ojos, permitiéndose un instante de reflexión. Sentía cómo el eco de su encuentro con Bill aún resonaba a través del multiverso, creando ondas que se extendían a lo largo y ancho de su dominio. Sabía que la chispa de poder que había percibido en Bill no era más que un vestigio de lo que había sido, pero también sabía que, bajo las circunstancias adecuadas, esa chispa podría encenderse en un incendio incontrolable. Y ella tenía la intención de ser la primera en atizar esas llamas.
Lentamente, abrió los ojos, observando cómo las sombras a su alrededor se movían de manera casi imperceptible. Podía sentir sus deseos, sus anhelos, y sabía que, al igual que ella, sus sombras deseaban el caos que Bill podía traer.
Con un movimiento fluido, se levantó de su trono, su manto de sombras agitándose como una tormenta contenida. Comenzó a caminar por su salón, sus tacones resonando con un sonido metálico que cortaba el silencio. Cada paso que daba parecía liberar una energía oscura que se expandía por el entorno, haciendo que las sombras a su alrededor se tornaran más densas, más palpables.
Mientras avanzaba, extendió una mano, y de sus dedos brotaron hilos de energía dorada, danzando en el aire como serpientes vivas. Los hilos se enredaron en las sombras, moviéndose con una precisión inquietante, como si estuvieran tejiendo un tapiz de oscuridad y poder.
Leah sabía que, antes de liberar a Bill, debía entenderlo completamente. Debía conocer cada uno de sus pensamientos, cada uno de sus deseos, y más importante aún, cada una de sus debilidades. Aquel ser podía ser una herramienta poderosa en su juego, pero también era un riesgo. Y Leah no dejaba nada al azar.
Al llegar al centro de su salón, Leah hizo un gesto y los hilos de energía dorada se concentraron en un punto frente a ella, creando una esfera brillante que pulsaba con una luz dorada. Dentro de esa esfera, las imágenes comenzaron a formarse, primero borrosas, luego más claras. Eran fragmentos de los recuerdos de Bill, imágenes de su pasado, de sus interacciones con los Pines, de su caída y captura.
Leah observó con atención, analizando cada detalle. Vio cómo Bill manipulaba a las personas, cómo se deleitaba en el caos y la destrucción, y cómo finalmente fue derrotado. Pero lo que más le interesaba eran los momentos en los que Bill se mostraba vulnerable, los instantes en los que, aunque por un breve segundo, dejaba entrever sus verdaderos temores.
Las imágenes se hicieron más nítidas, enfocándose en esas grietas sutiles en la fachada del triángulo. Leah vio el momento en que Bill, al enfrentarse a su derrota inminente, sintió por primera vez un destello de verdadero miedo. No era miedo a la destrucción o a la muerte, sino algo más profundo y corrosivo: el miedo a la irrelevancia. A ser olvidado. Bill, un ser acostumbrado a ser el centro del caos, temía más que nada desaparecer sin dejar rastro, sin que su nombre resonara a través de la eternidad. Leah percibió cómo ese miedo había debilitado su resolución, haciéndolo vulnerable en el último momento.
La dama también vio los destellos de su soledad, ocultos tras su risa maníaca y sus juegos crueles. A pesar de su afán por sembrar el caos y la discordia, Bill Cipher había sido, en su esencia más profunda, un ser aislado. A lo largo de su existencia, había rodeado su ser de seguidores y aliados temporales, pero ninguno había compartido verdaderamente su visión. Ninguno había comprendido su naturaleza caótica en su totalidad. Y eso, de una manera que Bill nunca admitiría, lo había dejado vacío.
Finalmente, Leah detectó otra grieta en su armadura: la necesidad de reconocimiento. Bill Cipher, a pesar de todo su poder y conocimiento, ansiaba ser admirado, temido, incluso adorado. Cada uno de sus actos, cada una de sus traiciones, había estado impulsada, en parte, por un deseo de demostrar su superioridad, de ser el único e inigualable amo del caos. Ese anhelo lo hacía predecible, lo llevaba a tomar decisiones impulsivas, lo cegaba ante las posibles consecuencias de sus acciones.
Con una sonrisa enigmática, volvió a su trono y se sentó, cruzando una pierna sobre la otra. Sabía que no podía apresurarse. Debía ser paciente, debía observar a Bill en su prisión, debía permitir que él se acostumbrara a su presencia. Solo entonces, cuando estuviera completamente seguro de que Leah era su única opción, lo liberaría.
El juego había comenzado, y Leah estaba dispuesta a jugarlo hasta el final. No había prisa, no había necesidad de moverse demasiado rápido. Sabía que cada movimiento que hiciera debía ser calculado, cada palabra, una pieza clave en su plan. Bill podría ser un maestro del caos, pero Leah era la reina de la manipulación.
Y así, mientras el multiverso seguía su curso, Leah cerró los ojos nuevamente, permitiendo que las sombras la envolvieran en un abrazo casi reconfortante. El futuro era incierto, pero lo que estaba claro era que, pase lo que pase, Leah Mont'bleur, Overlord de la Envidia, nunca dejaría que alguien más tuviera la ventaja en su propio juego.
+40 ESTRELLAS
PARA SEGUIR.
𝘄𝗶𝘁𝗵 𝓁𝑜𝓋𝑒, 𝘄𝗵𝗼𝗶, 𝑚𝘩𝜔𝛼.
𝟐𝟎𝟐𝟒
ESTÁS LEYENDO
𝐓𝐀𝐍𝐆𝐎 𝐃𝐄 𝐂𝐑𝐔𝐄𝐋𝐃𝐀𝐃 , Bill cipher ✓
Fanfiction▋ 𝐓𝐀𝐍𝐆𝐎 𝐃𝐄 𝐂𝐑𝐔𝐄𝐋𝐃𝐀𝐃 ─── Bill cipher x oc femenino. ❝Ya me conozco tus trucos para tenerme junto a tí con tus mensajes confusos, sabes ...