Día 3.- Camino

2 0 0
                                    

"Quién sabe cómo algunas personas se convierten en extrañas

¿Me corresponde a mi convertirlos en muertos? Aquí vamos otra vez"


Siempre tomé el mismo camino para ir a la universidad, solía ir solo ya que a mis amigos no les gustaba caminar y estaba bien, era el momento más tranquilo de mis días y me gustaba aún más en la temporada de frío, al menos era así hasta que esa chica apareció, siempre detrás de mí.

No la noté hasta el día en el que me desvié por un café más temprano y ella me siguió, entró a la misma tienda que yo pero no pidió nada, solo se quedó en una mesa cerca de la salida, mirándome. La chica de la tienda –que ya me conocía pues iba al menos una vez a la semana– me preguntó si venía conmigo o la conocía pues ella la había visto seguirme antes, me apresuré a decirle que no era así, y ella se ofreció a ayudarme si quería confrontarla, pero no me pareció necesario, no quería molestarla en su trabajo o hacer una escena a pesar de estar nervioso; de todos modos la chica parecía muy normal: cabello castaño ligeramente rizado, suelto y largo, de tez morena; vestía una sudadera beige y unos blue jeans con zapatillas blancas, y llevaba una mochila negra sencilla, realmente lucía una chica universitaria más aunque yo nunca la había visto antes en los edificios de la universidad.
Salí de la tienda una vez me entregaron mi café, y la rutina siguió, ella caminó detrás de mí y desapareció cuando entré al edificio de medicina. No pude dejar de pensar en ella el resto de mis clases, y durante el receso mis amigos notaron que algo me preocupaba.
«Es tan escalofriante, me recuerda lo del chico de la secundaria; talvez sería mejor si camináramos todos juntos a la uni» dijo mi amiga Paula una vez les conté lo que sucedía, «Pau tiene razón, yo puedo los lunes y jueves, martes, miércoles y viernes acompaño a Romi» siguió Raúl. «Eso es más tiempo para nosotros» Paula me miró con una sonrisa. Yo sé la devolví a ambos, «Muchas gracias chicos, los adoro». Entonces esa fue nuestra nueva rutina, Raúl me acompañaba el primer y cuarto día de la semana mientras que Paulina lo hacia el segundo, tercero y sexto día. Todo empezó a marchar en orden de nuevo desde que mis amigos empezaron a acompañarme, pero entonces pasó lo inevitable. 

  PauPau <3

-SANTIIII!!!!   09:08a.m
-Me siento mal, creo que tengo fiebre    09:08a.m

-No puedo acompañarte hoy, lo siento :((    09:09a.m

- Estarás bien???    09:09a.m

Ouh, eso realmente apesta :(((( 09:11a.m -

Estaré bien, no te preocupes, tú descansa.

 Te paso a ver saliendo de la uni, oka?

 Mua, mua, tqm  09:12a.m -

-Cuídate :((    09:12a.m


Me preocupé, verdaderamente lo hice, quiero decir me sentía seguro con mis amigos y ahora tendría que ir solo, después de todo Raúl acompañaría a su novia Romina hoy y no quería molestarlo. Quizá si debí hacerlo y me habría evitado todas las molestias. Pero ya no hay manera de cambiar nada. Quiero decir, no es demasiado molesto pero preferiría evitar este tipo de situaciones, donde no hay manera de ocultar nada pues el papeleo es demasiado después.

Salí de casa con la cabeza echo un mar de incertidumbre: ¿Qué pasaría?, ¿cómo pasaría?, ¿sería como las otras veces?, si fuera así ¿cuánta derramaría? No podía parar de imaginar diversos escenarios en mi cabeza mientras caminaba y entonces sentí que algo me detenía, voltee y estaba ahí, la chica había sujetado mi brazo «Esos entrometidos por fin te dejaron solo, no pienso volver a dejarte salir con ellos, no me agradan, mucho menos Paula. Mejor vámonos a casa, cariño.» Dijo eso mientras daba ligeros tirones de mi sudadera. Esa chica si que era rara. Me solté de su agarre, por supuesto que no iba a ir a ningún lado con ella. «¿Tú quién diablos eres?» Fue lo primero que alcance a decir. «Vamos, después tendremos tiempo para que lo sepas, yo ya sé todo de ti y eso es suficiente.» «Yo no creo que sea suficiente o que siquiera sepas algo real sobre mí.» «¿A qué te refieres, cariño?» Yo solo sonreí, la expresión en su rostro fue un lindo recuerdo para mí pues no supo que más decir solo frunció un poco el ceño y trató de tomar mi brazo de nuevo, fue entonces que sucedió: le dí un empujón y me hubiera gustado divertirme pero su cabeza se estrelló con el barandal de las escaleras donde estábamos y eso fue todo. Ella cayó al suelo y la sangre comenzó a derramarse, me apresuré a buscar la pequeña bolsa azul cielo que guardaba en mi mochila, tomé uno de los pequeños frascos que esta contenía y lo llené de ese liquido rojo que me fascinaba. Fue más aburrido que las ultimas veces, sin duda, ella no parecía igual de entregada que los otros y tampoco sabía que poner en su etiqueta. Sin duda pudo hacerlo mejor. Al menos pude irme de ahí sin que alguien lo viera, decidí regresar a mi casa pues mis zapatos tenían algunas manchas de sangre y eso lo detestaba, amaba la sangre pero también la limpieza. Una vez estuve en casa limpie mis zapatos lo mejor que pude con ayuda de mi reserva de bicarbonato. Una vez estuvieron limpios subí a mi habitación, me dirigí a mi armario, quité el suelo falso que tenía y saque una caja de madera con algunos corazones tallados, la abrí y sonreí al ver los frascos de los anteriores.«Tienen una  nueva compañera, sean amables.»












Chicos se me está complicando el cuarto día -sufro-

Octubre de RelatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora